Pandemia y digitalización: ¿Saldremos de esta pandemia más digitales?
En lo más duro de la pandemia surgía una idea recurrente: que de esta íbamos a salir mejores. Más que una creencia firme era un deseo, una esperanza, quizá para compensar todos los malos momentos que estábamos pasando.
Íbamos a salir más fuertes, más solidarios, más conscientes del valor de la sanidad y de la importancia de todos los trabajadores esenciales. Ahora que parece que estamos cada vez más cerca, cada uno que valore en qué grado esos deseos se han convertido en realidades.
Pero uno de los aspectos en los que sí había razones objetivas para pensar que íbamos a mejorar era en la digitalización. Y en ciertos aspectos sin duda hemos mejorado mucho. Quien no se manejaba con las videollamadas, no tuvo más remedio que ponerse al día; el comercio online tomó más fuerza que nunca y muchas empresas se dieron cuenta de que el teletrabajo podía ser una herramienta más en su día a día (y al principio la única).
En algunos sectores y empresas, más evolucionados, la adaptación fue sencilla, ya que tenían su actividad ya muy digitalizada y tenían esas herramientas y capacidades ya desarrolladas. En otras, sin embargo, supuso un gran esfuerzo y seguramente una pérdida de eficiencia, al menos al principio.
Es en esos primeros momentos donde las soluciones digitales demostraron todo su potencial, especialmente cuando se conocía poco del virus y la situación requería un mínimo contacto entre personas. El simple hecho de que pudieras abrir una puerta casi sin tocarla era algo muy valorado.
Nuestros clientes, según nos cuentan, aparte de las ventajas habituales del sistema de accesos inteligente, el hecho de que cada trabajador tuviera su propia llave válida para todas las cerraduras y que no necesitara entrar en contacto con nadie ni usar llaves comunitarias, cobraba una nueva importancia. Ya no solo era más cómodo y eficiente, sino que era más seguro.
Sinceramente, no era nuestra intención diseñar un sistema que ayudara a evitar contactos en caso de pandemia, pero nos alegra que haya ayudado. Pero es lo bueno de las herramientas digitales como la nuestra, que sus aplicaciones son virtualmente infinitas, dependiendo de cómo las configures y de las necesidades del cliente.
Un sector poco digitalizado
El sector del agua tiene sus peculiaridades, como cualquiera, pero muchos expertos en digitalización señalan algo que lo caracteriza: su reticencia al cambio. Le cuesta mucho adoptar cambios y nuevas tecnologías, y solo lo hace cuando están muy desarrolladas y probadas. En este aspecto sectores como el de la energía, banca, industrial o telecomunicaciones les lleva mucha delantera.
Lo bueno de las herramientas digitales como la que ofrece Locken es que sus aplicaciones son virtualmente infinitas
Y no es por falta de ideas, tecnologías y capacidades. De hecho, el sector del agua en España es tecnológicamente uno de los más avanzados del mundo y sus empresas valoradas y contratadas alrededor del globo.
Tenemos ejemplos de empresas del sector modernas, eficientes y cada vez más digitales. Y a su vez empresas proveedoras de tecnologías innovadoras que permiten llevar la digitalización al nivel de los demás sectores.
Y la pregunta que nos hacemos: ¿Habrá servido la pandemia para que el sector del agua sea más digital? O al menos, ¿servirá para poner en valor todas las ventajas de una mayor digitalización?
¿Ha mejorado la digitalización tras la pandemia?
La digitalización tiene muchos ámbitos de actuación. Uno en el que seguro que ha mejorado es sin duda en el teletrabajo para ciertas labores más “de oficina”. Esto es común a la mayoría de trabajos en los que es el ordenador es la principal herramienta de trabajo o en los que puede ser sustituido con cierta facilidad.
Para ello se han usado bien softwares propios que ya se estaban usando en las empresas para el día a día, bien softwares comerciales que existían. Pero todo esto se tuvo que hacer, recordemos, de la noche a la mañana y sin saber cuánto duraría.
En ese momento las empresas más digitalizadas tuvieron una enorme ventaja frente a las empresas menos desarrolladas. Su capacidad de adaptación fue mucho mayor y fueron capaces de minimizar los perjuicios que traía la nueva situación.
Pero la digitalización no es solo tener las herramientas adecuadas, tiene que estar integrada en el operativa diaria de la empresa y en las dinámicas de relación entre las personas. Hay que digitalizar el trabajo y a los trabajadores. Y con trabajadores nos referimos a todos los trabajadores, especialmente a los de más responsabilidad.
El sector del agua tiene sus peculiaridades, pero expertos en digitalización señalan algo que lo caracteriza: su reticencia al cambio
En muchos trabajos la falta de digitalización obedecía a una cultura del trabajo anticuada por parte de los gestores. Gestores que en ocasiones pertenecen a generaciones que empezaron a trabajar sin ni siquiera un ordenador en su mesa y con pocas ganas de actualizarse. Pero la pandemia no les ha dejado más opción que subirse al carro o dejar paso.
Y no solo ha tenido efecto en los gestores, que les ha mostrado que otras formas de trabajo son posibles y las bondades de la digitalización y el teletrabajo en el día a día, sino que ha formado a los trabajadores en esas herramientas. Y lo más importante: ha enseñado a muchos trabajadores las ventajas de tener la posibilidad de hacer las cosas de otra manera. Esto lo llevarán interiorizado el resto de su vida laboral, y cuando se ha probado, es difícil volver atrás.
¿Y las infraestructuras?
Digitalizar una infraestructura no se hace de la noche a la mañana, requiere planeamiento, tecnologías, voluntad, incentivos (u obligaciones) y, sobre todo, inversión. Y algo está fallando cuando al sector del agua aún le queda mucho camino por recorrer, aunque está en ello.
Capacidad de planeamiento tiene, de eso no hay duda, y tecnología tenemos de sobra, solo tienes que echarle un vistazo a esta revista y te encontrarás ejemplos punteros de esto, incluidos nosotros.
La voluntad existe, pero está muy lastrada por los otros componentes: la falta de incentivos y sobre todo de inversión. Y es que la digitalización no es un gasto, es una inversión que muy pronto empieza a dar réditos: aumenta la eficiencia y optimiza el consumo de agua, reduce los costes de operación, reduce los desplazamientos, reduce la energía empleada, acorta los periodos de resolución de incidencias, permite un mayor control de lo que está pasando en la infraestructura y permite tomar mejores decisiones, entre muchos otros.
La digitalización no es solo tener las herramientas adecuadas, tiene que estar integrada en el operativa diaria de la empresa
Los beneficios se notaron muy especialmente en los primeros momentos de pandemia. Una infraestructura muy digitalizada, por ejemplo, no tenía que mandar trabajadores a leer contadores, porque los leía a distancia. No tenía que recoger constantemente muestras de agua para analizar en la red, porque tenía sensores digitales instalados. No tenía que estar pendiente de garantizar físicamente el acceso a los diferentes trabajadores a diferentes partes de la infraestructura ni controlar in situ su presencia, su sistema de acceso inteligente ya se encargaba de eso (y sin compartir llaves).
En definitiva, podía gestionarse y controlarse la mayor parte de la infraestructura a distancia, no ya solo desde la oficina, sino desde un domicilio, y minimizar los desplazamientos y la presencia física de los trabajadores.
Recordemos a los trabajadores que en los primeros momentos se mudaron voluntariamente a las plantas para asegurar que todos tuviéramos agua y no poner en riesgo a sus familias. Y ya no solo los de las plantas, sino todos aquellos que tuvieron que salir a la calle a controlar, gestionar y reparar la infraestructura que nos permitió tener agua segura en nuestros grifos.
Falta de visión de futuro
El sector del agua actúa normalmente de forma reactiva. Muchas veces no se actúa hasta que se produce un problema, entonces se soluciona, pero no antes. Económicamente no es la forma más inteligente de hacer las cosas, el “más vale prevenir que curar” suele ser cierto, y sin duda es más barato a la larga.
El principal causante de esto es la infrafinanciación. Y con una falta de recursos económicos es imposible hacer grandes inversiones mirando al futuro, aunque se tenga la voluntad.
Hay que recordar dos cosas: que las infraestructuras del agua en España son públicas y que el principio de recuperación de costes establece que en la factura se debe recaudar lo suficiente para financiar no solo la operación, sino el mantenimiento y la modernización de las infraestructuras. Quizá la falta de cumplimiento de este último punto sea la clave del asunto, o al menos, una de ellas.
Digitalizar una infraestructura requiere planeamiento, tecnologías, voluntad, incentivos (u obligaciones) y, sobre todo, inversión
Estar preparados para lo inesperado
Sin duda nadie esperaba lo que ha sucedido. Una pandemia mundial era cosa de las películas y aunque algunos expertos lo apuntaban como una posibilidad, cosa que nos enteramos después, a todos nos sorprendió.
Será labor de otros especialistas concluir si saldremos de esta situación como mejores personas y más preparados, o con secuelas, más distantes y desconfiados.
Pero somos optimistas y pensamos que los obstáculos, si se superan, sirven para crecer. Como sociedad nos ha enseñado a que hay que estar preparados, que hay que invertir en una mejor industria, unos mejores servicios y unas mejores infraestructuras. Que mirar al futuro es la forma de garantizar nuestro presente.
Y ese futuro es la digitalización.