(EP) El Gobierno de Etiopía ha expresado este martes su rechazo a la "guerra psicológica" lanzada por las autoridades egipcias tras su decisión de desviar un tramo del Nilo Azul, afluente del Nilo, para construir la presa del Gran Renacimiento y ha subrayado que seguirá adelante con sus trabajos.
El portavoz del Ministerio de Exteriores etíope, Dina Mufti, ha indicado que las palabras del presidente egipcio, Mohamed Mursi, que sostuvo el lunes que "todas las opciones están sobre la mesa" para lidiar con el asunto, "son una fanfarronería que no va a distraer la atención de Addis Abeba".
"Etiopía no está intimidada por la guerra psicológica de Egipto y no detendrá la construcción de la presa, ni siquiera durante unos segundos", ha agregado. "Ningún país actúa sin precauciones. Dejad en paz a Etiopía, que tiene un historial de defensa de su independencia ante todas las fuerzas del mal", ha recalcado Mufti.
Durante su discurso del lunes, Mursi reiteró en múltiples ocasiones que El Cairo "no tolerará" ninguna amenaza contra su cuota tradicional de agua del río e indicó que "Egipto defenderá cada gota de agua del Nilo con sangre si es necesario".
"El pueblo de Egipto es paciente con todo, a menos que sus fronteras y vidas sean amenazadas, en cuyo caso se unen para arrancar la amenaza de raíz", advirtió Mursi.
Asimismo, acusó de la tensión bilateral a "las décadas de corrupción y falta de transparencia" durante los gobiernos del expresidente Hosni Mubarak y resaltó que el actual Ejecutivo "ha hecho esfuerzos para mejorar sus relaciones con los países de la cuenca del Nilo".
"No queremos crearnos enemigos, queremos diálogo y desarrollo para África", recalcó, antes de solicitar a las formaciones políticas del país que dejen de lado sus rivalidades y se unan ante el desafío común.
La semana pasada, Etiopía convocó al embajador egipcio tras las declaraciones de políticos egipcios que defendieron una intervención militar o apoyar a los rebeldes etíopes, un síntoma de la gravedad que supone esta cuestión en Egipto.
Desde 1902 se han firmado decenas de acuerdos regulando la distribución de las aguas del Nilo, incluyendo uno que data de 1959 en el que se estipula la cuota exacta que ha de recibir Egipto. En la mayoría de los mismos se estipula que ningún país puede construir presas o proyectos de irrigación sin notificar al resto de los países de la cuenca.
Por su parte, el Gobierno de Sudán, el tercer país afectado, afirmó la semana pasada que los trabajos de construcción "no afectarán" al país y reiteró su compromiso para continuar la cooperación con Addis Abeba y El Cairo con el objetivo de garantizar el máximo beneficio de los tres países de la explotación de los recursos del Nilo.