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Marissa Mar: "Una clave para lograr la seguridad hídrica es invertir en educación y comunicación"

  • Marissa Mar: " clave lograr seguridad hídrica es invertir educación y comunicación"

Sobre la Entidad

Redacción iAgua
Redacción de iAgua. La web líder en el sector del agua en España y Latinoamérica.

El cambio climático, la expansión urbana, el crecimiento demográfico y la degradación en la calidad el agua provocan que el planeta se enfrente a nuevos desafíos que requieren soluciones duraderas y resilientes. El Programa Hidrológico Intergubernamental de la UNESCO en América Latina y el Caribe (PHI-LAC), realiza aportes a la investigación, la educación y el fortalecimiento de capacidades relativas a la gestión de los recursos hídricos y trabaja en aspectos clave para la seguridad hídrica en Iberoamérica, promoviendo y apoyando la investigación hidrológica y respaldando a los Estados Miembros en materia de investigación y capacitación.

Para conocer cuál es el panorama relativo a la Comunicación sobre agua y cambio climático en América Latina y el Caribe, hablamos con Marissa Mar, Consultora externa del Programa Hidrológico Intergubernamental de la UNESCO, para América Latina y el Caribe. Mar también es consultora Estratega de Comunicación y Educación en Agua y TICS, Comunicóloga y maestra en Políticas Públicas. Algunas de las organizaciones para las que ha asesorado, diseñado o coordinado programas o proyectos, son la Comisión Nacional del Agua, Instituto Federal de Telecomunicaciones, Consejos de Cuenca, Organismos Operadores de Agua estatales y municipales en México; el Programa Hidrológico Intergubernamental de la UNESCO, región Américas; Fundación del Proyecto Water Education for Teachers. Es Miembro de la Red Mexicana de Cuencas Hidrográficas, de la Community of Women in Water y Woman Water Leaders, entre otras organizaciones.

Pregunta: Quizás uno de los mayores desafíos a los que nos hemos enfrentado es el cambio climático y sus efectos. ¿Cómo ha evolucionado la comunicación de este fenómeno a nivel nacional e internacional?

Muchos especialistas señalan que el reto principal es que la gente sigue sin entender que el cambio climático es fundamentalmente un asunto relacionado con el ciclo hidrológico y por tanto, con la seguridad hídrica. Si la gente sigue sin conectar los puntos, al no entender la relación entre las actividades humanas e incluso hábitos diarios, como fuente de emisiones de carbono, de calentamiento global y de agotamiento de los recursos hídricos, ese sigue siendo uno de los problemas principales de la comunicación, en lo que refiere al público.  

Si bien el fenómeno en sí mismo claramente sabemos que está en un punto de no retorno, en lo relativo a la comunicación hay que verlo desde la perspectiva de quien comunica, de los emisores más responsables: los gobiernos. Afortunadamente contamos con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), gracias al cual, tenemos una voz totalmente autorizada para disponer de datos y evaluaciones que justamente marcan el sentido de urgencia en la acción y por eso mismo siempre hay que voltear a ver la forma como los gobiernos están comunicando.

En términos de medios, el contexto de internet y de la digitalización han permitido la creación y rápido crecimiento de otros canales de difusión y formatos, así como el surgimiento de otros emisores, más calificados unos que otros -me refiero a académicos, personas u organizaciones- que por diferentes intereses se suman al ecosistema informativo y que si bien debemos tomar en cuenta la manipulación, tergiversación o la provisión de información incompleta, la realidad es que hay emisores que cuentan con mayor credibilidad y legitimidad por diversas razones.

La brecha de acceso a internet, al igual que de acceso al agua, nos muestra claramente el reto de la comunicación con otras audiencias a las que solo podemos llegar a través de medios tradicionales o directos

Ahí tenemos por ejemplo a la pequeña Greta Thunberg cuyo movimiento “Fridays for Future” suma jóvenes alrededor del mundo, y que a nivel país posiblemente sume más voluntarios que cualquier programa gubernamental dirigido a niños.

El tema es que más allá de cuestionamientos hacia este tipo de liderazgos y movimientos, también debiéramos considerar la sensibilidad de esta generación, como un efecto de los propios programas de estudios en los sistemas de educación básica y de los contenidos en los medios de comunicación tradicionales, pensando no solo de radio y televisión, sino también del cine.

Hace poco mi colega Sabrina Scupeiro y yo, veíamos un programa en YouTube, llamado “Climabar”, en el que unas jóvenes en un ambiente y lenguaje verbal y audiovisual muy relajado, entrevistan a otras jóvenes profesionales. Uno de los temas que llamó mi atención, fue el hecho de que la entrevistada señaló que vio la película “El día después de mañana” y en sus palabras eso la traumó, por lo que decidió estudiar una carrera relacionado con el Medio Ambiente.

Todo lo anterior no debe, bajo ninguna circunstancia, hacernos creer que el uso de internet o de medios masivos, es suficiente. “Se estima que el 37% de la población mundial, es decir, 2 900 millones de personas, jamás ha utilizado Internet" (UIT, 2021). La brecha, tanto en el acceso a ese servicio, tanto como al del agua: “2 200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura” (OMS y UNICEF, 2019), nos muestran claramente el reto de la comunicación con otras audiencias a las que solo podemos llegar a través de medios tradicionales o directos.

Por ello, la comunicación para el desarrollo y las ciencias del comportamiento, entre otros enfoques metodológicos para las intervenciones, juegan aquí un papel fundamental, tanto, como el apoyo y reconocimiento a las organizaciones que están trabajando de forma directa con los “no conectados”, como Organismos Multilaterales y Organizaciones de la Sociedad Civil. De hecho no debemos perder de vista, que estos actores pueden tener más credibilidad y oportunidad en su comunicación.

En el seminario que tuvimos en agosto, pudimos conocer los proyectos de organizaciones como “We are Water” de Fundación Roca, quienes buscan desarrollar formas de acceso al agua en países con alta vulnerabilidad hídrica en comunidades rurales, mientras que a la par, invierten en la realización de festivales de cine, cuya vía (séptimo arte) y forma de penetración, cumplen diferentes funciones: muestra, sensibilización, reconocimiento y comunicación de diferentes formas de relación con el agua.

P.- ¿Cómo podemos monitorear la efectividad de las estrategias de comunicación sobre cambio climático y agua?

R.- Básicamente ese es uno de los mayores problemas y retos que tenemos, dado que antes difícilmente se evaluaba o solamente se evaluaban campañas de comunicación, por ejemplo. Afortunadamente gobiernos, academia, agencias y empresas vienen aplicando evaluaciones e incorporando indicadores que permiten realizar cruces entre las intervenciones de diferentes tipos, como la construcción de infraestructura, con las estrategias de comunicación, educación y participación social.

Más allá de diferentes metodologías de evaluación, de costos y formas de obtener la información, también la tecnología nos está permitiendo tener acceso más rápido a información y es por ello que quisiera referirme aquí a la encuesta “Climate Vote”, realizada entre el PNUD y la Universidad de Oxford en 2020. El llamado a contestar la encuesta en forma de votación, se realizó a través de anuncios en aplicaciones de juegos para móviles en 50 países (8 de ellos en la región latinoamericana) con diferente nivel de ingresos, con una muestra de 1,22 millones de personas de todos los géneros, edades y niveles educativos.

Entre los hallazgos principales se encontró que el 64% de los encuestados considera que el cambio climático es una emergencia, votaron además por 18 políticas climáticas en las que les gustaría que su país se ocupara. En los lugares 1, 2 y 3 se eligieron: Conservación de bosques y tierras (54% de apoyo público); Energía solar, eólica y renovable (53%); Técnicas agrícolas respetuosas con el clima (52%).  Los lugares 6, 7 y 8 ocupados o empatados con el mismo puntaje (45%), fueron: Mantener océanos y vías fluviales saludables; Construir infraestructuras y conservar la naturaleza para proteger las vidas y el sustento e Instalar más sistemas de alerta temprana de catástrofes.

Armonizar las necesidades de desarrollo de ciudades con las de comunidades originarias y de ambas con el uso sustentable de los recursos y servicios ambientales pasa justamente por la escucha de preocupaciones

Además de identificar aquellas políticas con mayor impacto en el ciclo hidrológico, también hubo otro resultado muy significativo: “El impulsor sociodemográfico más profundo de la creencia en la emergencia climática y la acción por el clima es el bagaje educativo de una persona (…) Las personas con educación postsecundaria tienen el mayor nivel de respaldo público a las 18 políticas climáticas, en todos los grupos de edad y géneros. El apoyo público a las políticas climáticas es en promedio del 58% para las personas con estudios superiores, en comparación con el 42% de todos los encuestados”.

La encuesta en ese sentido permite identificar vías y políticas de acción con mayor respaldo social y constatar que “la emergencia” del fenómeno es percibida por 6 de cada 10 personas a nivel mundial, lo que también se puede traducir en un mayor nivel de exigencia tanto a gobiernos, como del nivel personal, lo cual -de la mano con el resultado sobre nivel educativo-, no puede más que mostrarnos una de las vías más claras y transversales de todas esas políticas, que es la inversión en educación.

Finalmente, las evaluaciones, ya sea diagnósticas o de resultados, nos permiten obtener información y profundizar en las creencias, emociones, conocimientos, hábitos y brechas de acción que pueden estar impidiendo actuar y por lo tanto, esa información debe ser usada en la mejora de políticas, proyectos, campañas, y demás instrumentos de acción.

P.- Desde PHI-LAC se realizó precisamente un curso de comunicación sobre agua y cambio climático, ¿qué conclusiones extrajo este curso?

R.- Al haber sido convocado también por la Conferencia de Directores Iberoamericanos del Agua (CODIA), iba enfocado al fortalecimiento de capacidades e intercambio de experiencias entre aquellos que tienen la atribución de comunicar desde los gobiernos y autoridades encargadas de la administración del agua u organizaciones designadas para proveer los servicios de abastecimiento y desalojo. Por lo tanto, las conclusiones versaron sobre retos institucionales para poder cumplir mejor con la función de informar. A continuación comparto algunas de estas:

  • Actualización constante de los encargados y las áreas de comunicación, y el fortalecimiento de habilidades de comunicación de otros funcionarios o voceros (crisis, negociación).
  • Contar con sistemas o aplicaciones digitales que brinden información oportuna, transparente y verificable tanto a funcionarios, como a los comunicadores y a la población.
  • Escuchar realmente a los públicos y a los ciudadanos a los que se sirve y aprovechar la tecnología y las redes sociales también para ello. La comunicación, es un proceso de ida y vuelta y debe utilizarse en el diseño y evaluación de cualquier política, programa o proyecto.
  • Una mala comunicación interna en la propia Institución o la falta de habilidades gerenciales o interpersonales de comunicación, puede llevar al escalamiento de conflictos externos.
  • La creación o fortalecimiento de alianzas es fundamental para que los retos del agua se atiendan en todos los niveles. El fortalecimiento y apoyo de las Organizaciones de la Sociedad Civil, Agencias Multilaterales y el interés de Medios de Comunicación y Periodistas, permite trabajar con los gobiernos tanto nacionales, como con los locales y atender los aspectos de la comunicación, desde la masiva hasta la comunitaria, aprovechando los medios tradicionales, digitales y directos.
  • El tono o lenguaje institucional, no tiene por qué ser tan serio. Mover emociones también pasa por el tipo de historias inspiradoras y casos de éxito que deben contarse.
  • Generar confianza del ciudadano pasa por la eficiencia en la prestación directa del servicio doméstico y la aplicación de la ley.

P.- En relación a América Latina, ¿cuáles son los aspectos clave para lograr la seguridad hídrica de la región en relación al cambio climático?

R.- En lo que respecta a la comunicación, ayuda verla como un eje temático central e integral que incluye a su vez 5 áreas de acción; por un lado, los usos doméstico, urbano y económico (servicios, industria, riego) y el usuario ambiental (sin el cual no existe ninguno de los otros) y por otro lado, las capacidades que deben desarrollarse para mitigar y adaptarse al contexto de cambio climático y sus efectos en el ciclo hidrológico, para mejorar la resiliencia de las personas, infraestructuras y comunidades.

Armonizar las necesidades de desarrollo de ciudades con las de comunidades originarias y de ambas con el uso sustentable de los recursos y servicios ambientales, principalmente en los lugares más vulnerables de las cuencas, pasa justamente por la escucha de preocupaciones, saberes y por la revalorización y posible reconversión de actividades económicas que sean justas y dignas en beneficio de todos quienes integran la cadena de valor. El Instituto Internacional del Agua de Estocolmo ha señalado que una de las razones por las que es tan difícil hablar del agua, es porque las personas que más sufren por el cambio climático rara vez están presentes en la discusión (SIWI, 2021).

En ese sentido, la cooperación entre usuarios, población local, interesados, gobiernos y agencias, es muy importante en el desarrollo de capacidades para la resolución de problemas ambientales, es decir, se busca la participación social, y mientras más local, mejor. De hecho, ese es el objetivo de la educación ambiental o de la educación para el desarrollo sustentable, lo que pasa es que a veces pensamos que esa vía es solo para niños, cuando lo que necesitamos es fortalecer también la educación informal o para la vida y la educación técnica y superior, porque la crisis es ahora y necesitamos capacidades, innovación y tecnología para resolverla, no es para esperar a que los niños crezcan.  

Por ello, una clave para lograr la seguridad hídrica es la inversión permanente y sobre todo suficiente en las herramientas de transformación cultural: la educación y la comunicación, aunque también tenemos que reconocer que no solamente esto va sobre la población abierta, sino de los propios tomadores de decisiones y de aquellos que tienen responsabilidades como grandes usuarios del agua; lo damos por hecho, pero ante cada cambio de gobiernos en sus diferentes niveles, la curva de aprendizaje de los tomadores de decisiones debe considerarse, y la brecha generacional también. El discurso de que se formen “las nuevas generaciones” desplaza la responsabilidad a lo externo y al mañana, cuando la eficiencia en la gestión del agua debe ser demostrada hoy, a través de la transparencia y el rendimiento de cuentas.

En términos concretos de la región (Latinoamérica) se espera un mayor aumento de temperaturas. Lo que ello genere en términos de agudización y frecuencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos, implica no solamente acciones de mitigación, sino de adaptación, en donde la comunicación y educación tienen un papel central, para que la población y gobiernos estén más preparados para la reducción de riesgos por desastres, tanto de aquellos que generan inundaciones y lluvias atípicas, como los de “lenta” progresión como la sequía o la subida en el nivel del mar.

P.- ¿A qué retos nos enfrentamos en el ámbito comunicativo a la hora de informar sobre agua y cambio climático?

R.- Me parece que en términos de percepciones, a la idea de que el cambio climático es algo que va a pasar dentro de muchos años -lo cual se refuerza cada vez que no logramos “conectar los puntos”, a pesar de que ya estemos viviendo efectos-, por ejemplo, de la encuesta de PNUD se puede extraer una percepción de “emergencia”, sin embargo debemos tener más elementos sobre lo que eso genera (otras creencias, emociones o acciones) en la gente.

También puede haber una especie de disonancia cognitiva tipo “a mí no me va a pasar”, “solo los demás son responsables o malos”; no reconozco que no quiero perder comodidades o no cuento con los conocimientos, habilidades o competencias para adaptarme y a todo tipo de negaciones o descalificaciones hacia los emisores. Un ejemplo y parodia clara de lo anterior, es la película “No mires hacia arriba” (2021). En resumen, a que las valoraciones de costo beneficio para actuar, no las estamos estudiando y entendiendo adecuadamente, para generar mensajes y capacidades que generen el involucramiento y acción.

El reto es comunicar rápidamente y de forma clara la información que contrarreste la desinformación

Luego está lo estratégico y táctico, que por evidente a veces lo perdemos de vista: a que quien va a comunicar, entienda claramente los temas y esté preparado para hacerlo; segundo, hacerlo de forma sencilla, a través formatos claros y adecuados a los medios y públicos; lo tercero es la oportunidad y a no esperar momentos de crisis. La relación con la prensa, por ejemplo, es permanente, sobre todo en la propia formación de periodistas recién llegados a una fuente. Esa parte le corresponde a todo tipo de organizaciones. Por último y retomando lo primero que dije, a que pretendemos informar solo lo que queremos y no escuchamos o no respondemos a la expectativa de lo que la gente necesita saber.

Por ejemplo, esa insistencia de que todas las organizaciones dicen lo mismo siempre; sí, de forma diferente, con sus propias campañas-, pero eso lo único que termina provocando es que la gente común no identifique a los emisores, que no entienda su razón de ser (cuál es su papel, responsabilidad e interés), que los mensajes se fragmenten sin llevar a una comprensión integral del ciclo hidrosocial y para acabar, que los pocos recursos existentes, se diluyan. En ese sentido, el reto son las alianzas.

Adicionalmente, considerar la desinformación y la rapidez con la que esta se propaga en medios electrónicos y considerar que la pluralidad en las opiniones es imprescindible porque debiera invitar a la reflexión. El tema es que, de no haber información sencilla y accesible para contrastar, la ausencia de información siempre será aprovechada por alguien más.

Finalmente, otro reto muy importante es la atención en los más desconectados que están en los lugares de más difícil acceso, quienes paradójicamente se encuentran en zonas altas de las cuencas, me parece que el uso combinado e inteligente de medios de comunicación tradicional (radios comunitarias y similares) y apoyo en organizaciones de la sociedad civil para comunicación directa, así como soluciones tecnológicas ex profeso, deben ayudar a “no dejarlos atrás”.

P.- Hay quizás una ligera tendencia al “alarmismo comunicativo” a la hora de comunicar sobre los efectos del cambio climático. ¿Cómo podemos pasar de ese alarmismo social a informar con mayor asertividad? ¿Cómo podemos preparar a los profesionales de la información para informar objetivamente?

R.- En principio, me parece que debemos ser reiterativos y oportunos en la forma como mostramos visualmente el ciclo hidrológico de forma integral y destacando las fases en donde se genera su alteración, para que la gente pueda identificarse en momentos o espacios en los que interactúa con esas fases y pequeñas decisiones en el ahora. Esa información debe ser de acceso permanente y adaptable a un entendimiento general y a formatos diversos, para que se puedan hacer conexiones entre causas y efectos.

Por otro lado, la información que acompaña estos gráficos, debe tener en cuenta la “selección de palabras” y el tipo de lenguaje que se usa: positivo y de invitación a la acción; proveer información relevante y fácil (listas) de cómo actuar en diferentes escalas (personal, familiar, comunitaria, laboral), a dónde acudir para crear conexiones o informarse más; mostrar historias exitosas de mitigación y adaptación.

Todo lo anterior, no debe olvidar el uso de formatos inclusivos y siempre que se pueda, generarse para audiencias (sobre todo las más vulnerables) o grupos de interés específicos.

Los gobiernos, como organizaciones obligadas a informar, deben mantener la apertura y oportunidad, así como garantizar el acceso a datos e información, tanto de periodistas y medios de comunicación, como de cualquier interesado. En estricto sentido, ante vacíos de información o disposición de información no pertinente, en formatos inadecuados o contrastable, habrá emisores e información que ocupen ese vacío.

Cuando no es tiempo de crisis, es tiempo entonces para la formación de periodistas, además, un acceso constante a los expertos y tomadores de decisiones puede contribuir a un mejor entendimiento de los temas y desafíos del sector.

Otros emisores, como las organizaciones sociales o afectados, también hacen escuchar su voz, organizándose rápidamente. El reto es comunicar rápidamente y de forma clara la información que contrarreste la desinformación. El problema es que el propio gobierno no tenga información suficiente, no tenga capacidad de procesarla o presentarla con esas características o peor aún, que no se muestre ante el público.

Por último, nuevamente nos remitimos a la función de la educación ambiental y a que esta no puede ser ya función únicamente de los gobiernos, debemos reconocer sobre todo el papel de las organizaciones sociales, tomemos como ejemplo el monitoreo ciudadano de sus fuentes de agua y el conocimiento de actores presentes y situaciones de riesgo que puedan comprometer la salud de aguas subterráneas o superficiales, un ciudadano bien informado e involucrado en planes de riesgo, debe saber cómo actuar de forma permanente o en situación de crisis y tener la capacidad de compartir información relevante con su comunidad.

P.- No cabe duda de que la sociedad, además de los medios, también juega un papel fundamental a la hora de informar sobre agua y cambio climático. ¿Cómo podemos hacer que la sociedad se involucre y sea participativa en estos temas?

R.- 1) Escuchando mejor sus necesidades y expectativas, entendiendo que cada audiencia tiene algo que aportar o decir, y si podemos, contribuir a que se exprese; 2) Aclarando el alcance de las responsabilidades propias o funciones en torno a la gestión del agua, y por tanto, acotando la expectativa social o de los clientes o ciudadanos; por ejemplo, si soy un organismo operador, te digo que soy YO quien te llevo el agua y por lo tanto YO soy responsable de la eficiencia de tu servicio, pero adentro de tu casa el responsable eres tú; 3) Mostrando los espacios y oportunidades en donde cada quien puede contribuir o generándolos; 4) Reconociendo públicamente esas aportaciones; 5) Mostrando públicamente los resultados de compromisos de los grandes usuarios del agua y 6) Mantener la formación no solo en los sistemas formales educativos, sino en los sistemas no formales e informales y para la vida. Tenemos que entender que de eso se trata, de que ellos tengan las capacidades.

P.- La mujer también juega un papel fundamental en la protección y el manejo del agua en muchas comunidades. ¿Cómo se integra este rol femenino dentro de la comunicación ambiental?

R.- En estricto sentido, al incluir la perspectiva de género desde el diseño de programas o proyectos, cuando hablamos de intervenciones sociales. No hay duda de que puede haber mujeres líderes que desarrollen capacidades y que abracen o desarrollen nuevos roles, sin embargo, eso no puede hacerse sin entender las dinámicas comunitarias, es decir, no podemos poner a la mujer en el centro de la comunicación, si no entendemos la forma de relación entre los miembros de las comunidades.

Podemos visibilizar y destacar la información que abone a la comprensión de cómo la problemática de acceso al agua en comunidades rurales, impacta en las oportunidades de las niñas, principalmente; en la nueva tendencia a la sextorsión (exigencia de favores sexuales, a cambio de acceso al servicio) que ha indicado la Water Integrity Network; pero la sensibilización y concientización y mucho menos el cambio de comportamientos, viene solamente de informarse, se requieren acciones estructurales también, muchas relacionadas con construcción y mantenimiento de infraestructura.

No podemos poner a la mujer en el centro de la comunicación, si no entendemos la forma de relación entre los miembros de las comunidades

Si vemos hacia adentro, institucionalmente hablando, resulta evidente que muchas mujeres ocupan el rol de voceras o encargadas de comunicación y también generadoras de la información en la parte técnica, lo que las convierte en las diseñadoras de políticas, programas, campañas, etc., lo que en principio permitiría asumir que cuentan con mayor sensibilidad para incorporar el enfoque de género.

Es posible que no sea así y que, las propias acciones afirmativas, tanto como la sensibilización sobre los dobles papeles que cumplen cuando son madres, o las renuncias personales que muchas deben hacer, son parte del trabajo que debe hacerse en un sector que sigue estando dominado por hombres.

P.- Por último, tras la pandemia de la COVID-19 las prioridades a nivel global se han transformado. ¿Cuáles cree que son los principales desafíos en el panorama hídrico y climático internacional?

R.- En lo general y como sociedad, el Covid dio un empujón extraordinario a la comunicación y a la educación en línea. En lo específico, para las organizaciones relacionadas con los servicios de agua y saneamiento, las obligó a garantizar dichos servicios sobre todo en comunidades que no cuentan con ellos de forma suficiente o permanente, a generar o aplicar tecnología, por ejemplo, para la detección del virus en aguas residuales.

En términos de comunicación, las impulsó para el uso o fortalecimiento de canales y formatos más eficientes, y de hecho, también esa fue parte de la infraestructura, recursos y capital humano que se destinaron a la atención durante la pandemia. Un reto importante, por ejemplo, fue la emisión de materiales de comunicación en lenguas indígenas y más que nunca, la claridad de los materiales.

Es decir, si lo vemos como lección, no debe haber la menor duda que lo fue. Debemos agradecerle el impulso a las campañas de higiene en el lavado de manos, justamente porque nunca había recursos suficientes para mantenerlas. Si el mensaje no es claro a estas alturas y la conducta no permanece, entonces ahí tenemos un problema social grave.

El monitoreo y rendimiento de cuentas también juega un papel importante aquí, lamentablemente en el proceso de esta entrevista, nos enteramos de un brote de diarrea en Bangladesh, con 30 muertos y 170 000 afectados. Alguien tiene que rendir cuentas ahí y la población se merece una explicación y una reparación del daño, ante la falta de mecanismos que permitan evitar por un lado y por otro lado, prepararse de mejor forma ante este tipo de situaciones.

Nuevamente, el uso de tecnologías que permitan monitorear el servicio de abastecimiento, puede ayudar aquí.  Hay un exitoso ejemplo de Smart Water en Mérida, Yucatán (México), el proyecto “Dime H2O” que utiliza sensores para la recolección de muestras de pozos y la información es compartida, tanto con el Organismo Operador, como con la población, a través de celulares y una app, lo que permite una alerta inmediata ante cualquier riesgo de contaminación.

Sabemos que el cambio climático seguirá generando impactos en la salud de los humanos y las especies, entre otros efectos, así que toca informar y formar al respecto, así como seguir generando proyectos que tomen en cuenta a todos los involucrados.

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