El sábado 20 de octubre, Trinidad y Tobago fue impactada por una zona de convergencia intertropical; en 48 horas cayó el volumen de agua equivalente a un mes de lluvia, dejando sumergidas hasta bajo 6 pies de agua hectáreas de cultivos agrícolas, y poniendo en jaque el trabajo, ingresos y sueños de muchos agricultores trinitarios, quienes, de la mano de las instituciones del gobierno y la cooperación internacional, intentan recuperarse.
Trinidad y Tobago, a diferencia de los países caribeños del norte, no se encuentra en la zona de impacto de la temporada huracanes, aun así, sufrió los embates por las fuertes lluvias, exponiendo la vulnerabilidad del sector agropecuario y provocando el desabastecimiento de frutas, vegetales y carne para los dos últimos meses del año, en la nación más exportadora de alimentos de la región caribeña.
Por tal razón, el Ministerio de Agricultura, Tierras y Pesca, acompañado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), asociaciones de productores, y otros actores del sector productivo y la gestión del recurso hídrico; trabajan en coordinación para mitigar la crisis, cuyas repercusiones a corto y mediano plazo, serán el aumento en los precios de los alimentos, la inseguridad alimentaria y las enfermedades transmitidas por alimentos no seguros.
Por ejemplo, Charandath Chinwasa, uno de los cientos productores de Orange Grove, un estado ubicado al este de Trinidad y Tobago, mencionó que, tras los estragos en su finca por las intensas lluvias, le demorará al menos tres meses recuperarse de le perdida de sus cultivos, por lo que la ayuda del gobierno y organismos de cooperación técnica será fundamental.
“Aunque la tierra fue preparada adecuadamente, con el desbordamiento del río todas las cosechas fueron destruidas. No es la primera vez que esto ocurre, pero sí fue la peor inundación en términos de pérdida de tiempo familiar, esfuerzo y finanzas propias invertidas en la granja”, contó Chinwasa.
Además, añadió que “el gobierno no es responsable por la inundación o el daño resultante a sus cultivos”. Sin embargo, hizo un llamado a la Autoridad de Agua y Alcantarillado de Trinidad y Tobago (WASA), para trabajar con los agricultores, el Ministerio y agencias de desarrollo con el fin de garantizar que los desagües principales en las áreas agrícolas se limpien continuamente y que las instalaciones de captación y almacenamiento de agua sean adecuadas para mitigar el impacto de estos fenómenos.
Por su parte Ricky Castello, un agricultor de vegetales de la misma ciudad, confirmó que el fenómeno climático que los afectó, provocó la peor inundación que haya visto en sus 20 años.
“Estimo que mis pérdidas superan los 95,000 dólares trinitenses (aproximadamente USD 15,000), y aunque estamos acostumbrados a las inundaciones en esta área, es el tiempo que se tarda en bajar el nivel del agua”, remarcó Castello, evidenciando la poca capacidad de los suelos y drenajes para absorber y administrar el volumen de lluvia.
Orange Grove no ha sido la única comunidad agrícola afectada donde el IICA trabaja. Maloney, Fishing Pond, Plum Mitan, North Manzanilla y Matelot ven reflejada la misma situación. Incluso, los agricultores tienen problemas para llegar hasta sus parcelas con el fin de evaluar los daños y saber cómo pueden reiniciar la producción.
Con este trago amargo los productores trinitenses se han organizado para ayudarse entre ellos, pero son conscientes que necesitan el apoyo de otras instancias, contar con una infraestructura mejorada de drenaje, provisión de servicios básicos en casos de emergencia, así como el apoyo para completar el trámite requerido para acceder al soporte de recuperación y desarrollo.
El IICA ya les expresó su anuencia de contribuir con el proceso de recuperación, trabajando directamente con las comunidades, productores afectados e instituciones responsables del agro en este país, brindándoles socorro y la asistencia técnica que tanto necesitan.