Más de 1,5 millones de personas están sin agua corriente desde hace cinco días en Alepo. Desde que los combates se han recrudecido, las principales infraestructuras de agua se han visto afectadas dejando a la población civil en riesgo contraer enfermedades transmitidas por el agua, según advierte Oxfam (Oxfam Intermón en España). Cuando la ofensiva sirio-rusa entra en su tercera semana, la agencia internacional pide que se detengan los ataques contra la población civil y las infraestructuras civiles.
Los habitantes de ambos lados de la ciudad, el este tomado por la oposición y el oeste controlado por el Gobierno, dependen del agua de los pozos o de la que llega con camiones, fuentes poco fiables y a veces contaminadas. Las dos bombas de agua que suministran a la mayor parte de la ciudad, Suleiman al-Halabi y Bab al-Nairab, están cerradas desde hace días. Bab al-Nairab ya había sido dañada previamente en un ataque aéreo de las fuerzas aéreas sirias o rusas, y los combates no cesan en la zona de Suleiman al-Halabi, donde Oxfam ha instalado un generador para que funcione la bomba de agua cuando la red nacional deja de funcionar.
"Atacar deliberadamente el abastecimiento de agua, ya sea a través de ataques aéreos contra las instalaciones o cortando el agua, es un crimen de guerra".
Andy Baker, responsable de la respuesta humanitaria de Oxfam en esta crisis, afirma: "Atacar deliberadamente el abastecimiento de agua, ya sea a través de ataques aéreos contra las instalaciones o cortando el agua, es un crimen de guerra. Las partes en conflicto deben detener inmediatamente los ataques contra edificios civiles como escuelas, hospitales, hogares y las infraestructuras de agua. Deben permitir las reparaciones que necesita la red de agua y parar los combates en áreas clave para que se pueda bombear agua limpia y potable a cientos de miles de civiles en Alepo".
En declaraciones a Oxfam, Basma, de 35 años, residente del este de Alepo, explica: "La red de agua está dañada en algunas zonas. Estamos intentando conseguir agua de diferentes maneras, como a través de pozos locales. Pero no es seguro salir a la calle".
Nassim, de 65 años, también residente del este de Alepo informa sobre la falta de alimentos: "Conseguir agua de los pozos locales es una complicación diaria porque salir de casa es peligroso y no se puede saber si el agua es potable o está contaminada".
Walid, de 35 años, desde la zona oeste de Alepo afirma: "Hacer cola para conseguir agua es una lucha en la que pierdes mucho tiempo, y comprar agua es cada vez más caro. Tienes que pagar más para conseguir agua de los camioneros. Se acerca el invierno y no tenemos electricidad ni hay combustible. La situación se está volviendo insoportable".
Las fuerzas sirias y sus aliados lanzaron una operación militar el 22 de septiembre para reconquistar el este de Alepo, donde 250.000 personas están atrapadas sin acceso a ayuda humanitaria y sufriendo constantes ataques desde el aire. Diariamente hay informes de las bajas civiles y los daños a las infraestructuras civiles.
Andy Baker asegura: "Los horrores de Alepo van a más. El bombardeo de la ciudad se está realizando con el apoyo de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, desobedeciendo las mismas resoluciones que ha votado. Es una burla del sistema internacional diseñado para promover la paz, la estabilidad y el respeto de los derechos humanos. Pero esto no puede ser una excusa para la inacción por parte de otros miembros de la comunidad internacional".
"Otros miembros permanentes y no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU deben apoyar una resolución que exija el cese inmediato de los ataques aéreos contra Alepo para permitir que la ayuda llegue y el alto el fuego permita retomar las negociaciones políticas."
