Piensa por un momento en toda el agua que hay en el mundo. Cantidades ingentes de la que aproximadamente el 2,5% es agua dulce. Asusta más aún cuando conocemos que gran parte de ese pequeño porcentaje se encuentra como hielo en glaciares y en aguas subterráneas.
Es crucial una buena gestión del agua, y cada vez mas la tendencia está en la “Economía circular”. Esta consiste en reincorporar al ciclo los residuos una vez tratados como nueva fuente de recursos, aportando valor a la cadena de suministros. Esta “solución” se abre camino entre las grandes potencias que poseen recursos económicos así como la tecnología y concienciación de la población para su correcta implantación, pero ¿qué ocurre en países como Nepal o países en vías de desarrollo?
Nepal posee el 2,7% del agua dulce total. Es el segundo país mas rico en recursos hídricos, y por ello resulta paradójico escuchar que cerca del 20% de su población no tiene acceso a agua potable, porque abundancia y disponibilidad en este caso no son sinónimos y esto se debe a la inestabilidad que aporta al desarrollo uno de los lados del triángulo accesibilidad-confiabilidad-gobierno.
Una política de recursos hídricos transparente y unificada conduce a una seguridad donde se incluye la seguridad ambiental y el desarrollo de la sociedad
Para poder entender este hecho, debemos ponernos en contexto: tras 240 años de monarquía, se establece la República federal democrática de Nepal en el año 2008. Desde entonces, el foco esta puesto en asegurar la estabilidad política, dejando de lado la gestión de los recursos del país, y por consiguiente dejando de lado las herramientas que ayudarían a conseguir la ansiada estabilidad política y económica y, por ende, el desarrollo de un país sumido en la pobreza.
El agua esta mal administrada, y tampoco disponen de los recursos necesarios para cambiar este hecho. Por ello, potencias emergentes como China e India realizan grandes inversiones para aprovechar todo el potencial que tienen estas aguas, financiando proyectos como construcción de presas, centrales hidroeléctricas y plantas potabilizadoras de agua. Todo suena bien hasta que se mira la otra cara de la moneda: los acuerdos que se establecen en el uso del agua y la energía donde un país cede mas que el otro, es decir, donde un país se cierra mas aun la puerta a la independencia y autosuficiencia.
Abordar la pobreza implica tratar simultáneamente la accesibilidad a los recursos y las medidas tomadas para la gestión de dichos recursos. Además, es necesario concienciar a la población, así como combatir aquellos factores que impidan el progreso en este campo como puede ser la inclusión social, la responsabilidad y la equidad. En el caso de Nepal, este progreso se ve impedido por la inefectividad de la gobernanza y por el sistema de castas que aún predomina.
Una política de recursos hídricos transparente y unificada conduce a una seguridad donde se incluye la seguridad ambiental y el desarrollo de la sociedad. Este es un trabajo que se debe llevar en conjunto entre el gobierno, las organizaciones y el sector privado, y trabajar en cooperación aliviando los posibles conflictos que puedan surgir.
Nepal es un país con un gran potencial de crecimiento y que debe establecer un sistema político sólido para poder avanzar en la misma medida en todas sus dimensiones hacia el desarrollo, y sobre todo hacia el desarrollo sostenible. Alimentación, crecimiento demográfico, producción de energía y acceso a un agua de calidad van de la mano, y en tanto en cuanto en Nepal no se pueda conseguir una integración de estos factores se seguirá en la misma situación de pobreza y precariedad.
Nada en la abundancia es bueno, pero si no se hace correctamente corremos el riesgo de ahogarnos.