La demanda mundial de alimentos está aumentando y cambiando rápidamente debido a múltiples factores, entre los que se incluyen el crecimiento de la población, los cambios en la dieta (mayor consumo de carne, lácteos y alimentos procesados) o el desarrollo económico. La mejora de la sostenibilidad del sistema agro-alimentario es una prioridad a nivel mundial, aunque muchos de los esfuerzos que se han realizado durante las últimas décadas se han centrado únicamente en el lado de la producción. Sin embargo, el manejo de la demanda de alimentos, es decir, la promoción del consumo responsable, (dietas sostenibles y saludables y la reducción del desperdicio de alimentos), es una estrategia clave para lograr beneficios ambientales, una seguridad alimentaria sostenible y una mejora de la salud pública. La producción de alimentos no saludables y de manera no sostenible representan un riesgo global para las personas y el planeta (EAT–Lancet Commission).
La mejora de la sostenibilidad del sistema agro-alimentario es una prioridad a nivel mundial
Además, entre los diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, el 12 se enfoca en la producción y el consumo responsables. Países como España, aun encontrándose hoy en día en el primer puesto de países saludables (Bloomberg Global Health Index), está realizando importantes esfuerzos para reducir el nivel de desperdicio alimentario, revertir los crecientes índices de sobrepeso y obesidad (de los mayores en la zona Mediterránea) y promover la adopción de dietas más saludables, como la recomendada y tradicional dieta Mediterránea.
Dicha dieta, basada en el consumo de productos locales como frutas, verduras, aceite de oliva o pescado, está sirviendo de ejemplo desde la última década como dieta saludable y sostenible, además de estar reconocida por la UNESCO. Es por ello, que en el primer estudio la Tesis se centró en evaluar la sostenibilidad de esta dieta (desde el punto de vista hídrico, calculando su Huella Hídrica-HH) y comparándola con otra dieta recomendada; la Americana. Las conclusiones fueron que la dieta Americana tenía una HH final un 29% más alta en comparación con la Mediterránea. También, que si en EE. UU., se consumiese una dieta Mediterránea, el uso consuntivo de su HH (agua verde + azul) se reduciría 1252 litros/persona día, mientras que un cambio hacia una dieta Americana en España aumentaría 1277 l/ persona día.
La producción de alimentos no saludables y de manera no sostenible representan un riesgo global para las personas y el planeta
A continuación, en un segundo estudio, se evaluaron los impactos hídricos relacionadas con el consumo y desperdicio real (y no recomendado como anteriormente) de alimentos en el hogar, añadiendo un análisis de comercio de productos (y por tanto estudiando el Agua Virtual importada dentro de la dieta, ver en iAgua). Las principales conclusiones fueron que se necesitan 3.302 litros/persona (2.555 agua Verde y 400 agua Azul) para producir los alimentos consumidos en el hogar en un día, siendo carne, grasas animales y lácteos los que más necesitan. Del mismo modo, aproximadamente el 41% de toda esta agua proviene de otros países, es decir, es agua virtual importada (confirmando la expansión de la globalización en lugar del consumo de alimentos locales). El agua desperdiciada debido al desperdicio de alimentos fue de 131 litros/persona día (de los cuales 97 son agua Verde y 19 agua Azul). Y respecto a los nutrientes; el 5% de energía y macronutrientes, el 8% de fibra y el 7% de micronutrientes fueron desperdiciados.

Agua Virtual importada a nivel mundial a España para el consumo anual de alimentos en hogares, de huella Verde (a), Azul (b), Gris (c) y Total (d). Fuente: Blas et al. (2018)
La tercera investigación tuvo como objetivo comparar las recomendaciones (1º estudio), con el consumo real (2º), añadiendo un análisis nutricional. Los resultados mostraron que el patrón de consumo actual en hogares se está alejando de la dieta Mediterránea recomendada, hacia otra alternativa más “occidental” y poco saludable, que contiene tres veces más carne, productos lácteos y azúcar, y un tercio menos de frutas, verduras y cereales. La dieta Mediterránea también es menos calórica, (menos proteínas y grasas), y más rica en fibra, carbohidratos y micronutrientes, asemejándose a patrones de consumo en los años 1970 en hogares españoles, y confirmando por tanto el desvío que se está produciendo de las dietas desde los años 80. Finalmente, un cambio hacia una dieta Mediterránea reduciría 753 l/ persona día el uso consuntivo de agua (34 agua Azul), y se obtienen mayores niveles de energía, fibra y nutrientes por litro de agua utilizada (se necesita más agua para obtener el mismo nivel de nutrientes si se mantiene la dieta actual).
Un cambio hacia una dieta Mediterránea reduciría 753 l/ persona día el uso consuntivo de agua (34 agua Azul)
Las principales conclusiones fueron que la dieta Mediterránea local, tradicional y recomendada es una dieta sostenible (hídrica y nutricionalmente) y que su preservación y adopción, así como la reducción del desperdicio alimentario a nivel hogar, (especialmente entre las generaciones jóvenes y urbanas) es un objetivo importante para los países del ámbito mediterráneo, y potencialmente para otros, para lograr menores impactos hídricos, mayores beneficios nutricionales, y la consecución del ODS 12. Si España es hoy el país más saludable del mundo, no debemos abandonar los bueno hábitos de alimentación, alejándonos de la Dieta Mediterránea. Es un doble dividendo – salud y medio ambiente – del que no podemos prescindir.