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La agricultura en España: cuando el agua es protagonista

A pesar de suponer una parte importante del PIB español, la agricultura de regadío es una gran desconocida entre el público general. Muchas ideas arraigadas en el imaginario común tienen como base principios obsoletos que hace tiempo que se quedaron atrás. Es más: a día de hoy, el agricultor medio español dispone de herramientas digitales suficientes como para hacer palidecer a cualquier millennial.

A este arsenal de tecnología hay que sumar que España es, además, un país puntero en la gestión del agua, una capacidad que viene dada por una limitación fundamental: la escasez del recurso hídrico. Por tanto, la suma del manejo eficiente del agua y la digitalización de la agricultura da como resultado un sistema agrícola sostenible, al menos en el plano teórico.

Reunimos a 5 expertos de diferentes esferas del sector agrícola para analizar la situación actual y los retos futuros de la relación del recurso hídrico con el panorama de la agricultura española.

Sin embargo, en este (aparentemente) tranquilo escenario hay factores que requieren una especial atención. Los costes de agua y energía, la aplicación de la legislación nacional y europea, la despoblación rural o el papel de la comunicación son elementos que precisan un exhaustivo estudio por parte de todos los agentes implicados en el sector.

Con todo ello, Roca Madrid Gallery se ha convertido una vez más en escenario de un intenso debate en el que María Fernández, subdirectora general de Regadíos e Infraestructuras Rurales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA); Juan Valero de Palma, secretario general de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore); Mariano Soto, secretario general de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena; Juan Luis Castillo, director de Zona II de Aqualia; y Rafael González, investigador postdoctoral de la Universidad de Castilla-La Mancha y Premio Cátedra AgroBank, analizan los retos del regadío que tenemos y el que está por llegar.

El regadío que tenemos vs. el que imaginamos

“Podemos estar orgullosos de los regadíos que tenemos en España”, comienza Juan Valero. “Después de Israel, somos el país con más regadíos modernizados. Con 3,5 millones de hectáreas, tenemos el 55% en riego localizado”, describe. “Es una pena, porque la opinión pública tiene la sensación de que los regadíos desperdician agua. Esa imagen no se corresponde con la realidad”, se lamenta el Secretario General de Fenacore.

Mariano Soto lo corrobora con un ejemplo: “En Murcia, más del 84% es riego localizado y en el campo de Cartagena más del 96%. Recibimos continuamente visitas, tanto nacionales como internacionales, para conocer in situ la tecnología que aplicamos. Esto contrasta con la imagen de descontrol con el agua y que el regante hace lo que quiere, cuando es totalmente falso”. Cuanto menos, le resulta “curioso que tenemos una tecnología que todo el mundo admira, y desde algunos sectores de la opinión pública no paran de criticarnos”.

Con esa buena opinión desde el sector, ¿deberíamos, entonces, modernizar todo el regadío? “Queda un 20% de regadíos por gravedad donde tenemos arrozales que no se pueden modernizar. O regadíos periurbanos tradicionales en el entorno de las ciudades, donde es muy difícil”, cuenta Juan Valero. “Yo no modernizaría el 100%”, reseña Mariano Soto. “Hay zonas donde el regadío tradicional tiene su significancia histórica y paisajística. No tiene sentido en ese caso; las áreas singulares hay que defenderlas”.

Tecnificación y digitalización, culpables

Si tenemos que buscar a un responsable de que nuestro país sea referente, la modernización tiene todas las papeletas. Rafael González lo constata: “Desde 2009-2010 hasta hoy, las comunidades de regantes se gestionan de una forma completamente distinta. En esos años se escenificó un cambio importante. La modernización trajo riegos por presión, nuevos sistemas, cultivos más intensivos y mayor productividad y flexibilidad a la hora de regar”. Mariano Soto se va más atrás: “En 1997, la comunidad de regantes de Mula ya tenía un sistema automatizado único en el mundo. Nosotros en 2000 ya teníamos parte con telecontrol y estábamos manejando sistemas de información geográfica”. Ahora, por fortuna, “hay ejemplos en todas partes del país”. Rafael González observa que “hasta esa fecha (2010), hubo malas experiencias. Eso hizo que se diera un paso atrás un par de años, porque no se confiaba en la tecnología y había comunidades en contra”.

El caso de Campo de Cartagena es paradigmático, cuenta Mariano Soto: “Estuvimos de 1996 al 2000 para automatizar 5.000 hectáreas de regadíos. Éramos de los pocos que estábamos utilizando estas tecnologías. En 2006, automatizamos 24.000 hectáreas en solo dos años. Era una tecnología nueva; ahora el telecontrol de la red de riego está muy extendido”. Y prosigue con la situación a día de hoy: “A nivel de ingeniería, se puede conseguir una eficiencia de prácticamente el 100%. En muchas comunidades de regantes podemos encontrar eficiencias de distribución en torno al 96-97%. Donde queda margen, gracias a la aplicación de las TIC, es en gestión. Se pueden conseguir ahorros de agua de un 15-20%. Y a nivel parcela se ha producido una gran revolución por la monitorización mediante sensores, procesamiento de datos y análisis de la información”.

Juan Valero: "El desierto está creciendo, y si no hubiera regadíos en el sureste de España, sería desierto. El regadío frena la desertización"

La empresa juega un papel importante, según Juan Luis Castillo: “Las aplicaciones que desarrollamos para regantes proponen el riego en función de la evapotranspiración, la humedad ambiental, el grado de maduración del cultivo… Estamos en una fase de revolución tecnológica. Trabajamos en la posibilidad de la fertiirrigación”. También opina que “a los regantes les ha costado históricamente orientarse a las nuevas tecnologías, pero una vez que las han probado y les han funcionado, se han abierto a la colaboración con las empresas especializadas”.

Para María Fernández, “la sociedad cree equivocadamente que la modernización del riego es coger una acequia y poner una tubería. Y no es lo único. Hay temas de teledetección por satélite, telecontrol… De hecho, desde el MAPA estamos perfilando la norma que normalice los sistemas de telecontrol para la interoperabilidad de los sistemas, y es impresionante el nivel”. Aunque, apunta, “parece que las administraciones hemos descubierto la pólvora con la digitalización, pero es un elemento transversal que lleva pasando 20-30 años”. Juan Luis Castillo cree que “estamos en una segunda fase. En muy poco tiempo hemos pasado de 0 a 100, y nos queda todavía recorrido”.

Juan Valero lo resume así: “La realidad del regadío español es riego localizado, cultivos hidropónicos, regantes manejando el riego y haciendo peticiones por móvil con la página web, cambiando los turnos, ajustando cuando llueve... Hay muy pocos países que, con carácter tan generalizado en toda su geografía, tengan regadíos tan modernizados”.

  • María Fernández: "El regante modernizado, interesado por las nuevas tecnologías, apuesta por cultivos que tienen una mejor acogida en el mercado"
  • Juan Valero: "El suelo utilizado en agricultura tiene que tener la mayor rentabilidad y productividad posible, y eso lo da el regadío"
  • Mariano Soto: "Hay zonas donde el regadío tradicional tiene su significancia histórica y paisajística; no tiene sentido en ese caso modernizar"
  • Juan Luis Castillo: "Las empresas trabajamos en colaboración con los regantes para buscar cultivos innovadores, e incluso asumir riesgos desde su parte"
  • Rafael González: "Ninguno hacemos el esfuerzo en llegar al resto de la sociedad; hay un gap importante desde el agricultor al resto de la sociedad"

El camino a recorrer: colaboración

“El regante modernizado, interesado por las nuevas tecnologías, apuesta además por cultivos que tienen una mejor acogida en el mercado”, indica María Fernández. “El nivel de todo tipo de explotaciones es impresionante en cuanto a decisión de cultivo, gestión del agua, gestión de energía, etc.”. Por su parte, las empresas “trabajamos en colaboración con los regantes para buscar cultivos innovadores, e incluso asumir riesgos desde su parte”, refiere Juan Luis Castillo. “Aportamos nuestra capacidad de hacer los sistemas más eficientes y sostenibles, y nos ha costado mucho que los regantes entendieran”. “Al final, la empresa tiene un papel muy importante”, corrobora Mariano Soto. A ello se suma “la cooperación con la administración estatal y autonómica, y la colaboración entre universidades y centros de investigación”.

“Es un sistema tan complejo que sin la cooperación de todos los implicados no hay actuaciones que lleguen a buen puerto”, insinúa María Fernández. “Entran en juego tantas variables que es imposible atajarlo por un solo actor. Hay que interiorizarlo cuando se habla de regadío: es una actividad puntera donde se tienen que conjugar muchas disciplinas y actores”. “Estoy de acuerdo”, apoya Juan Valero. Añade que “en la transformación que se ha producido de esos 2 millones de hectáreas en estos últimos 20-25 años, ha intervenido el Estado a través de SEIASA, que es un instrumento, pero no el único. No hay una solución ideal. Son tan diferentes los regadíos en España de unas zonas a otras que es importante que intervengan todas las administraciones y empresas públicas. Me asusta ver cómo desde algunos ámbitos se quiere que la modernización solo tenga un modelo”, remata.

María Fernández da un paso atrás: “Lo estamos centrando en modernización, que es hacia donde hay que ir, pero la colaboración en regadío se da desde el inicio. Si no, no hubiera sido posible llegar a los niveles en los que estamos ahora”.

Juan Luis Castillo: “Se puede ganar mucho más en diseño del regadío que luego en soluciones correctivas o de gestión cuando el riego ya está implantado”

¿Qué estamos haciendo mal?

¿Cuál es, entonces, la verdadera importancia del regadío? Según María Fernández, “fundamental. Es el 65% de la producción final vegetal”. Sugiere que “el regadío va asociado a la actividad de un sector primario que no hemos sabido comunicar adecuadamente a nivel general. Puertas para adentro hay muchos foros, pero hacia afuera no. Quizás porque es algo tan específico que cuesta comunicar en grandes titulares”.

No todos están de acuerdo. Rafael González cree que “no hacemos el esfuerzo en llegar al resto de la sociedad. Hay un gap importante desde el agricultor al resto de la sociedad, y se da porque no hay relación entre ellos”. Juan Valero se mueve en esta misma línea: “Parte de culpa la tenemos nosotros. Tenemos que hacer autocrítica, porque hemos hecho el esfuerzo en hacer el cambio y no lo hemos vendido”. Considera que “los presidentes de las comunidades, los secretarios, los técnicos y las juntas de gobierno han vendido la modernización a sus regantes. Nos falta dedicar una parte de nuestros presupuestos a hacer esas campañas”. “Y la administración”, apostilla María Fernández. “La comunicación dentro de las administraciones no se ha trabajado, por lo menos en agricultura. Estamos intentando hacer un plan de comunicación sobre el regadío, pero a los directores de obra no les parece relevante. Y si haces una buena política de comunicación, tienes el apoyo social y beneficias a todo el sector”. “Tienes razón”, reafirma Juan Luis Castillo, “hay que cambiar el chip y ser proactivos, porque tampoco es fácil que la sociedad compre el mensaje”. Esto sería fundamental porque “vivimos en un mundo urbano, y lo que pasa en el ámbito rural preocupa relativamente poco. Al revés: genera mucha más turbación pensar que los regantes están afectando al medio ambiente”. “Porque haya más gente dando gritos, no significa que lleven más razón”, encadena Rafael González. “Pero llegan más”, sentencia Mariano Soto.

Regadío: la modernización continua

156 páginas con el mayor análisis de la realidad del regadío español.

Las razones para mantener el regadío en España

Detrás de esta demanda de comunicar, se esconde la necesidad de mantener el regadío. Razones sobran: “En este planeta sobrepoblado, vamos a tener un problema para alimentar a todos los ciudadanos. Miles de millones de personas tendrán dificultades para acceder a la producción vegetal”, afirma Juan Luis Castillo. En España, continúa, “tenemos una desventaja competitiva. Debemos intentar que se mantenga la actividad primaria, y la manera es el regadío”. “La alimentación es fundamental”, señala María Fernández, “pero ¿y la ordenación del territorio? No lo olvidemos, la despoblación está ahora en el centro de todo. Comparando las cifras en zonas con regadío y sin regadío, las provincias más despobladas eran donde menos se había invertido en regadío. Hay una correlación”. “Hay que mantener una estructura social y económica en el ámbito rural, y el regadío garantiza que las zonas rurales mantengan una economía que fije a los jóvenes en el territorio”, manifiesta Juan Luis Castillo.

La productividad es otro factor a tener en cuenta: “Una hectárea de regadío produce, de media, 6 veces más que una de secano”, interviene Juan Valero. “El suelo es un recurso limitado. El suelo utilizado en agricultura tiene que tener la mayor rentabilidad y productividad posible, y eso lo da el regadío”. A ello se suma un elemento económico: “La principal industria de España es la agroalimentaria, y su base es el regadío”, avanza el secretario general de Fenacore. “Estamos hablando del 20% del PIB. El secano está orientado hacia un monocultivo. En regadío hay una variedad de cultivos que permiten adaptar las producciones a las necesidades del mercado con rapidez”.

Por supuesto, el medio ambiente entra en la ecuación: “El regadío es un gran sumidero de CO2”, informa Mariano Soto. Respecto a la desertificación que sufre nuestro país, Juan Valero asevera que “el desierto está creciendo, y si no hubiera regadíos en el sureste de España, serían desiertos. El regadío frena la desertización del territorio”.

Mariano Soto: “En muchas comunidades de regantes podemos encontrar eficiencias de distribución en torno al 96-97%; donde queda margen es en gestión”

Leyes y normas: ¿son suficientes?

En relación a la legislación vigente y aplicable, María Fernández cree que “es más que suficiente. Lo que hay que hacer es aplicarla bien”. “Y tener medios para ponerla en marcha”, replica Juan Valero. “El problema es que hay miles de comunidades de regantes que tienen menos de 500 hectáreas y no tienen personal. Trabajamos para que la legislación sea la adecuada y las comunidades la puedan cumplir, pero muchas no tienen medios humanos ni materiales. Una modificación legal necesaria es el reglamento de 2007 sobre reutilización, que establece que el usuario de las aguas regeneradas asuma los costes de la calidad del agua reutilizada. Y no se puede dar esta única solución porque las situaciones son muy diversas”.

A nivel europeo, Mariano Soto verbaliza la preocupación de los regantes ante la nueva regulación sobre el agua regenerada: “(La ley) puede ser tan restrictiva que no se pueda cumplir. Para nosotros lo más importante es la garantía sanitaria de nuestros cultivos”. Y eso que “estamos devolviendo agua depurada con una calidad ambiental superior a la del caudal”, ratifica Juan Luis Castillo.

En España, esta nueva norma “aumentará los estándares de calidad a unos niveles que son dificilísimos de cumplir. Con estas exigencias para el agua reutilizada, la siguiente cuestión será: ¿Y por qué no para superficial y subterránea?”, cuestiona Juan Valero. “La salud de la población es una prioridad absoluta, pero hay que hacer una normativa realista y que no se produzcan incumplimientos cuando todo depende del producto que se riega”.

Mariano Soto va un paso más allá: “Está bien que se tenga un control por el agua, pero no es lo único. Se tiene que mantener el control sobre el producto final, y que cumpla sanitariamente, tal como se hace actualmente”.

¿Cuál es el futuro del regadío en España?

  • María Fernández: "El futuro del regadío pasa por un enfoque global con todos los temas con los que tiene relación: innovación, formación, comunicación…"
  • Juan Valero: "Tenemos que completar la modernización de los regadíos en España para seguir siendo el mejor país del mundo a nivel de regadíos"
  • Mariano Soto: "El regadío es un sector estratégico y debe seguir siéndolo; la clave va a ser la revolución tecnológica en la gestión de agua"
  • Juan Luis Castillo: "Hay que promover y potenciar la actividad agrícola de regadío, y hacerlo con la máxima eficiencia posible y con sostenibilidad"
  • Rafael González: "No entiendo el futuro de la agricultura si no es de regadío, y además creo que pasa por el uso de la inteligencia artificial"

Acerca del binomio agua-energía

Un punto clave es que hablar de regadío es hablar de energía. En el uso energético, “el factor más importante es el origen del agua”, aclara Mariano Soto. Y lo ejemplifica: “La energía específica del agua superficial es prácticamente cero, salvo un pequeño bombeo. En agua desalada, puesta en la parcela está en torno a 3-4 kilovatios hora por metro cúbico; aguas del trasvase Tajo-Segura, 1-1,2; aguas reutilizadas con tratamiento terciario, 0,50-0,70; riego localizado, 0,20. Defiendo la desalación, pero se debe tener en cuenta todos estos valores, ¿cómo eliminar el trasvase Tajo-Segura y sostener el 100% con desalación? Esto significaría un incremento por cuatro del consumo energético”. Y reflexiona: “Las comunidades de regantes hemos hecho un gran esfuerzo en reducir el consumo de energía. A nosotros nos ha hecho un gran daño la subida del término de potencia eléctrica, que es un coste fijo”. Se explica: “Muchas zonas de España riegan de mayo a agosto, pero tienen que seguir pagando el resto del año una gran cantidad de dinero por la subida del término de potencia”. “Hay zonas donde no se ha regado no porque no haya agua, sino porque no puede pagarse la energía para su aplicación”, evidencia Rafael González. “¿Os acordáis cuando se regularon las tarifas específicas en 2008?”, rememora Juan Luis Castillo.

En estos momentos, según Juan Valero, “el regadío consume el 2% de energía en España. Y eso que el uso de agua se ha reducido. Ante esa situación, y con la eliminación de la tarifa especial para regadíos, lo tenemos complicado. Habría que meter la variable de energía en cualquier decisión de modernización”. Hay casos de éxito notables: “El Canal de Aragón y Cataluña aprovecha las balsas laterales a partir de las cuales se riega por gravedad con regadíos modernizados, sin apenas consumo energético. La diferencia de cota del terreno lo permite. Ese es un modelo que donde se pueda y la geografía lo permita hay que hacerlo”.

Pero, además, “el regadío es de las pocas demandas de energía que pueden adaptarse al precio de mercado”, añade Juan Valero. “El regadío tiene la capacidad de regar a las 8 de la tarde o de la noche. Tenemos que casar las demandas de agua para el regadío con el precio del mercado de la energía”. Y reclamar a la administración “que se pueda aplicar un IVA reducido en la energía para regadío. La Directiva Europea del IVA lo permite. En Italia ya se hace. Es una decisión del Ministerio de Hacienda”. “Como MAPA, podemos acompañar”, resuelve María Fernández.

“Otra cosa es el problema de los contratos de temporada. Ya se ha cambiado la ley; el Consejo de Ministros puede aprobar un Real Decreto que establezca que en el sector del regadío se apliquen dos contratos por temporada. Solo hace falta voluntad del Gobierno”, insiste Juan Valero.

Energías renovables e investigación: las alternativas

Otra posibilidad para resolver la cuestión energética es la energía solar. “Ya hay pozos funcionando exclusivamente con energía solar y comunidades que están trabajando con plantas termosolares”, matiza Juan Valero. “La comunidad de regantes del Valle Inferior tiene un proyecto de 6 megavatios de energía solar fotovoltaica”, comenta Rafael González. “A nivel técnico está solucionado; otra cosa es a nivel legislativo, que lo frena, a pesar de que en España la producción fotovoltaica máxima coincide con las máximas necesidades de cultivo”.

Según el investigador, “la gestión de comunidades de regantes tiende hacia la flexibilidad del agricultor. Si yo no quiero quitar esa flexibilidad, voy a anteponerme. Eso supone controlar los factores que intervienen un día o 2 antes de la decisión de riego”. Alude a las renovables: “El cuello botella es legislativo. En investigación se están haciendo cosas, pero no se pueden aplicar”.

Las empresas no se quedan atrás, tal como expone Juan Luis Castillo: “Técnicamente tenemos muchas soluciones que estamos aplicando”. Cree que “se puede ganar mucho más en diseño del regadío que luego en soluciones correctivas o de gestión cuando el riego ya está implantado”. Mariano Soto refrenda sus palabras: “Es importante el diseño, y también el manejo”. A ello suma “los indicadores; es decir, la monitorización. En un momento puedes ver si una bomba tiene cualquier problema. Poner un sensor de presión o un caudalímetro es asequible”. Pero hay que “ver qué se hace con esas medidas. Hay que dar un paso más si queremos alcanzar esa eficiencia”, precisa Rafael González. María Fernández se suma con la “doble modernización, que sería la actuación en comunidades de regantes ya modernizadas para temas energéticos”.

El ‘pero’ es que “hay comunidades que no se lo pueden permitir, y ahí está la aportación de la empresa, proyectando, ejecutando y financiando las inversiones de modernización financiera”, complementa Juan Luis Castillo. “Las empresas estamos para ayudar a aquellos que lo necesiten y lo demanden. Para ofrecer eficiencia y sostenibilidad; podemos aportar una aceleración de esa eficiencia por la vía de nuestra capacitación financiera para invertir por cuenta del regante, y ayudarles vía tarifas a recuperar la inversión”.

iAgua Magazine 23: Murcia abre la puerta a la revolución hídrica del siglo XXI en el regadío

200 asistentes se dieron cita en la sede Cajamar en Murcia para presenciar el mayor debate sobre agua y agricultura del país.

Pero, ¿y el agua?

El cierre de este debate se avecina, y el agua gana protagonismo. Para empezar, aclarar que “según las estadísticas de 2016, el 75% del agua de riego es de origen superficial, el 23% subterránea y el 2% otros recursos”, matiza Mariano Soto. “La unidad del ciclo hidrológico ha hecho que no se pueda hacer compartimentos estancos. Hay un uso conjunto de aguas de todos los orígenes, y esa es la gestión adecuada”, refiere Juan Valero. “Hay virtualidad incluso en la transferencia de recursos para un mismo regadío. Con independencia de cuál sea el origen del agua, probablemente el origen real es otro”, prosigue Juan Luis Castillo. “Nosotros mismos”, menta el regante de la sala, Mariano Soto, “utilizamos 5 recursos diferentes: agua del Segura, del trasvase, de las desaladoras de Torrevieja y de Escombreras, reutilizada y de pozos particulares en 42.000 hectáreas”.

Juan Valero ve en este caso una ventaja, y la desventaja correspondiente: “Es una sola concesión administrativa. El problema del regadío español es el escaso tamaño de las comunidades de regantes. Necesitamos que los regadíos se estructuren en entidades más grandes, porque eso permite que haya una buena gestión”.

Volvemos al agua: un dato a tener en cuenta es que “de 2002 al 2016, se ha reducido su uso para regadío un 14%. A nivel de parcela, estamos hablando de un 20% de ahorro”, certifica Mariano Soto. Según Juan Valero, a nivel estatal “el consumo de agua está entre el 60 y el 80% del total. No es siempre igual: en años con mucha agua sin problemas de trasvases ni regadíos, hasta el 80%. Cuando hay escasez, somos el primer uso que empieza con restricciones, ya que la prioridad es el abastecimiento. En situaciones de sequía graves, consumimos casi el 60-63%. Muchas veces los regantes nos vemos con dificultades para acceder al recurso. Somos el colchón en el que se apoya la sociedad cuando falta agua”. Y no hay que olvidar “una idea básica: si queremos alimentar a la población, hay que hacerlo con frutas y verduras, ya que se emplea mucha menos agua en ellas que en ganadería”.

La traca final: ¿cuánto vale?

Llegamos al final del debate para hablar del elefante en la habitación: los costes. “Existe la idea de que los regadíos tienen el agua subvencionada, que no se recuperan costes, que los regadíos no pagan por el agua… y, en realidad, estamos en porcentajes de recuperación de los costes del agua superiores al 70%”, avanza Juan Valero. “Somos el país que mejor cumple la Directiva Marco del Agua de todos los regadíos europeos, y desde algunos sectores se está diciendo que no se recuperan costes. Está consolidándose una falsedad”.

“A veces”, interviene María Fernández, “parece que la administración, con dinero de todos los españoles, está haciendo el regadío para unos pocos privilegiados. Y tanto si se hace directamente por una administración o por una sociedad estatal, los regantes pagan el 100% de la actuación”. Ahí es donde la empresa entra. Lo dice Juan Luis Castillo. “En el Segarra-Garrigues tuvimos que consolidar un grupo de empresas suficientemente potente como para gestionar una aportación financiera superior a 1.000 millones de euros para transformar en regadío unas 70.000 hectáreas brutas. Eso difícilmente se puede hacer sin la colaboración de la empresa privada, que tiene la capacidad de financiar y diseñar en términos de eficiencia futura de operación”.

Mariano Soto apunta en otra dirección: “Hay grandes desigualdades en el coste del agua”. Su metáfora es clara: “¿Qué pasaría si en Murcia pagamos el gasoil a 50 céntimos y en Madrid a 4 euros? Los madrileños estarían protestando en las calles. Eso nos pasa a nosotros con el agua. Porque somos los más modernos, pero si no tenemos agua, todo este esfuerzo ¿para qué sirve? Y más cuando dependes de un mercado. Solo Murcia está exportando más de 4.000 millones de euros”. Hay un problema de competencia cuando hay regantes que pagan hasta el triple que sus vecinos por el agua. “¿Qué hacen los regantes que tienen el agua al doble precio? Cultivos muy intensivos”, narra Juan Luis Castillo. “Poner el precio del agua igual en todos los sitios tampoco haría que fuera homogéneo”, observa María Fernández. “Y hay zonas en las que no se puede permitir. Te cargarías el regadío de la España despoblada”, asiente Mariano Soto. Juan Valero defiende “mantener el sistema de régimen económico-financiero. Si intentamos igualar el precio del agua, nos vamos a un precio político. Eso es un camino peligroso”. Al final, “el futuro de España de la agricultura será el regadío, o no será”, sentencia.