Un reciente estudio de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong (HKUST) ha revelado una alarmante amenaza para la salud pública: alrededor de 17 millones de personas corren el riesgo de sufrir problemas gastrointestinales debido a unos niveles excesivos de sulfato en las aguas subterráneas. Esta alarmante conclusión se desprende del primer mapa mundial de alta resolución de la distribución de sulfatos en las aguas subterráneas, elaborado por la Escuela de Ingeniería de la universidad.
Aunque las aguas subterráneas son una fuente vital de agua potable para miles de millones de personas, el consumo de aguas subterráneas con altas concentraciones de sulfato puede causar directamente diarrea y deshidratación, con riesgos elevados para lactantes, personas mayores y otras poblaciones vulnerables. Además, el sulfato agrava la contaminación por arsénico en el agua y desencadena la liberación de metales pesados por la corrosión de las tuberías, lo que indirectamente provoca otros problemas de salud y costes económicos. Por ejemplo, se calcula que sólo en Estados Unidos se incurre anualmente en 22.000 millones de dólares en costes relacionados con la corrosión de los sistemas de abastecimiento de agua.
«Desgraciadamente, los niveles de sulfato en las aguas subterráneas no suelen controlarse. Este problema, ignorado pero crítico, tiene implicaciones de gran alcance para la salud pública y las infraestructuras hídricas», declaró el profesor CHEN Guanghao, catedrático del Departamento de Ingeniería Civil y Medioambiental y coautor del presente estudio.
Para investigar el alcance del problema, el profesor Chen y su equipo elaboraron un mapa de alta resolución empleando métodos avanzados basados en datos. Tras analizar más de 17.000 mediciones de concentración de sulfato junto con variables de datos geoespaciales globales, generaron con éxito un mapa pionero de 1 km de resolución.
El mapa, el primero de este tipo, es una herramienta práctica para evaluar la calidad del agua. Destaca los puntos calientes de exceso de sulfato e identifica los factores clave que contribuyen a ello, entre los que se incluyen elementos naturales como los patrones de precipitación y la geología sedimentaria, así como actividades humanas como la aplicación de fertilizantes y las operaciones mineras.
Con la ayuda de este mapa, el equipo de investigación estableció que aproximadamente 194 millones de personas en todo el mundo están expuestas concentraciones de sulfato superiores a 250 mg/L en el agua, umbral recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A este nivel de contaminación, las personas pueden experimentar un sabor desagradable en el agua.
Y lo que es aún más alarmante, se calcula que 17 millones de personas se exponen a importantes riesgos para la salud por vivir en regiones donde las concentraciones de sulfato superan los 500 mg/l, niveles asociados a problemas gastrointestinales.
Los resultados se han publicado en la prestigiosa revista Environmental Science & Technology, en un artículo titulado en inglés «Understanding the Global Distribution of Groundwater Sulfate and Assessing Population at Risk».
«Nuestros hallazgos tienen una perspectiva global muy necesaria, dotando a los responsables de la toma de decisiones de datos para priorizar las estrategias de intervención y salvaguardar la calidad del agua en regiones vulnerables», señaló el Dr. ZHANG Zi, investigador postdoctoral y otro de los autores del artículo.
El mapa señala puntos críticos donde se superan los niveles de sulfatos en regiones como el sur de Asia y el norte de África, donde miles de millones de personas dependen de aguas subterráneas no tratadas para beber. Mientras que en algunas zonas predominan las condiciones geológicas naturales, en otras los factores antropogénicos, como los vertidos industriales y las prácticas agrícolas, desempeñan un papel más importante. Esta variabilidad subraya la importancia de las estrategias de mitigación del sulfato específicas para cada región.
El primer autor de este artículo, el estudiante de doctorado XIAO Chengyu, señaló que la contaminación por sulfatos no sólo amenaza la salud humana, sino que también tiene consecuencias medioambientales más amplias.
«Los altos niveles de sulfato pueden provocar daños ecológicos al favorecer la eutrofización de las masas de agua, liberando nutrientes perjudiciales como el fósforo. Con el cambio climático y la intensificación de la urbanización, se espera que el exceso de sulfato empeore, poniendo aún más en peligro la calidad y disponibilidad del agua en todo el mundo», explicó.
Este estudio, realizado en colaboración con la Universidad de Princeton, la Universidad de la Ciudad de Hong Kong y el Instituto de Tecnología de Pekín, arroja luz sobre la urgente necesidad de incorporar el sulfato a las prácticas mundiales de gestión de la seguridad hídrica. Proporciona un marco fundamental para que responsables políticos, gestores de recursos hídricos e investigadores diseñen soluciones eficaces y sostenibles en medio de los crecientes retos medioambientales y de salud pública.
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