Investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) han verificado el papel de los humedales de la cuenca mediterránea como eje vertebral de la planificación del territorio desde la Antigüedad hasta la actualidad, a través de un estudio que analiza las relaciones espaciales entre humedales, caminos romanos y vías pecuarias en el Alto Guadalquivir.
La investigación, encabezada por Francisco Guerrero, miembro del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la UJA, y Alejandro Fornell, del Departamento de Antropología, Geografía e Historia de la UJA, se basa en un análisis exhaustivo de la bibliografía relacionada con el uso y manejo del agua en la época romana, centrado particularmente en los humedales.
En concreto, estudian la zona del Alto Guadalquivir, que comprende la provincia de Jaén y la parte central-oriental de Córdoba. Durante la dominación romana, ese enclave fue territorio de asentamiento de hasta 24 ciudades, según los datos, obtenidos a través de textos antiguos, epigrafía, numismática y arqueología. “Debido a su posición estratégica, fue una de las zonas más romanizadas de la provincia romana de Bética y, por lo tanto, de Hispania”, señala Alejandro Fornell. “Esa presencia de numerosas ciudades implicaba la necesidad de una red compleja de infraestructuras que sirviera para su suministro y comunicación, como acueductos, puentes y caminos”.
En ese sentido, la evidencia científica muestra que esos caminos romanos comparten características similares como la proximidad a puntos de agua como ríos, manantiales o humedales. En cuanto a estos últimos, hay registrados un total de 90, 56 en el valle del Guadalquivir y los otros 34 distribuidos en el resto del territorio. “Esos humedales son ecosistemas acuáticos que no reflejan cambios importantes desde la Prehistoria hasta ahora, salvo la tendencia gradual hacia una aridez climática que se ha acelerado en los últimos siglos por la actividad humana”, explica Francisco Guerrero.
Laguna de Perales, en Montizón (Jaén). Foto: Francisco Guerrero.
En su trabajo, los investigadores de la UJA comprobaron la existencia de tres caminos romanos, íntimamente relacionados con 17 senderos de ganado contemporáneos y 13 humedales. Esas calzadas romanas, Cástulo-Saetabis (Játiva), Mentesa Bastia – Corduva (Córdoba) y Obulco-Ulia, tenían como elemento común la presencia de humedales a menos de 2 kilómetros de distancia respecto a la zona de tránsito. “Para evaluar la distancia que las personas y las bestias de la época viajaban para obtener agua, medimos la longitud de la ruta entre los humedales y otros posibles puntos de agua, ya que los romanos crearon mansiones como área de descanso y abrevadero cada pocos kilómetros en los bordes de las calzadas”, argumenta Alejandro Fornell. “Ese mismo papel lo observamos también en las vías pecuarias, que usan los humedales como punto de referencia en su diseño”, insiste.
Los resultados de su investigación demuestran una superposición que destaca la importancia de los humedales en el ordenamiento territorial de la cuenca mediterránea durante varios momentos históricos. “Por un lado, se demuestra la influencia de los humedales en la estructuración del paisaje de la sociedad romana del Alto Guadalquivir. Ya no solo como punto fronterizo, sino también dibujando la red vial y actuando como hitos que hacen más fácil el transporte de personas, animales y bienes”, indica Alejandro Fornell. “Por otro, con la aparición de la trashumancia y el desarrollo de las rutas ganaderas, los humedales continuaron desempeñando un papel importante en la regulación del territorio”, señala.
Para Francisco Guerrero, “este trabajo nos abre además la posibilidad de extrapolar esta realidad a otras partes de la región mediterránea con las mismas condiciones climatológicas y condiciones históricas similares, como el resto de Andalucía y el Valle del Ebro, o incluso otros países mediterráneos”. En ese sentido, este hallazgo que conjuga dos disciplinas como la Ecología y la Historia Antigua refuerza “el valor patrimonial de los humedales, no solo como patrimonio natural sino también histórico-cultural, lo que hace necesaria la concienciación en su conservación frente a la creciente amenaza de su deterioro y desaparición”, indica. “Esa doble vertiente puede contribuir a potenciar su relación con el turismo sostenible, como un recurso socioeconómico de dinamización de algunas comunidades rurales deprimidas de esta región”, concluye.
Esta investigación forma parte del proyecto RIPARIA 2: la interacción histórica sociedad-medio ambiente: humedales y espacios lacustres de la Bética romana’, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) y publicado en el formato de artículo científico por la relevante revista Nature and Culture.