La Comisión Europea presenta hoy su tan esperada Estrategia de Resiliencia del Agua, una llamada a una respuesta europea más sólida y coordinada ante las crecientes preocupaciones relacionadas con el agua. Desarrollada bajo la dirección de la comisaria Roswall, la estrategia sitúa la inversión, la innovación y la aplicación efectiva de las leyes existentes en el centro de la respuesta europea ante los crecientes desafíos hídricos.
Con sequías e inundaciones afectando ya a casi todos los rincones del continente, la Comisión considera la resiliencia del agua como una cuestión de seguridad estratégica y preparación económica. Este enfoque refleja un cambio de tono, al considerar la política del agua como parte integral de la competitividad, la seguridad pública y la adaptación al cambio climático.
En una conferencia de prensa, la comisaria Roswall declaró: “El 30 % del territorio de la Unión Europea enfrenta escasez cada año, por lo tanto, el agua está bajo una enorme presión. Por eso la Comisión Europea ha presentado esta importante estrategia de resiliencia del agua, porque debemos actuar ahora”.
La estrategia también promueve soluciones basadas en la naturaleza, como las ciudades esponja y las zonas de recarga de acuíferos, fomenta la eficiencia en la agricultura, la industria y las infraestructuras públicas
En lugar de proponer nuevos instrumentos legales, la estrategia busca asegurar la plena aplicación de las normas existentes de la UE—especialmente la Directiva Marco del Agua—y ayudar a los Estados miembros a cerrar las brechas de cumplimiento.
La estrategia se basa en tres pilares temáticos:
- Proteger y restaurar el ciclo del agua y el suministro hídrico.
- Mejorar la eficiencia del agua en todos los sectores.
- Empoderar a los consumidores para que contribuyan activamente a la resiliencia del agua.
La comisaria subrayó que la eficiencia hídrica es clave y debe ser la prioridad. “Debemos pensar en ser más eficientes en el uso del agua. Por eso la eficiencia del agua es el primer principio. El objetivo es que la UE aspire a usar el agua al menos un 10 % más eficientemente para 2030”. En este sentido, la Comisión trabajará con los Estados miembros y las partes interesadas para desarrollar una metodología conjunta para los objetivos de eficiencia hídrica, teniendo en cuenta las diferencias territoriales y sectoriales entre países y regiones.
La estrategia también promueve soluciones basadas en la naturaleza, como las ciudades esponja y las zonas de recarga de acuíferos, fomenta la eficiencia en la agricultura, la industria y las infraestructuras públicas, y respalda el acceso al agua como un derecho humano. Además, se hace énfasis en integrar un principio de “eficiencia del agua primero”, en la misma línea del principio de eficiencia energética adoptado en años recientes.
Otro enfoque clave de la estrategia es la inversión. La Comisión estima que se necesitan 78.000 millones de euros al año en toda la UE para modernizar los sistemas hídricos, de los cuales 23.000 millones actualmente no están cubiertos. En respuesta, la UE lanzará un Acelerador de Inversiones en Agua para movilizar financiación pública y privada. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) desempeñará un papel fundamental, ampliando su apoyo tanto a infraestructuras a gran escala como a proyectos más pequeños y descentralizados.
La innovación digital se destaca como un motor crucial de eficiencia, con sistemas de detección de fugas, datos satelitales Copernicus y modelos basados en inteligencia artificial que se espera optimicen la gestión del agua. Al mismo tiempo, la estrategia promoverá una mayor adopción de tecnologías de reutilización del agua, y reconoce la desalinización como una medida necesaria en ciertas regiones, especialmente aquellas bajo estrés climático.
La Comisión también aborda la contaminación química, en particular la provocada por las PFAS, con una estrategia doble: financiación para limpiar la contaminación heredada y trabajo regulatorio continuo para prohibir las PFAS en productos de consumo.
En paralelo, la Comisión está desarrollando un “omnibus” de simplificación ambiental. Este esfuerzo busca reducir la complejidad administrativa sin debilitar los objetivos ambientales en todas las áreas, incluido el agua. Aunque el proceso aún está en desarrollo, podría revisar los esquemas de responsabilidad ampliada del productor (RAP) en el marco de la Directiva sobre el Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas, esenciales para la circularidad pero complejos debido a la superposición de normas nacionales y de la UE.
Aunque la estrategia no incluye objetivos jurídicamente vinculantes, establece un marco para el seguimiento periódico de los avances. Con esta estrategia, la Comisión espera transformar el agua de una fuente de crisis en una base para la resiliencia, la competitividad y la sostenibilidad a largo plazo en toda la UE.
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