Hoy en día, existen una serie de elementos y factores que afectan directa e indirectamente tanto al ámbito social como al económico de cualquier país. Entre esta infinidad de factores, hay uno que logra pasar desapercibido para la población en general si no existe un cierto interés y cuidado: "La calidad y gestión del agua".
El agua, el recurso más básico, es capaz de dar una idea sobre el estado económico y social en el que se encuentra un país. Esto es debido a que está directamente relacionado con el estado del bienestar y, por lo tanto, la organización de un Estado que acaba repercutiendo en aspectos económicos. Es por ello por lo que, una mala gestión de dicho recurso acaba repercutiendo a empresas y poblaciones (como por ejemplo los casos de sequía en España).
Según la Organización de las Naciones Unidas, el “Agua limpia y saneamiento” es uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que “abarcan las esferas económica, social y ambiental” y que, por lo tanto, actuar sobre este objetivo no sólo significa trabajar en favor del medio ambiente, si no que significa trabajar para erradicar la pobreza en el mundo. También en este objetivo, se define que la escasez de recursos hídricos “repercuten en la seguridad alimentaria” y marca como objetivo que para el año 2030 se logre “el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos”. Para conseguirlo, hace falta mover toda la maquinaria burocrática, que se impulse el interés de los países en medidas de mejora de calidad y aumento de los recursos hídricos disponibles.
En 2016, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) publicó un informe titulado “Agua y empleo”. Dicho informe refleja que la mitad de los trabajadores del planeta trabaja, en ocho de los sectores más dependientes del agua. Esto se traduce a que el agua repercute directamente en la calidad de empleo de un país, lo cual, en condiciones normales, debería ser una de las mayores preocupaciones de los gobiernos. En ese mismo informe, se indica que la inversión en proyectos de potabilización y saneamiento tiene un efecto beneficioso en el empleo, como en el caso de Estados Unidos, donde se calcula que cada millón de dólares invertidos en infraestructuras de abastecimiento genera entre 10 y 20 puestos de trabajo, y que cada empleo generado de esta forma se crean 3,68 empleos indirectos en la economía nacional.
Por lo tanto, es de una gran prioridad que los países del mundo reconozcan el papel del agua en la esfera laboral, favoreciendo las transiciones a economías verdes y mejorando la productividad del agua para hacer frente a los grandes problemas de sequías a los que se puede enfrentar al mundo. De esta forma, conseguiremos hacer frente a la gran demanda y a los problemas que nos puede llevar el cambio climático a largo plazo.