Los residuos farmacéuticos en los ríos provocan cambios en el comportamiento de los peces, como las percas, que se convierten en animales asociales y voraces. Así se desprende de un estudio elaborado por expertos de la Universidad de Umea (Suecia), que alerta de que esta situación pueden alterar gravemente el equilibrio ecológico de los sistemas acuáticos.
Así, en el trabajo, que ha sido publicado en 'Science', se explica que el cambio en la conducta alimentaria de las percas puede suponer, por ejemplo, que disminuya el zooplancton, lo que influiría en un aumento del crecimiento de las algas y su proliferación, lo que, a su vez, pueden afectar a otros peces e incluso a otras especies negativamente.
El equipo está formado por varios especialistas en estudios medioambientales que investigaban residuos farmacéuticos y comportamientos animales del mismo centro, que decidieron unirse para estudiar si los residuos farmacéuticos en los cursos de agua altera el comportamiento de los peces y en los ecosistemas enteros a su vez.
Las drogas son, a menudo, compuestos estables con vistas a medicar rápidamente y luego dejar el cuerpo, por ello terminan en las aguas residuales. El estudio de la Universidad de Umea ha demostrado que bajas concentraciones de oxazepam, un fármaco comúnmente utilizado para tratar la ansiedad, se encuentra en vías navegables suecas y puede alterar el comportamiento de los peces.
En primer lugar, el científico Jerker Fick midió las concentraciones de oxazepam en el Río Fyris en Uppsala (Suecia), y en una perca capturado en el mismo. Posteriormente, en el laboratorio, los investigadores compararon su comportamiento con una perca que no habían sido expuesta a la sustancia farmacéutica.
El resultado fue que el pez 'contaminado' es más y audaz, frente al otro que, como es habitual en su especie, es cauteloso y tiende a permanecer cerca de su banco para no ser comido por depredadores. En este sentido, los expertos apuntan a que la perca con restos de oxazepan es también más asocial y su extrema actividad le lleva a comer más.
En este sentido, han indicado que en lugar de permanecer en su escondite y hacer excursiones cortas para encontrar comida, la perca pasó la mayor parte de su tiempo comiendo. Este cambio en el comportamiento aumentó su consumo de energía y la fuente de alimento (zooplancton) se agotó mucho más rápido.
La valoración que los expertos han hecho de estos resultados es que los cambios de comportamiento observados en los peces no son necesariamente positivos para ellos. En un entorno natural donde los enemigos depredadores están al acecho, no es bueno que las percas alevines tengan un exceso de confianza. "Esto puede influir en la propagación y la supervivencia de una especie", ha indicado el investigador.