América Latina es una de las regiones que más se encuentra amenazada por el cambio climático, lo que se ha convertido en un hecho irrebatible. Cada día, éste se convierte en un desafío económico y social cada vez más urgente para los países, donde sus efectos se manifiestan con mayor frecuencia.
Todo el continente sudamericano vive comportamientos meteorológicos extremos, alternándose sequías que duran meses y periodos largos de lluvias torrenciales, que se traducen en una disminución del abastecimiento de agua, en la degradación de la calidad del agua y en una modificación en los cambios de calidad debido a los cambios en el volumen del flujo. Esta inestable e impredecible meteorología de la región provocada por el cambio climático pasa factura a todo el ciclo integral del agua y refleja en las ciudades una crisis asociada al agua sin precedentes, que afecta a las diferentes infraestructuras hídricas y, especialmente, a las plantas de tratamiento.
Pero el cambio climático no es el único problema al que se enfrenta Latinoamérica: la expansión urbana, la demanda de producción agrícola, la necesidad de una evolución política y un mayor compromiso, configuran una fórmula en la que la región depende como nunca del agua. Venezuela es un gran ejemplo de esta crisis.
La gestión del agua en Venezuela
Si bien en Venezuela la falta de agua no es tan grave como en otros países latinoamericanos, hay que tener en cuenta dos problemas serios: la mala distribución del recurso (en la región norte del país se concentra el 85 % de la población y menos de un 10 % de los recursos hídricos); y el inapropiado manejo de las aguas servidas, que contaminan las fuentes de agua superficiales y subterráneas. Una situación que se ha visto agravada por la falta de mantenimiento en algunas de las infraestructuras, el derroche de agua y energía por parte de la ciudadanía, las empresas y las instituciones públicas, y la limitada inversión general en el sector.
Pese a que Venezuela cuenta con un amplio marco legislativo que regula el recurso hídrico y que, no está siendo todo lo efectivo que debería. Así, los más importantes son: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela recoge el agua como bien de dominio público y la protección del agua; la Ley Orgánica del Ambiente regula la gestión integral del agua e implica garantizar calidad, cantidad y disponibilidad del agua como mecanismo de sustentabilidad del ciclo hidrológico, así como la reutilización de aguas servidas y el tratamiento de las mismas, y la protección de las cuencas hidrográficas y los suelos de esas cuencas. El país cuenta también con una Ley de Aguas que incluye la gestión integral de las aguas, define el acceso al agua como un derecho humano y un bien social, y describe programas y proyectos para la conservación de las cuencas hidrográficas, entre otros aspectos. Por último, la ley que establece presta el servicio es la Ley Orgánica para la Prestación de los Servicios de Agua Potable y Saneamiento.
La presión de nueva infraestructura para enfrentar la demanda de agua requiere grandes inversiones
De esta forma, el marco institucional del sector de agua y saneamiento en Venezuela se caracteriza por la concentración de muchas competencias a nivel nacional y, de hecho, ésta última ley fue aprobada en 2001 para descentralizar la provisión de servicios y separar institucionalmente la gestión, la regulación y la prestación de servicios en el sector. Más del 70 % de la población venezolana recibe servicios de agua y saneamiento de la empresa nacional de aguas HIDROVEN, mientras que el resto es servido por empresas estatales, la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), algunas municipalidades y organizaciones comunitarias.
El crecimiento poblacional en Venezuela ha disminuido en las últimas dos décadas a un 3,5 % anual, pero, aun así, la presión de nueva infraestructura para enfrentar la demanda de agua requiere grandes inversiones debido a la gran distancia de los centros de población de las fuentes de agua, reflejando un problema común con la mayor parte de la región latinoamericana. El desarrollo de la infraestructura hidráulica en el país tomó un impulso a partir de la creación del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) en 1943. En las siguientes décadas se construyeron los principales acueductos de Venezuela, entre ellos el de Caracas, siendo uno de los más complejos del mundo: requiere elevar 22 toneladas de agua por una altura de mil metros cada segundo, para ser tratada en tres plantas potabilizadoras de 4.200 l/s (La Mariposa), 7.500 l/s (La Guairita) y 12.000 l/s (Caujarito).
Caracas
Durante los últimos años, el gobierno venezolano ha ejecutado numerosas obras de mejora de las infraestructuras, fundamentalmente en materia de plantas de tratamiento de aguas residuales, que han fortalecido el acceso a agua potable y saneamiento del país. No obstante, el sector del agua en Venezuela se enfrenta un proceso de descentralización desde 1991 y ahora pasa por sus peores momentos: los ciudadanos pueden llegar a pasar meses sin agua potable como resultado, según los expertos, de la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura del sistema hídrico del país. Algo que no es nuevo; la obsolescencia de las instalaciones, que datan en su mayoría de entre los años 60 y 70, además del desmejoramiento de la calidad de las fuentes por el incremento poblacional desordenado que ha contribuido en vertidos a las cuencas de los embalses principales, requiere de un programa de rehabilitación.
En ese sentido, la Hidrológica Venezolana HIDROVEN viene emprendiendo en los últimos años la rehabilitación y adecuación de los procesos de las principales plantas del país con recursos provenientes de financiamientos del BID y CAF, con el fin de conseguir mejorar la calidad del agua. Tres de las más importantes han sido la Planta de La Mariposa, la Planta de Caujarito y la Planta de la Guairita, situadas en Caracas.
Barrelodos en la Planta de Caujarito
El impulso a las infraestructuras hídricas de Caracas
La antigüedad de las infraestructuras venezolanas y la falta de inversión en ellas, ha hecho mella en su tecnología, obsoleta para la extracción de los sólidos en sus sedimentadores y provocando un agua de salida no apta para su reutilización debido a la alta turbidez.
Por ello, el gobierno venezolano decidió mejorar sus antiguas instalaciones de tratamiento de aguas. Así, en el año 2013, Electrotécnica SAQUI, empresa constructora dedicada al diseño y construcción de plantas potabilizadoras y depuradoras, fue contratada por HIDROCAPITAL (filial de HIDROVEN), para la remodelación y ampliación de la planta potabilizadora más grande del Acueducto de Caracas, la Planta de Caujarito. En 2015 salió a licitación pública el IPC para la instalación de nuevos equipos barrelodos en las tres plantas de Caracas (La Mariposa, La Guairita y Caujarito) y, como responsables del diseño de la propuesta, la Electrotécnica SAQUI trabajó conjuntamente con el equipo de Tecnoconverting para hallar una solución adecuada técnicamente, ajustada a las limitaciones del mercado local y, sobre todo, económicamente competitiva, que resultó en la adjudicación del contrato. En 2016 comenzó la instalación de los nuevos equipos para remoción de lodos sedimentados (barrelodos) en los decantadores de las tres plantas de Caracas; actividad que siguen desarrollando utilizando los equipos suministrados por la empresa española Tecnoconverting, según cuenta la ingeniera Isabel Quiroga, directora de proyectos de Electrotécnica SAQUI: “Hemos construido una valiosa relación profesional, fundamentada en compromiso, profesionalismo y excelencia, involucrándolos en otros requerimientos de proyectos de la empresa como la PP Alejo Zuloaga y licitaciones en proceso”.
Una vez se pusieron en marcha las plantas de tratamiento de aguas, la calidad del agua a la salida aumentó en gran medida
La mejora iniciada por el Gobierno consistió en la sustitución de un total de 20 puentes barrelodos por barrelodos de fondo TecnoConverting, una tecnología ampliamente conocida que utiliza un sistema de tracción a base de un eje central con dos engranajes en los extremos que, al girar, hacen desplazarse dos cadenas longitudinales, las cuales llevan unas palas de PRFV sujetas a la propia cadena. La presencia de dichas palas cada 2 metros aproximadamente, permite extraer una cantidad de lodos infinitamente mayor que la cantidad de lodos que se extraía con los antiguos puentes móviles.
Barrelodos en la Planta de La Guairita
Otro de los hándicaps más importantes que Tecnoconverting encontró fue que las balsas medían 20 metros de ancho. Debido a las restricciones del país, no era posible poder levantar muros de hormigón para poder partir la balsa en dos más pequeñas de 10 metros de ancho, por lo que se decidió construir toda una soportación intermedia en acero inoxidable que permitiera hacer funcionar los dos barrelodos a la vez, sin necesidad de disponer de un muro central intermedio.
Una vez se pusieron en marcha las plantas de tratamiento de agua, la calidad del agua a la salida aumentó en gran medida, recibiendo incluso las felicitaciones por parte del gobierno venezolano.