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El agua en la industria, eficiencia y efluencia

  • agua industria, eficiencia y efluencia
    Sánchez-Miel, Saenz, Morales, Molina y Díaz-Lázaro analizaron el binomio agua e industria (Fotos de Gabriel Plaza)

Sobre la Entidad

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Portada iAgua Magazine

La sede del ISM, Instituto Superior del Medio Ambiente, situado en el 140 de la calle de Velázquez, en Madrid, acogió el VII Foro iAgua Magazine, que dedicado al uso del agua en la industria. En la mesa compartieron reflexiones: José Antonio Díaz Lázaro-Carrasco, miembro de Adecagua y experto en administración pública del agua; Santiago Molina Cruzate, Director de Formación del Instituto Superior del Medio Ambiente; Abel Morales Calvo, Delegado de zonas Centro y Noreste de Labaqua; Borja Saenz Ciriza, Director de mercado de alimentación y bebidas de Aqualogy; y Francisco Sánchez-Miel Cabello, Director del Área Industrial de Aqualia Infraestructuras (FCC Aqualia).

Los años grises en los que todo valía, en los que la actividad productiva despreciaba, con o sin cabal conocimiento, los impactos medioambientales de su actividad, hiriendo crónica o traumáticamente nuestro entorno, quedaron, afortunadamente, atrás. La paulatina concienciación del ciudadano-elector-consumidor sobre la veracidad del cambio climático ha promovido una doble presión, normativa y social, sobre un sector industrial cuyos empresarios tampoco son ajenos a las nuevas sensibilidades.

La industria española afronta el reto de la eficiencia en el uso de las materias primas y de los recursos naturales, asume la responsabilidad moral intergeneracional de respetar el entorno, a pesar de soportar costes de producción que le restan competitividad frente países que no consideran ni estos ni otros condicionantes para poder dominar los mercados.

En esta pugna tan desigual, y no por fortuna, sino fruto del esfuerzo y del buen criterio, el sector industrial español alberga en sí mismo, en ocasiones sin saberlo, a un aliado estratégico: las empresas españolas de tecnología del agua son un referente internacional en soluciones innovadoras para la gestión integral del recurso y aportan respuestas contundentes para afrontar el reto de la sostenibilidad sin mermar la capacidad competitiva.

La controvertida "tarta" de los consumos

La paulatina concienciación del ciudadano-elector-consumidor sobre la veracidad del cambio climático ha promovido una doble presión, normativa y social, sobre un sector industrial cuyos empresarios tampoco son ajenos a las nuevas sensibilidades

Ahora que comienzan los rigores del verano, sepan ustedes que el principal uso del agua industrial se destina, precisamente, a la refrigeración, “el 78% del uso a nivel mundial del agua en la industria es para refrigeración” precisa Francisco Sánchez-Miel Cabello, Director del Área Industrial de Aqualia Infraestructuras, con el rigor de un especialista ya experimentado, que abunda: “Obviamente, el sector energético es el que más agua demanda, seguido del sector químico y siderúrgico que, en gran medida, también utilizan el agua como un transportador de calor, tanto para refrigerar como para calentar, y después tendríamos al sector papelero y al alimentario”.

Francisco completa la foto de consumos contextualizando en el conjunto de los grandes usos del recurso: “En función del grado de desarrollo de un país, el porcentaje de agua para industria se va incrementando, mientras que va disminuyendo el consumo de agua en agricultura; en España estaríamos, aproximadamente, en un 75% de consumo de agua para la agricultura y un 15% para la industria, siendo el 10% restante abastecimientos”.

Santiago Molina, director de formación del Instituto Superior del Medio Ambiente

José Antonio Díaz Lázaro-Carrasco, miembro de Adecagua y experto en administración pública del agua, advierte del impacto de la crisis en los porcentajes de uso, “no sería raro que en los próximos años volvieran a subir los porcentajes de usos industriales y bajaran un poquito los agrícolas, la industria manufacturera pesada está en retroceso; sin embargo, en alimentación y bebidas esto no está ocurriendo” precisó mientras dirigía su mirada en busca de ratificación a Borja Saenz Ciriza, Director de mercado de alimentación y bebidas de Aqualogy, que, para satisfacción de la mesa, corroboró: “el sector de alimentación y bebidas está siendo uno de los motores de nuestra economía en estos difíciles años”, de lo que se deduce que la distribución de los consumos de agua bien podría ser un indicador de salud sectorial, a pesar de que no contamos con criterios unificados, lo cual introduce serias distorsiones, como advertía Francisco Sánchez-Miel: “muchas veces, en la industria no se considera la refrigeración”. En este sentido, José Antonio Díaz verbalizó un deseo que sería extraordinario si se hiciera cierto: “No estaría mal que el INE (Instituto Nacional de Estadística) volviera a repetir el magnífico trabajo que hizo en su momento sobre usos del agua y que lo manejáramos todos sobre unos criterios estables y bien definidos, porque otras fuentes atribuyen, por poner un ejemplo, tan sólo un 2% a los procesos industriales, porque dejan fuera, efectivamente, la refrigeración”.

Abel Morales Calvo, Delegado de Zonas Centro y Noreste de Labaqua, introdujo un matiz que cada día será más relevante, “el uso y el consumo, son cosas distintas pero que se miden exactamente igual; porque la reutilización del agua puede considerarse un consumo, como la incorporación de esa agua a tu producto”, para Abel Morales considerar estos criterios finos sería muy valioso, porque “lo interesante es llegar a monitorizar esa evolución año tras año, para comprobar cómo y de qué manera, las empresas consiguen optimizar sus consumos de agua”.

José Antonio Díaz-Lázaro, representante de Adecagua y experto en administración pública del agua

Actitud y aptitud para evolucionar hacia la mejora

Santiago Molina, Director de Formación del Instituto Superior del Medio Ambiente, quiso destacar el papel de los profesionales del sector y la importancia de sumar aptitudes a las actitudes, porque la tecnología, siempre al servicio de la eficiencia, es reflejo de la suma de ambas variables. A juicio de Santiago, “la inminente trasposición de Directivas comunitarias impone necesidades formativas que debemos cubrir, puesto que los futuros escenarios legales condicionarán las características que deberán cumplir en adelante nuestros efluentes y, por lo tanto, las tecnología que la industria deberá aplicar”.

José Antonio Díaz, con la autoridad del rigor que aporta en todas sus afirmaciones, destaca la trascendencia del conocimiento especializado de los profesionales y empresas del sector: “Antes de que un profesional comience a desarrollar una depuradora para una industria, debe meterse dentro de la propia industria, para comprender la totalidad de los procesos: cómo se cierran los circuitos que pudieran tener pérdidas, cómo se podría incrementar la eficiencia… y, una vez tratada la dinámica productiva interna, tendremos un efluente específico, que requerirá una solución a medida, porque ninguna industria es igual, lo normal va a ser una balsa de homogenización, un tratamiento físico-químico y un tratamiento biológico, pero siempre ajustado a unas determinadas singularidades posiblemente irrepetibles”.

Borja Saenz,  Director de mercado de alimentación y bebidas de Aqualogy

Borja Saenz comprende perfectamente lo que es tener que introducirse en una industria para aportar soluciones a medida y especialmente complejas, en un sector, alimentación y bebidas, “donde el agua adquiere un papel capital dentro del proceso, como una materia prima que forma parte del producto. En Aqualogy, nuestra preocupación y nuestra línea de negocio avanza en esa vía: diseñar, instalar y operar todo este tipo de instalaciones en un sector trascendental para nuestra economía y con unas características y requerimientos muy específicos”

Francisco Sánchez-Miel destaca la importancia de la industria española del agua y, singularmente, el carácter innovador de Aqualia: “cuando todavía en muchos municipios no había depuradoras biológicas, y se tenían solo tratamientos primarios, nosotros, por ejemplo en algunas refinerías de España, ya estábamos montando  tratamientos biológicos”. “Actualmente –continuó- seguimos manteniendo ese criterio de innovación, de aplicar las tecnologías en aras de mantener e impulsar la competitividad de la industria, pensando siempre en procesos con bajos costes de operación, adaptados a las posibles restricciones legales que puedan venir en el futuro”, aunque se lamentaba, “Actualmente en España no hay demasiada actividad, la crisis se ha notado en dos vertientes: por un lados sufrimos la ausencia de nuevas inversiones de modernización o nuevas fábricas y, por otro lado, las Administraciones han bajado un poco la presión sobre muchos de los sectores, porque están muy ahogados. Así que la orientación hacia el mercado exterior es básica, a la espera de que se empiece a notar una recuperación interna”.

Abel Morales Calvo, Delegado de zonas Centro y Noreste de Labaqua

Abel Morales, de Labaqua, advierte a mesa que él observa la cuestión desde una perspectiva diferente pero complementaria, “nosotros estamos en la parte de control, en la parte del seguimiento de todo lo que vosotros mejoráis, nosotros intentamos medirlo porque sin la medición no hay control, no hay evaluación y no hay mejora. Normalmente, un cliente no te dice: “quiero comprar una depuradora”, lo que quiere es cumplir con la normativa o cumplir con la calidad del producto o del agua que necesite para su proceso, y nosotros procuramos aportarle soluciones para las distintas fases de su proceso productivo. El control, normalmente, va muy asociado a un cumplimiento legal, pero también es importante alcanzar mejoras, como en materia de eficiencia energética o en la reducción de los consumos de agua”.

 

La industria española afronta la responsabilidad moral intergeneracional de respetar el entorno, a pesar de soportar costes de producción que le restan competitividad frente países que no consideran ni estos ni otros condicionantes para poder dominar los mercados

Borja Saenz advierte una sensibilidad y un conocimiento cada vez mayor de los empresarios “detectamos concienciación en nuestros interlocutores, en el cliente  industrial, que destinan cada vez más personal a atender las áreas de Medio Ambiente y de tratamiento de aguas” Santiago Molina continua en esta dirección: “muchas empresas se esfuerzan, además, en dar a conocer lo que están haciendo; en general, tenemos que presumir de lo que nuestra industria está haciendo por proteger nuestro patrimonio natural y por alcanzar una  gestión eficaz de los recursos”.

Francisco Sánchez-Miel se congratula de que hace unos años había cierta resistencia por parte de los industriales a gastar el dinero en depuración, porque no lo veían como algo productivo; pero, afortunadamente, esa concepción ha ido cambiando y, aunque como es lógico, el empresario sigue pensando en optimizar costes, las industrias ya consideran, y por poner un ejemplo, la parte operativa de las plantas de depuración como un aspecto importante en su gestión”

José Antonio Díaz asevera que “Nuestros jóvenes están más formados y ya no se conforman con vivir y dejar vivir… no, no, ellos quieren un Medio Ambiente saludable y están demandando agua limpia y aire limpio. El empresario, por otro lado, también ha cambiado, por la presión social y porque forman parte también de la propia Sociedad y, evidentemente, como consecuencia estar integrados en la Unión Europea, España ha tenido que asumir una serie de Directivas y, lo que es más importante, cumplirlas, porque no es que en España no tuviéramos normativa, que la teníamos y no era mala, lo que pasa es que no se cumplía”.

Francisco Sánchez-Miel Cabello, Director del Área Industrial de Aqualia Infraestructuras (FCC Aqualia)

Abel Morales considera que  “es cierto que se dio un cambio muy importante a raíz de la entrada en la Unión Europea y de la obligatoriedad del cumplimiento de las Directivas comunitaria; así como de oportunidad que supuso el acceso a fondos europeos para adecuar los vertidos y construir depuradoras o instalaciones de tratamiento, pero el salto importante vino unos años después, a mediados de los 90, con el boom de las ISO-14000, cuando ya es el mercado el que manda, y si una industria quiere poner su producto en la calle necesita una 14000, porque le interesa que la marca tenga una imagen de respeto al Medio Ambiente y, consecuentemente, toda la cadena de suministros, los proveedores, van a tener que estar también certificados. España ocupa el cuarto puesto en cantidad de ISOS 14000, con todo lo que ello supone, tanto en la inspección y cumplimiento de requisitos, como en el compromiso de mejora continua, que nos ha llevado a buscar las mejores tecnologías para cumplir los valores límite, y en muchos casos mejorarlos, con la tecnología idónea disponible que se considere económicamente razonable”

Francisco Sánchez-Miel introduce a este respecto una consideración esencial: “algunas empresas, algunos sectores, se caracterizan por grandes caudales, a lo mejor con bajo contenido de contaminación; en otros casos, nos encontramos poco caudal, pero con un gran contenido de contaminantes típicos, de materia orgánica o de nutrientes, y se empieza a hablar ya de otros tipos de contaminantes, como pueden ser los disruptores endocrinos en las papeleras o en determinados compuestos farmacéuticos, que según nos va permitiendo la tecnología analizarlos, pues nos vamos dando cuenta de que también hay que centrarse en ellos”

Abel: “claro, el concepto “contaminar” debería de manejarse también desde otro punto de vista, el de saber lo que es carga contaminante y lo que luego puede ser el impacto que tiene esa carga en el Medio Ambiente”. Santiago Molina: “hay elementos que desconocíamos que existían hasta hace relativamente poco, los mediamos y no éramos conscientes de las implicaciones que podía tener en cualquier tipo de vertidos. Cada día nos encontramos con un mayor número de elementos contaminantes que se consideran independientemente de lo que diga la autorización de vertido o de lo que indiquen las recomendaciones relacionadas con las mejores técnicas disponibles. Se está interiorizando la necesidad de control, que no sea algo que yo tenga que llevar a cabo porque mi autorización ambiental integrada dice que no puedo superar un determinado tipo de límites” Sin embargo, la experiencia de Jose Antonio, no ha ratificado esta percepción, “Yo creo que no. El empresario va a hacer lo que le obligue la normativa… No conozco a ningún empresario, ni a ninguna empresa que haya realizado inversiones no productivas en este sentido, sólo las exigidas por la normativa en vigor”. Sin embargo, apura Santiago, “considero una percepción general que la gente está mucho más informada y pueden tomar decisiones en relación a una información a la que antes no tenía acceso, y modula su decisiones de compra en función de la responsabilidad, más allá de la normativa, de cada marca” y en ese punto si hubo comunión, ilustrada por Jose Antonio con un ejemplo elocuente: “Hace  30 años, el ciudadano de Torrelavega, cuando veía espumas en la bahía y en la playa de Suances,  se callaba… ahora no se calla y dice: “¡qué no puede ser, qué no puede ser!” pero ratifica José Antonio categórico, aunque ampliando su postura, con una consideración final para la reflexión: “el empresario invierte en la medida que le presiona la sociedad o le presiona la legislación, a no ser que el que le tiene que presionar trabaje en la empresa que le da de comer todos los días”.

¿Más sostenibilidad equivale a menos competitividad?

La industria española afronta la responsabilidad moral intergeneracional de respetar el entorno, a pesar de soportar costes de producción que le restan competitividad frente países que no consideran ni estos ni otros condicionantes para poder dominar los mercados

Jose Antonio entiende que lo uno no está reñido con lo otro… dentro del mercado europeo: “a nivel europeo estamos en las mismas condiciones, distinto es cuando hablamos de competir en otros países que no tienen las mismas exigencias que impone la Unión Europea”. Francisco Sánchez-Miel ofrece un ejemplo muy ilustrativo: “El sector textil español ha desaparecido por la competencia del sector Chino, que no tiene estas restricciones. Pero claro, en China, medioambientalmente se están cargando el país y pagar el precio de permitir esas condiciones para que nuestras empresas sean competitivas frente a China o África no es el camino adecuado”

Borja Saenz considera que “estamos abocados a incrementar la eficiencia de nuestros procesos, tanto en la parte de agua, que nos afecta a nosotros directamente, como en todos los procesos industriales productivos, tan sencillo como producir más con menos, y eso viene favorecido, por ejemplo, por iniciativas como la de la huella hídrica, que nos afecta directamente a nosotros.  Se van dando pasitos poco a poco, ahora, con la ISO 14046,  tenemos un indicador certificable que puede dar herramientas para que los industriales tengan un conocimiento de sus puntos críticos de consumo, de todo el proceso del agua dentro de su cadena de producción”.

Abel Morales afirma contundente: “En principio, las empresas que contaminan, hoy por hoy, y hablamos de vertidos líquidos, son las que quieren hacerlo, no tienen ninguna excusa. Hay tecnologías suficientes y económicamente viables como para reducir y cumplir los valores que, en el momento en que van a un saneamiento integral, que ya tiene un tratamiento de fin de  línea, son bastantes permisivos”.

Es así, las industrias que realizan un esfuerzo especial, añade Borja, “son las empresas que están sujetas a la IPPC (Oficina Europea de Prevención y Control Integrados de la Contaminación), porque si tienes un ojo puesto encima de ti para controlar lo que estás haciendo, obviamente te centras más, además que la IPCC tiene también una obligación de hacer públicos sus datos, por lo que de nuevo volvemos al mercado, que somos nosotros, que decidimos si las empresas que nos están consumiendo o contaminando los recursos naturales son las que realmente queremos tener para satisfacer nuestro consumo habitual”, para concluir con otra casuística sensible en el que se hace un gran esfuerzo, el de “algunas empresa que por estar en una zona de especial protección, tienen un elevado nivel de control”.

Francisco Sánchez-Miel  en cuanto a eficiencia, “sí que creo que hay sectores que se han destacado en los últimos años, por ejemplo el sector papelero, que llegó a unos acuerdos con el Ministerio para poder reutilizar agua eficientemente, de hecho se le aplicaron un tipo de limitaciones que yo creo que son muy acertadas, no eran por concentración de contaminantes sino por kilos de contaminantes en base a las toneladas de papel que fabricaban y este sector, la verdad, es que ha hecho un gran esfuerzo por economizar agua y además disminuir la contaminación, depurar de una forma sobresaliente”  para concluir: “Otro sector, como alimentación y bebidas, efectivamente ha sido también muy activo; pero la propia legislación, ya no me refiero a la que regula el control de contaminación, sino la que se refiere a la utilización o la reutilización de agua en la industria, está suponiendo una limitación” cuestión que Borja, asintiendo, completa “totalmente, el 1.620 no te deja”.

Un pasado gris, un futuro azul

Para José Antonio, avalado por sus conocimientos y perspectiva, “ Aznalcóllar fue un disparate que en ningún momento se tenía que haber permitido, aquello no era una balsa, ¡era una presa!, nunca se debió permitir”. Si se pone de nuevo en marcha, continuó, “hay que exigirle unas condiciones muy restrictivas a su funcionamiento, si quiere usted hacer una balsa no la haga hacia arriba, hágala hacia abajo por seguridad y con unos sistemas de control de lo que pasa tanto en la balsa como alrededor de la ella, puede ser que en la balsa no haya problemas, pero hay que controlar la estanqueidad y que no se contaminen los acuíferos”

Francisco Sánchez-Miel se queda con lo único positivo de ésta y otras catástrofes del pasado: la lección aprendida. “La ventaja de la lección es que ahora mismo las concesiones mineras que se están otorgando en la zona de Huelva se limita la ejecución de balsas para acumulación de aguas, cosa que en otros países se hace para retener las aguas de correntía, las aguas de contacto y toda el agua que va produciendo asociada a la actividad minera. Todas estas corrientes se tienen que ir tratando mediante un sistema de vertido cero, a base de ósmosis y sistemas de evaporación para el concentrado en algunos casos. Es decir, mientras el precio del metal permita este “nivel de seguridad ambiental” la actividad será sostenible, pero si el precio baja en el mercado internacional, la actividad minera se pararía o se desplazaría a otros países menos exigentes esa es la cuestión”.

Abel nos recuerda que “la Ley de Responsabilidad Ambiental representa un punto de inflexión, ¿el que contamina paga?, la ley pide que se garantice de alguna manera que, en el caso de que se produzca un desastre, primero se cuente con medidas para que se pueda contener una catástrofe y, segundo, que, en el caso de que se produzca, se tiene que contar con una de garantía financiera que permita asegurar que vas a devolver a su estado original el entorno dañado o, si esto ya no pudiera ser, una actuación equivalente en otro lugar” Entonces, culmina Abel su explicación, “ya no es sólo que el que contamina paga una multa, pues a veces todos sabemos que una sanción es mucho más sencilla de abordar que una gran inversión para dejar de contaminar. La Ley de Responsabilidad Ambiental, a la que todavía le queda recorrido, va enfocada en esta dirección”.

Para José Antonio, el principio del que contamina paga se aplica a lo siguiente: “usted paga porque devuelve el recurso al medio en unas condiciones distintas de las que lo tomó, pero cumpliendo con la normativa. Es decir, si yo cojo agua limpia, hago mi proceso y la vierto, la estoy devolviendo al medio en condiciones distintas y por eso pago un canon de control de vertidos, que es lo que en este momento está regulado; pero si usted no cumple, no es que pague por no cumplir porque puede estar cometiendo un delito tipificado en el Código Penal y puede ir a la cárcel como ha ocurrido en algunos casos”.

José Antonio Díaz añadió, con resignada indignación, un episodio más a esta lúgubre historia de desastres naturales motivados por una mala praxis ante la ausencia de legislación o sanción eficaz, “Un ejemplo más es la bahía de Escombreras, en Escombreras una empresa británica estuvo vertiendo durante años todos los residuos de minería y tienen aquello colmatado de metales”; pero José Antonio logró rehacer su tono para concluir nuestro VII Foro iAgua Magazine con palabras de optimismo realista: “Estamos saliendo de una crisis, pero no hay que bajar el listón, hay que seguir con la misma presión, la Unión Europea tampoco va a permitir que nos relajemos. La industria puede volver a producir al mismo nivel o parecido al de años anteriores, y tiene que hacerlo en las condiciones que le marca la norma, por el entorno, por el sentido común, por la sociedad”.

Los protagonistas

José Antonio Díaz

“El empresario invierte en la medida que le presiona la sociedad o la legislación, a no ser que el que le tiene que presionar trabaje en la empresa que le da de comer ”.

Santiago Molina:

“Tenemos que presumir de lo que nuestra industria está haciendo por proteger los recursos naturales y por alcanzar una gestión eficaz de los recursos”.

Abel Morales Calvo

“Las empresas que contaminan son las que quieren hacerlo, no tienen excusa. Hay tecnologías suficientes y económicamente viables para reducir y cumplir con los valores”

Borja Saenz

“Estamos abocados a incrementar la eficiencia de nuestros procesos en todos los procesos industriales productivos, tan sencillo como producir más con menos”

Francisco Sánchez-Miel

Hace años había resistencia de los industriales a gastar dinero en depuración, porque no lo veían como algo productivo, afortunadamente esa concepción ha ido cambiando”

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