La Comisión Europea ha puesto fecha de caducidad, sin margen de prórroga, al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR), pieza clave del plan NextGenerationEU. El 31 de agosto de 2026 será el último día hábil para ejecutar reformas e inversiones financiadas con cargo a este instrumento. Las solicitudes de pago, por su parte, deberán presentarse antes del 30 de septiembre de ese mismo año. La decisión, comunicada oficialmente el pasado 4 de junio, implica una carrera contrarreloj para los Estados miembros y, en especial, para sectores estratégicos como el del agua.
En un comunicado, la Comisión hace balance de lo conseguido, pero pone el foco en la urgencia: más del 60 % de los objetivos pactados aún no han sido verificados como completados y cerca de 335.000 millones de euros siguen pendientes de desembolso. A falta de menos de 16 meses para la fecha límite, Bruselas advierte que el ritmo actual no garantiza la plena ejecución de los fondos, especialmente en los países con mayores asignaciones.
España, como uno de los principales beneficiarios, se encuentra en un momento decisivo. En particular, el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua encara su tramo final sin margen para retrasos. La Comisión ha sido tajante: solo se admitirán actuaciones completamente ejecutadas dentro del plazo. No habrá excepciones, ni flexibilización, ni posibilidad de introducir cambios o revisar planes después de agosto de 2026.
Bruselas insta a los Estados miembros a simplificar sus planes, eliminar medidas de difícil cumplimiento y concentrar los esfuerzos en aquellas inversiones que puedan culminarse a tiempo
Durante la presentación del informe, el vicepresidente ejecutivo Raffaele Fitto y el comisario de Economía Valdis Dombrovskis insistieron en que el MRR fue concebido como una respuesta excepcional a la crisis de la COVID-19. Ese carácter temporal —recalcó Dombrovskis— es parte esencial del mandato que recibió la Comisión. Por tanto, no se contempla su prolongación ni la apertura de nuevas ventanas de financiación.
El sector del agua, aunque ha contado con inversiones notables dentro del MRR —como la construcción de embalses en Chipre o proyectos de eficiencia hídrica—, representa solo un 3 % del total de reformas recogidas en los planes nacionales. Sin embargo, en países como España, donde el PERTE del agua aspira a transformar la gestión del recurso a través de tecnologías digitales, la implicación de esta decisión es directa y contundente. Entidades locales, operadores públicos y confederaciones hidrográficas deberán revisar sus calendarios y prioridades de forma inmediata.
Bruselas insta a los Estados miembros a simplificar sus planes, eliminar medidas de difícil cumplimiento y concentrar los esfuerzos en aquellas inversiones que puedan culminarse a tiempo. En el caso del agua, esto podría requerir una revisión de los proyectos con múltiples fases —como el despliegue de sensores inteligentes, la integración de plataformas o la modernización de redes— para identificar qué componentes son viables antes de 2026 y cuáles deberían planificarse con otras fuentes de financiación o en una fase posterior.
La Comisión publicará próximamente una guía técnica para el cierre del MRR, que incluirá detalles operativos sobre los pagos finales y los requisitos de auditoría. No obstante, el mensaje institucional ya ha quedado claro: el reloj corre y los fondos que no se justifiquen a tiempo se perderán. “El tiempo de actuar es ahora”, concluye el documento.
Desde iAgua, seguiremos de cerca los pasos de los proyectos de digitalización del ciclo del agua y el impacto que tendrá esta decisión europea en su desarrollo. La ventana de oportunidad está abierta, pero se estrecha con rapidez. La transformación del agua en clave digital, esencial para la resiliencia climática y la eficiencia del recurso, se enfrenta a su momento decisivo.