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Ante la abundancia de sequías, Uruguay compra un seguro contra la falta de lluvia de 450 millones de dólares

Sobre la Entidad

Banco Mundial
El Banco Mundial es uno de los organismos especializados de las Naciones Unidas, que se define como una fuente de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo.
  • Una novedosa póliza protege la industria energética del país de los cambios meteorológicos y de la volatilidad de los precios del petróleo

La historia de la humanidad está llena de intentos por controlar la lluvia: rituales, rezos colectivos y hasta experimentos pseudocientíficos para hacer que las nubes produzcan agua. En un verdadero acto innovador, Uruguay acaba de adoptar un mecanismo que efectivamente controla la lluvia o más bien su falta: un seguro climático.

Es una cobertura contra la frecuente falta de precipitaciones, que en el 2008 ocasionó una de las peores sequías de la historia, con pérdidas de 900 millones de dólares para el campo uruguayo e impactos a la población. No sólo las cosechas sufren; la generación de energía eléctrica se ha visto amenazada por los niveles cada vez más bajos de los embalses.

El seguro climático, por 450 millones de dólares, cubre la exposición a las sequías y a los altos precios del petróleo de la empresa de energía de Uruguay, la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE). Más de 80% de la energía del país es hidráulica y una caída en el nivel del agua obliga a generar electricidad por métodos térmicos, que usan combustibles fósiles.

La cobertura compensa las pérdidas financieras derivadas de la menor cantidad de precipitaciones que afectan los reservorios de los cuales UTE se nutre para generar energía eléctrica y que le obligan a recurrir a los mercados internacionales a comprar petróleo a altos precios.

En 2012 la empresa tuvo que importar petróleo para cubrir la demanda de electricidad a un costo récord de 1.400 millones de dólares, un 46% por encima de las expectativas originales. Esto provocó que el país apelara a fondos de estabilización del gobierno y, además, se tradujo en un alza en las tarifas a los usuarios.

Hasta hoy, el seguro climático sólo ha estado disponible en los mercados financieros de derivativos para las economías desarrolladas. Los avances tecnológicos de Uruguay cambiaron esa realidad. 

La nación sureña es una de las pocas que tiene un registro histórico de precipitaciones de los últimos 100 años, lo que facilita la evaluación de las variables de lluvias y permite una medición más precisa.

A lo largo de las principales cuencas hidrográficas del país, el río Uruguay y el río Negro, hay 39 estaciones de medición de precipitaciones que generan un índice diario. Cuando este indicador llega a los niveles mínimos fijados cada semestre, el contrato de seguro entra en acción, suministrando a UTE los fondos. La cantidad de dinero que se desembolse dependerá de la severidad de la sequía y de los precios del petróleo a la fecha que se active el seguro.

Aunque no hay antecedentes inmediatos en la región de este tipo de cobertura, los expertos afirman que éste puede ser un modelo para quienes están experimentando problemas de sequía, como por ejemplo el Nordeste de Brasil.

“Esta transacción estratégica e innovadora puede replicarse en muchos países susceptibles a variaciones climáticas extremas, además no solo al sector eléctrico sino también, por ejemplo, al sector agrícola”, afirma Luis de la Plaza Bringas, especialista financiero del Banco Mundial.

En el corto plazo, el objetivo del seguro es proteger a los consumidores de subidas extraordinarias de las tarifas eléctricas, dándole a la empresa estabilidad en sus finanzas. En el largo plazo, el objetivo es proveer las condiciones para que Uruguay continúe desarrollando energías alternativas renovables, de acuerdo al experto. 

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