World Weather Attribution, en colaboración con Climate Central, ha presentado un informe que confirma que los fenómenos meteorológicos extremos ya no son amenazas lejanas, sino realidades actuales que están transformando comunidades, economías y ecosistemas en todo el mundo. Desde lluvias torrenciales que rompen récords hasta sequías devastadoras, 2024 puso de relieve la urgente necesidad de actuar para mitigar los efectos del cambio climático.
Inundaciones
Las temperaturas mundiales récord de 2024 se tradujeron en lluvias intensas sin precedentes en todos los continentes, que afectaron a regiones desde Katmandú hasta Dubai y desde Río Grande do Sul hasta los Apalaches meridionales. De las 16 inundaciones estudiadas, se determinó que 15 tenían una relación clara o probable con el cambio climático, y solo una —que afectó a Afganistán, Pakistán e Irán— no fue concluyente debido al mal funcionamiento de los modelos climáticos.
La física subyacente es clara: una atmósfera más cálida retiene un 9% más de humedad por cada 1,3 °C de calentamiento, tal como predice la relación Clausius-Clapeyron. Esta mayor humedad, combinada con unos océanos más cálidos y unas tasas de evaporación más elevadas, ha provocado precipitaciones más frecuentes e intensas.
En Europa Central, los sistemas de alerta temprana demostraron el papel fundamental de la preparación para salvar vidas. Las alertas anticipadas permitieron evacuaciones, ajustes de los embalses y activaciones de las defensas contra inundaciones, reduciendo las víctimas mortales a menos de 30 a pesar de las lluvias récord. En marcado contraste, las inundaciones de Sudán, Nigeria, Níger, Camerún y Chad —donde se carecía de sistemas de alerta temprana— se cobraron al menos 170 vidas y desplazaron a millones de personas.
Las temperaturas mundiales récord de 2024 se tradujeron en lluvias intensas sin precedentes en todos los continentes
El huracán Helene provocó inundaciones catastróficas en los Apalaches meridionales, matando a más de 227 personas a pesar de las advertencias de precipitaciones ‘catastróficas y potencialmente mortales’. Estos sucesos revelan que ninguna región está a salvo del cambio climático, y que incluso los llamados ‘paraísos climáticos’ son vulnerables.
Los retos se extienden a las defensas contra las inundaciones, ya que las envejecidas infraestructuras luchan por hacer frente a unas precipitaciones sin precedentes. El colapso de presas en Libia (2023) y Sudán (2024) puso de manifiesto las nefastas consecuencias de la falta de inversión en mantenimiento. En Estados Unidos, más del 20% de las presas están en mal estado, lo que pone de relieve el carácter mundial de esta crisis. Es preciso reparar, mantener y mejorar las defensas contra las inundaciones para hacer frente a las fuertes precipitaciones del clima futuro.
Sequía
Mientras las inundaciones asolaban algunas zonas, otras regiones sufrían sequías paralizantes. Las sequías de 2024 afectaron a todos los continentes, provocando racionamiento de agua, pérdidas agrícolas, amenazas a la biodiversidad y el desplazamiento de millones de personas. El aumento de las temperaturas agrava las sequías al incrementar la pérdida de agua por evaporación y transpiración de las plantas (evapotranspiración); un factor agravante destacado en los estudios de atribución.
En Italia, las sequías de Sicilia y Cerdeña provocaron una grave escasez de agua y la pérdida de cosechas de trigo, y el cambio climático aumentó en un 50% la probabilidad de que se produjeran estos fenómenos. Del mismo modo, la cuenca del río Amazonas sufrió una prolongada sequía que puso en peligro uno de los sumideros de carbono más importantes del planeta. Un estudio reciente advertía de que, si no se frena la deforestación, la mitad de la selva amazónica podría alcanzar un punto de inflexión en 2050, lo que aceleraría el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad.
Las sequías de 2024 afectaron a todos los continentes, provocando racionamiento de agua, pérdidas agrícolas, amenazas a la biodiversidad y el desplazamiento de millones de personas
El impacto en la agricultura es especialmente grave, y los agricultores de subsistencia de los países en desarrollo suelen ser los más afectados. En el sur de África, la sequía dejó a 20 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria a principios de este año. Estos acontecimientos ilustran cómo el cambio climático afecta de forma desproporcionada a las poblaciones vulnerables, agravando las crisis humanitarias.
Un año de contrastes extremos
La yuxtaposición de inundaciones y sequías en 2024 pone de manifiesto el doble filo del cambio climático. Las intensas olas de calor provocaron evaporación en algunas zonas y lluvias torrenciales en otras, lo que pone de manifiesto las desigualdades mundiales en materia de resistencia al cambio climático. El informe confirmó que, aunque El Niño influyó en algunos fenómenos, el cambio climático inducido por el hombre desempeñó un papel dominante.
Propuestas para 2025
- El uso de combustibles fósiles sigue siendo el principal motor del calentamiento global. La rápida adopción de energías renovables es esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos.
- Mejorar los sistemas de alerta temprana. Los sistemas de alerta temprana oportunos y específicos salvan vidas, como se ha demostrado en Europa Central. La inversión en estos sistemas, especialmente en las regiones vulnerables, puede evitar miles de muertes al año.
- Mejorar las defensas contra inundaciones. Hay que reparar, mantener y mejorar las defensas contra las inundaciones, que son inadecuadas y están obsoletas, para que puedan soportar las nuevas realidades de lluvias extremas. Este esfuerzo es crucial tanto para los países desarrollados como para los países en vías de desarrollo.
- Aumentar la ayuda financiera a los países en desarrollo. Los países vulnerables soportan de forma desproporcionada el peso de las condiciones meteorológicas extremas, al tiempo que contribuyen mínimamente a las emisiones mundiales. La financiación climática es vital para apoyar las infraestructuras, las medidas de adaptación y la capacidad de respuesta ante catástrofes.
- Hacer frente a las muertes relacionadas con el calor. Las olas de calor no se denuncian a pesar de ser la forma más mortífera de fenómenos meteorológicos extremos. Los informes en tiempo real y las campañas de concienciación pública pueden ayudar a las comunidades a prepararse y responder mejor a los riesgos del calor.
Los acontecimientos de 2024 revelan las devastadoras consecuencias de la inacción. Desde las calles inundadas de Rio Grande do Sul hasta los campos resecos del sur de África, el mensaje es claro: el mundo debe actuar con rapidez y decisión. Los esfuerzos de resiliencia, junto con un cambio hacia la sostenibilidad, determinarán si podemos mitigar los peores impactos del cambio climático.