En México, los decretos de reserva de agua se fundamentan en la Ley de Aguas Nacionales (LAN), donde se establece que solo se puede reservar agua para consumo humano, para el medio ambiente y para la generación de energía hidroeléctrica gubernamental. Dicha agua no puede concesionarse para un uso diferente.
Desde 2010, la Conagua inició el Programa Nacional de Reservas de Agua, y el primer decreto de reserva de agua fue publicado el 15 de septiembre de 2014. Un beneficio adicional de este esquema de administración del agua es que no se sobreconcesionarán las cuencas como otras que hoy están en veda, pues el límite de la disponibilidad media anual está definido por los usos de consumo humano y para el medio ambiente.
El volumen de agua que se reserva para el medio ambiente se determina con base en la Norma Mexicana de Caudal Ambiental, NMX-AA-159-SCFI-2012.