Desde 2015, el aumento del conflicto ha empeorado una situación que ya era desesperada, con ataques y acción militar sobre y alrededor de las infraestructuras de agua, dejando a más gente todavía sin acceso a agua potable.
A principios de esta semana, el sistema de agua de Al-Hamazat, en el distrito de Sehar (provincial de Sa’ada) fue destruido completamente en un ataque que dejó sin agua a 7.500 personas, entre ellas familias de desplazados internos. Durante el ataque también fue dañado un sistema de energía solar cercano, que proporciona energía al sistema de agua. Este mismo equipo de agua fue destruido en otro ataque en 2015, y UNICEF lo reconstruyó en 2017.
Al mismo tiempo, grupos armados han lanzado ataques militares desde asentamientos cercanos a los puntos de agua.
El acceso a agua limpia es especialmente importante para prevenir que enfermedades transmitidas a través del agua se propaguen más rápidamente por el país, ya devastado a causa de la guerra. El año pasado Yemen sufrió el mayor brote de cólera y diarrea acuosa aguda del mundo, y la posibilidad de que se produzca otro brote puede surgir si el acceso a agua sigue en peligro.
UNICEF pide a todas las partes en el conflicto, estén donde estén en Yemen, y a quienes tienen influencia sobre ellos, que protejan la infraestructura civil básica. En línea con el derecho internacional humanitario, todas las partes en conflicto deberían detener inmediatamente los ataques sobre civiles e infraestructuras civiles, así como cualquier actividad militar que se realice cerca o desde estas instalaciones (incluidas escuelas, hospitales e instalaciones de agua), y mantener a los niños fuera de cualquier tipo de peligro”.