Olalla Michelena es licenciada en Derecho y con un master en Derecho comunitario. Actualmente es consultora en Bruselas para la empresa de asuntos públicos Burson-Marsteller con una experiencia de 8 años en la política europea de medio ambiente.
Pregunta - Existen multitud de definiciones para ‘Smart City’ ¿Cuál es su definición personal?
Respuesta - Yo pienso que las Smart Cities son aquellas que tienen como fin último mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de manera sostenible a través de las tecnologías de la información y la innovación. Estas pueden mejorar la comunicación entre las empresas, los ciudadanos, las autoridades públicas acarreando beneficios para todos ellos ya que se pueden plantear nuevos modelos de negocio basados en las necesidades reales.
P. - ¿Qué elementos comunes tienen, en su opinión, todas las Smart Cities?
R. - Sostenibilidad, eficiencia, innovación y calidad del agua.
P. - En materia de agua, ¿cuáles cree que son los principales retos que afrontan las ciudades en el futuro?
R. - Teniendo en cuenta que según la ONU el uso mundial del agua ha crecido dos veces más rápido que el aumento de la población, la mejor gestión del agua es una prioridad. El principal reto será asegurar un suministro de agua de calidad a un precio accesible para sus habitantes a la vez que se gestiona de manera eficiente y sostenible.
Hay cambiar la mentalidad para comprender que las aguas residuales son un recurso y no un problema, y que puede dar lugar a nuevas formas de negocio.
La gestión de las aguas residuales también es un problema y por ejemplo España debe pagar cada día 900.000 euros por no respetar la directiva europea sobre la gestión de aguas residuales en las ciudades.
P. - ¿Cómo puede mejorar una Smart City la gestión del agua?
R. - Se necesita en primer lugar una gestión sostenible del ciclo integral del agua. Habría que arreglar las tuberías para evitar fugas lo que es un gran problema también en muchos países de Europa a excepción de Alemania. En España se sigue perdiendo un 16% del agua en fugas y averías (fuente INI). Además, habría que mejorar sustancialmente la gestión de las aguas residuales y cambiar la mentalidad para comprender que éstas son un recurso y no un problema que puede dar lugar a nuevas formas de negocio dentro lo que se llama la economía circular. Actualmente, existen tecnologías para recuperar los nutrientes (nitrógeno, potasio y fosforo) para utilizarlos como fertilizantes en la agricultura. Incluso existe un proyecto financiado por la UE (www.valuefromurine.eu) que está desarrollando un sistema para recuperar los nutrientes de la orina y generar energía.
P. - ¿Cómo definiría una red de agua inteligente?
R. - Una red inteligente es aquella hace un seguimiento en tiempo real de la misma mediante el uso de sensores de medición y de alerta para detectar la calidad y cantidad del recurso instalados en toda la infraestructura. Sin datos fiables la gestión no puede ser eficiente y sostenible siendo también las aguas residuales una parte importante. Por ejemplo, las aguas residuales deben ser recicladas para usos industriales, agricultura etc., y los nutrientes también. Así podría reducirse considerablemente el uso de agua potable para usos que no requieran dicha calidad.
P. - ¿Cuáles son las herramientas más importantes para implementar una gestión inteligente del agua?
R. - El uso de las tecnologías de la información para conocer el estado de la red y las necesidades reales y la modernización de las infraestructuras que en algunos casos usan tuberías de hace más de 30 años. Además, el uso de la tecnología existente para reciclar el agua. Siendo el agua un bien escaso, debería incentivarse un uso más eficiente tanto por los consumidores como por la industria adecuando el precio a su disponibilidad en cada estación.
P. - ¿En qué tipología de ciudad (grande, pequeña, mediana) es más sencillo aplicar la filosofía Smart Water?
R. - Existen economías de escala y las grandes ciudades deben hacerse “Smart” si no quieren convertirse en invivibles. Por otro lado, las ciudades pequeñas o medianas pueden ser más rápidas a la hora de decidir e implementar este tipo de medidas. Todo dependerá de la colaboración que se establezca entre las empresas, autoridades y consumidores. No hay ciudades “Smart” sin ciudadanos “Smart”.
P. - ¿Qué ejemplos de Smart City destacaría en España? ¿Y en el resto del mundo?
R. - Santander, Barcelona, San Franscisco, París, etc.
P. - ¿Cree que apoyan las administraciones públicas españolas la investigación y la puesta en marcha de estas iniciativas? ¿Y las europeas?
R. - En este momento y dada la situación económica actual las administraciones públicas en España, están limitadas en los recursos que pueden destinar a este tipo de actividades. En la Unión Europea, puede ser financiados por el nuevo programa marco para la investigación y el desarrollo Horizon 2020 aquellos proyectos europeos que apoyen el desarrollo de las Smart Cities. Recientemente, la Comisión anunció la concesión de 6 millones de euros para el proyecto Smartwater4Europe . Se trata de un consorcio de empresas entre las que se encuentra Acciona y la ciudad de Cáceres.
P. - ¿Cree que incrementará la generalización de la gestión inteligente la rentabilidad de las empresas gestoras del ciclo integral del agua?
R. - Yo espero que sí. En todo caso, será necesario que todas las partes interesadas colaboren para que la gestión del agua sea lo más sostenible y eficiente posible.