A partir de un nuevo estudio, investigadores de la Universidad Lund y la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (SLU) han identificado medidas a tomar para mitigar y, a largo plazo, devolver las aguas a su anterior color.
El agua de lagos, ríos y arroyos se vuelve marrón debido al lixiviado de hierro y materia orgánica desde el suelo adyacente. Se trata de un proceso natural, frecuente en el hemisferio norte. Sin embargo, en décadas recientes, el color se ha intensificado y cada vez más lagos y ríos se vuelven de un color marrón claramente apreciable.
Como consecuencia, las plantas de tratamiento de aguas se han visto forzadas a tomar más medidas en el proceso de tratamiento y utilizar más reactivos para potabilizar el agua. También se han visto afectados los ecosistemas lacustres. Por último, los bañistas pueden dudar a la hora de bañarse en las aguas marrones del lago.
“El color marrón es un problema; sin embargo, el hecho de que una de las causas sean los usos del suelo indica que es posible hacer algo al respecto. Por ejemplo a nivel local, donde las asociaciones de propietarios forestales y empresas pueden tomar medidas para devolver las aguas a su anterior color", comenta Emma Kritzberg, de la Universidad Lund.
En los últimos cien años, las explotaciones forestales de coníferas han contribuido al cambio de color. Se han plantado especies de picea cerca de los lagos, con lo que la acumulación de materia orgánica es mucho mayor que cuando el mismo terreno estaba cubierto por un bosque caducifolio o se usaba como terreno agrícola.
Volver a plantar más árboles de hoja caduca y menos coníferas cerca de los lagos sería probablemente beneficioso, según Emma Kritzberg y sus colegas Lars-Anders Hansson, Lund University, y Hjalmar Laudon, de la SLU. Se necesita más investigación para valorar las hipótesis que se presentan para mitigar el cambio de color de las aguas, ya que los usos del suelo se han subestimado como factor contribuyente.
También indican que las zonas anegadas conectadas directamente a lagos y ríos pueden protegerse y no cultivarse en modo alguno, con objeto de reducir el lixiviado de materia orgánica hacia las aguas superficiales.
"Varias de estas medidas son acordes con la visión del sector forestal sobre cómo han de gestionarse sus explotaciones en zonas cercanas a aguas interiores" comenta Hjalmar Laudon.
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