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Agua y Ciencia: Por qué invertir en investigación para asegurar el progreso

  • Agua y Ciencia: qué invertir investigación asegurar progreso
  • Si algo ha puesto de relieve la pandemia de la COVID-19, es la escasa atención que se presta a la investigación por parte de los organismos de gobierno y las administraciones. Pero, si la ciencia es tan importante y es la garantía que tenemos para fomentar el desarrollo en casi todos los ámbitos de la vida, ¿por qué no le damos la importancia que se merece?

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Redacción iAgua
Redacción de iAgua. La web líder en el sector del agua en España y Latinoamérica.

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Que la ciencia tiene un papel básico para la sociedad y resulta imprescindible para el desarrollo de los individuos, es algo que nunca se ha puesto en duda.

Sin embargo, la ciencia nunca ha gozado de los privilegios de los que sí gozaban otros sectores, y ya antes de la pandemia era evidenciable que en España el sector de la investigación se encontraba bajo mínimos en términos de inversión.

Esta nueva situación de emergencia sanitaria ha puesto el foco en los esfuerzos humanos y las partidas que se destinan a la investigación, y ha constatado la necesidad de potenciar la atención en la ciencia, ya que solo con ella conseguiremos avanzar y contribuir a mejorar la calidad de vida de todos y todas.

Sin embargo, aunque el foco se encuentra ahora en la investigación médica, esta no es la única que debe impulsarse, ya que el sector del agua se perfila como uno de los más versátiles y que más capacidad de crecimiento tiene.

Este es el motivo por el cual en iAgua realizamos un ciclo de entrevistas, “El Agua es Ciencia” para hablar con diferentes expertos sobre el estado de la ciencia, y más concretamente, del agua en la ciencia.

La ciencia como motor de desarrollo

Juan José Salas, director de Servicios Tecnológicos de la Fundación Pública Andaluza Centro de las Nuevas Tecnologías del Agua (CENTA), sostiene que “la investigación viene a dar respuesta a la curiosidad, que es consustancial con el ser humano, constituyéndose en motor de desarrollo de la sociedad.” Dicho de otra forma, sin investigación no hay ciencia, y sin ciencia no hay progreso.

Esta nueva situación de emergencia sanitaria ha puesto el foco en los esfuerzos humanos y las partidas que se destinan a la investigación

La sociedad concibe la investigación como algo ajeno a ella, ya que se considera que no tiene un impacto tangible en la vida real, cuando es totalmente lo contrario. Nuestros antepasados ya investigaban antaño cómo conseguir víveres y mejorar sus viviendas y qué herramientas eran las más adecuadas para realizar esas funciones. Este comportamiento, el de buscar la respuesta a preguntas vitales, es intrínseco del ser humano, y aunque la ciencia actual ha progresado, el deseo a satisfacer viene a ser el mismo: responder cuestiones que faciliten el progreso de la civilización.

Patricia Zamora, científica senior en el Departamento de Innovación y Tecnología de Aqualia, lo resume así: “La sociedad del bienestar se ha sostenido y se sostiene sobre la base de la continua innovación y de la investigación”. Y es precisamente esta innovación, esta capacidad de indagación, la que ha llevado a nuestra sociedad a tener un alto nivel de desarrollo.

Además, cada vez más, la investigación ha de adelantarse a acontecimientos futuros, de manera que pueda proporcionar herramientas para anticiparse a problemas. Esto no es nuevo y es algo que ya estamos viendo en la actual emergencia sanitaria por la COVID-19, tal y como señala Leonor Rodríguez Sinobas, Catedrática de Ingeniería Hidráulica en la Universidad Politécnica de Madrid y Coordinadora de la Comunidad UPM Water, que considera que, en las circunstancias actuales, el papel de la ciencia y la investigación es cada vez más relevante para la sociedad, porque solo con avances en áreas como la salud y la tecnología conseguiremos una mejora de la calidad de vida y desarrollo humano: “La investigación, a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido uno de los motores que ha contribuido a la mejora de la vida en el planeta, siempre que los avances realizados se aplicaron de forma sostenible”, completa.

Los retos del agua en la investigación

Si hablamos de los retos de la investigación en el sector del agua, a los retos principales que puede haber en todas las áreas del conocimiento se le suman algunos concretos que solo se dan en el ámbito hídrico.

En un mundo marcado y maniatado por el cambio climático, minimizar las consecuencias de este y realizar prácticas más resilientes y sostenibles para permitir la supervivencia y el desarrollo humano es más que primordial. La respuesta, entonces, es muy fácil según Leonor Rodríguez: “El reto principal es que haya agua para todos”.

Patricia Zamora apoya su contundencia, destacando que la investigación en el sector del agua es el pilar para poder afrontar retos tan vitales como el acceso de agua potable en zonas no desarrolladas, o que haya suficiente agua para una satisfacer la demanda por el crecimiento demográfico. “Todos damos por sentado que al abrir el grifo de nuestra casa saldrá un chorro de agua, pero esto puede llegar a considerarse un milagro en otras zonas del planeta en pleno siglo XXI”, puntualiza.

La investigación ha de adelantarse a acontecimientos futuros, de manera que pueda proporcionar herramientas para anticiparse a problemas

Además, debido a su escasez, su calidad y su dificultad para proveerse en determinados territorios, el agua provoca conflictos entre usuarios, por lo que se hace más imprescindible que nunca encontrar técnicas que permitan aumentar la disponibilidad de agua dulce y procesos que permitan una mejora sustancial, tanto energética como económicamente, de su tratamiento para el consumo, la agricultura y el uso industrial.

“Los retos de la investigación, desde un punto de vista genérico, son el de proveer conocimientos y tecnologías que permitan alcanzar los objetivos de sostenibilidad y mejora del sistema”, añade Joan Girona, investigador del programa Uso eficiente del agua en agricultura del IRTA, que considera que, en relación al sector del agua, nos movemos en el mismo terreno que la investigación en general, con la salvedad de que “tratamos con un recurso considerado estratégico pero no hemos pasado de esto, de la idea de que es importante, no se ha trasladado en acciones concretas”.

La investigación en España

“En el caso concreto del agua, en España tenemos la suerte de que hay un tejido industrial importante, con una gran cantidad de empresas del sector agua que son muy competitivas”, señala Damià Barceló, director del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA).

Barceló considera que la colaboración entre el sector público y privado debe aumentar para poder desarrollar tecnología, de manera que los avances tengan una aplicación inmediata en el sector hídrico, un sector donde hay muchas posibilidades, pero requiere muchos profesionales de diferentes disciplinas, un sector transversal de conocimiento.

Pero probablemente la inversión más directa y que más requiere España sea la inversión en I+D+i. Dadas las circunstancias climatológicas de España, las sequías, DANA y diferencias climatológicas de la península, aunadas al cambio climático, hacen que el agua y todo lo que tiene que ver con ella, su calidad, su cantidad y su gestión, tengan un papel fundamental en nuestros sectores económicos, por lo que se hace imprescindible apostar en ciencia para aprender a gestionarla bien.

El cambio climático es el gran reto ambiental de nuestra época y está afectando ya de forma significativa a los recursos hídricos”, señala Manuel Pulido, director del IIAMA, quien apuesta por potenciar esa necesaria inversión en I+D+i que requiere España. “Debemos recuperar líneas de investigación que no han sido suficientemente exploradas y que actualmente podrían ser útiles. Un buen ejemplo es el uso conjunto eficiente de aguas superficiales y subterráneas, que pueden articularse como una solución innovadora a los problemas de escasez”, añade.

Falta de financiación

Casi todos los expertos coinciden en algo: la falta de financiación es la traba más grande a la hora de seguir investigando.

“Las dificultades a las que se enfrentan la ciencia en general, y el agua también, es la escasez de recursos económicos. En España se ha reducido drásticamente el aporte en ciencia e investigación desde hace una década, lo que ha ocasionado la precariedad laboral de los investigadores”. Esta precariedad, señala Leonor Rodríguez, hace que los investigadores pueden llegar fácilmente a los cuarenta años sin tener unos ingresos que les permita estabilizarse, por lo que su motivación disminuye.

Salas señala otro de los puntos críticos en la gestión de la investigación en España, la i+D+I: “Estamos entre los cinco primeros países europeos en producción científica, pero a la cola en lo que se refiere a transferencia e innovación. En definitiva, hacemos mucha “I”, pero poca “D+i””.

“El cambio climático es el gran reto ambiental de nuestra época y está afectando ya de forma significativa a los recursos hídricos”, señala Manuel Pulido, director del IIAMA

El déficit de financiación en un sector ya sentenciado se evidencia en los números: el presupuesto destinado a investigación por parte del Gobierno de España ha ido cayendo año tras año desde el periodo 2009-2012. Quizás la crisis del coronavirus ha cambiado la dinámica a la que estamos acostumbrados y ha puesto en valor la importancia de la ciencia, ya que recientemente el Gobierno ha aprobado un aumento de 91 millones de euros para las principales convocatorias de proyectos de I+D+I en 2020.

“Estoy de acuerdo en que la falta de financiación es el principal reto al que se enfrenta la investigación en nuestro país —continúa Salas—. Sin embargo, hace poco he leído la opinión a este respecto de un miembro de la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas, que defiende, en contra de lo que solemos creer, que la principal queja de los investigadores en España no es la falta de financiación, sino la burocratización del sistema y la falta de flexibilidad para gestionar esta financiación”.

En efecto, es esa falta de flexibilidad, aunada a los pocos recursos económicos, la que provoca que dedicarse a la investigación en España hoy día, sea algo totalmente vocacional.

“La situación de los investigadores en España, ya sea en general o del agua, tendría que mejorar de manera considerable. Los salarios no son competitivos, tanto por el conocimiento que aportan, como por las horas de dedicación. En resumen, la investigación en España está muy mal pagada y podemos afirmar que en gran parte es vocacional”, añade Damià Barceló, y resume la situación de manera contundente: “Estamos perdiendo los cerebros que deben hacer funcionar las locomotoras del futuro”.

COVID-19: Una oportunidad para la ciencia

La creencia de que de las crisis surgen las oportunidades no es algo vano. La historia nos ha demostrado que el instinto de superación en las épocas de crisis hace que se potencien todas las herramientas, conocimientos y mecanismos que tenemos para salir más reforzados. Y en el caso de la COVID-19 no debería ser diferente.

Si España vuelve a apostar por el ladrillo y el turismo no seremos nunca un país desarrollado en ciencia y tecnología. Después de la gran crisis económica a consecuencia de la pandemia, España debería darse cuenta de que no solo es importante invertir en obtener una vacuna para la COVID-19, sino también en invertir más en ciencia en general”, señala Barceló.

Eloy García, director del Instituto de investigación IMDEA Agua, está de acuerdo: “La situación de crisis sanitaría y económica que vivimos y viviremos en un futuro próximo debe hacernos reflexionar sobre hacia dónde debemos dirigir nuestros esfuerzos, también los científicos, para que la sociedad sea cada vez más robusta y más justa”.

La importancia de los medios de comunicación

¿Por qué si la ciencia lleva décadas investigando el SIDA no aparecen los avances en los titulares de los medios de comunicación?

“La situación actual de pandemia global evidencia la importancia y el poco reconocimiento de la investigación: la investigación es la clave para encontrar una vacuna para la COVID-19, como para cualquier otro virus, y copa titulares en los informativos. Es algo inédito. Se lleva investigando décadas sobre una vacuna para el SIDA o terapias para combatir el cáncer y nunca ha tenido semejante repercusión”, señala Patricia Zamora.

Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la promoción y la importancia que da la sociedad a sectores como la investigación y la ciencia. Bien llamados “el cuarto poder”, los medios son el sector más influyente en los asuntos sociales y políticos de un país, clave para demostrar a la sociedad la importancia de apostar por la ciencia y qué implica invertir esa apuesta.

Y entre toda la sociedad, los jóvenes, las promesas del futuro que deben ver la investigación como algo alcanzable, satisfactorio y recompensado.

“Sin duda, llegar a los jóvenes por cualquier medio es fundamental y las redes sociales son, en este momento, la manera de llegar a ellos directa y masivamente, para que lleguen a valorar la importancia de la generación de conocimiento en una sociedad moderna”, sostiene Eloy García.

Una sociedad moderna que no conseguirá su progreso y subsistencia sino es con el apoyo de todos a la ciencia y a nuestros investigadores.

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