El Rin, el segundo río más largo de Europa occidental, se conocía en los años 60 y los 70 como "la alcantarilla de Europa". Los Países Bajos, que al situarse en la cuenca baja del río padece los problemas de calidad del agua en mayor medida, tuvo la iniciativa que llevó a la creación de la Comisión Internacional para la Protección del Rin (ICPR) en 1950, junto con otros cuatro países ribereños: Suiza, Francia, Alemania y Luxemburgo. Tras un desastroso vertido accidental al río en el año 1986, la ICPR adoptó un enfoque más activo para proteger la calidad del agua y conservar los ecosistemas del Rin, con un plan integral de acción para la cuenca.
El pasado 13 de febrero, los ministros responsables de los países ribereños y el representante de la UE se reunieron en Amsterdam para la 16ª Conferencia Ministerial del Rin. Su balance de los últimos 20 años de cooperación transfronteriza a través del Programa Rin 2020 es positivo. Los logros incluyen la prevención de inundaciones, la eliminación de barreras a las especies de peces migratorios, la conservación del hábitat, y mejoras en la calidad del agua, con reducciones en los aportes de fuentes puntuales de nitrógeno, fósforo y metales pesados.
Sin embargo, queda trabajo por hacer, y el nuevo Programa Rin 2040 está encaminado a compaginar los diferentes usos del agua con la protección de los ecosistemas del Rin. Se han identificado como objetivos específicos la adaptación al cambio climático (los dos últimos veranos, los bajos niveles del agua pusieron en riesgo la navegación en esta importante vía de transporte fluvial), mejorar la franqueabilidad para los peces, seguir trabajando en el riesgo de inundaciones, y el control de los microcontaminantes. Específicamente, los vertidos de productos farmacéuticos, los agentes de contraste de rayos X y los pesticidas se reducirán al menos un 30% para el 2040.
En los Países bajos, el agua del Rin da de beber a 5 millones de personas. Gerards Stroomberg, de la asociación que representa los intereses de los operadores de agua potable que utilizan el Rin como fuente de suministro, RIWA, ha comentado: "Lo que observamos es que las sustancias que encontramos son cada vez más difíciles de eliminar. Y las cantidades también son mayores".
La RIWA ha estudiado la calidad del agua en las últimas dos décadas, y los resultados muestran un deterioro, siendo los vertidos de la industria química y los residuos de medicamentos la causa de la mayoría de los problemas. Según la asociación, las empresas de la zona industrial del Ruhr en Alemania tienen autorizaciones de vertido para dichas sustancias. Los productos farmacéuticos llegan al río en las aguas residuales, excretados en la orina o como medicamentos desechados por el desagüe. Las empresas miembro de la RIWA esperan que se consigan mejores acuerdos de gestión de los recursos hídricos para los próximos 20 años, y piden mejoras en el tratamiento de las aguas residuales, así como la implantación del principio de "el que contamina paga".
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