La maestra en ciencias, Yolanda Pica Granados, realiza una investigación con técnicas de bioensayos en los que se utiliza Daphnia magna, un pequeño crustáceo planctónico que habita en una variedad de ambientes de agua dulce.
Más de nueve millones de sustancias son liberadas al ambiente de forma cotidiana por diferentes rutas. Posteriormente, las sustancias se incorporan a los sistemas acuáticos. Si las sustancias liberadas en el ambiente son o se vuelven tóxicas, podrían causar un impacto negativo dentro de uno o varios ecosistemas.
La prevención y, más aún, la corrección de los efectos negativos de la contaminación tienen un costo muy elevado. Países como Estados Unidos y Japón y algunas naciones integrantes de la Unión Europea han incorporado a su legislación de Control de Calidad del Ambiente criterios que surgen de bioensayos.
Un bioensayo consiste en medir la toxicidad de alguna sustancia o de efluentes, sometiendo deliberadamente a algún ser vivo a distintas concentraciones.
La especie Daphnia magna es una de las más utilizadas en el mundo, por su sensibilidad y eficacia, y ha sido adoptada por diferentes instituciones encargadas de las normas de control del medio ambiente.
El crustáceo nos informa si hay en el agua alguna sustancia que resulte tóxica o algún agente que pueda producir efectos adversos en el sistema biológico.
La distribución geográfica, su importante papel en la comunidad zooplántica, su facilidad de cultivo y su anatomía transparente hacen de la Daphnia magna un medio ideal para la evaluación de toxicidad a nivel mundial.
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