La manera en que producimos, consumimos y desperdiciamos los alimentos a nivel mundial provoca el 80% de la pérdida de biodiversidad y casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y, sin embargo, estamos lejos de acabar con el hambre o con la falta de acceso a una alimentación sana. Transformar los sistemas alimentarios hacia la sostenibilidad es fundamental, por ello, WWF lanza hoy un estudio que analiza más de un centenar de países y propone las medidas de mayor impacto para cada país.
“Los sistemas alimentarios insostenibles son la principal amenaza para la salud humana y la naturaleza. Transformarlos es imprescindible para luchar contra el hambre y el cambio climático. Sin embargo, nada de esto sucederá sin un marco estatal adecuado, ambicioso y participado que promueva una agricultura y ganadería responsable, la dieta mediterránea y acabar con el desperdicio de alimentos", afirma Celsa Peiteado, responsable del programa de alimentos de WWF España.
El informe clasifica los países según seis tipos diferentes de sistemas alimentarios, en función de sus características ambientales y socioeconómicas, y ordena las acciones de mayor impacto para transformar cada uno de ellos. El estudio incluye a España en los de tipología 4 (junto a países como México, Italia, Sudáfrica y Turquía), como aquellos que tienen el mayor riesgo hídrico en la producción de alimentos.
Los sistemas alimentarios son extremadamente complejos y dependen de muchos factores, como el patrimonio natural y cultural y el contexto local. Por ello, no existe un conjunto único de intervenciones políticas que puedan aplicarse a escala mundial. No obstante, la investigación revela una necesidad en todos los países de restaurar los ecosistemas -como garantes de la producción de alimentos-, impulsar la producción ecológica y las dietas sanas y sostenibles y desarrollar cadenas de suministro libres de deforestación y justas para las personas productoras y consumidoras.
En el caso de España, WWF destaca que una de las palancas de cambio más importante es recuperar el buen estado de los ríos, acuíferos y humedales, especialmente en zonas íntimamente ligadas a la producción intensiva de alimentos, como Doñana o el Mar Menor. Rediseñar las subvenciones públicas, eliminando aquellos subsidios perversos que afectan a la salud de las personas o la naturaleza, es otro de los elementos a abordar de manera urgente.
El informe destaca el valor de la dehesa, como ejemplo de sistema agrario de alto valor natural y social, que, sin embargo, está muy amenazado por diversos factores, que van desde el abandono al sobrepastoreo, pasando por el cambio climático y la marginación a las ganaderías extensivas por las políticas agrarias y los mercados.
“La transición hacia la sostenibilidad de los sistemas alimentarios es esencial para revertir la pérdida de biodiversidad y adaptarse al cambio climático, así como para garantizar el derecho a una alimentación sana y sostenible al conjunto de la ciudadanía. A pesar de ello, sigue faltando una visión de conjunto para lograrlo. La futura estrategia nacional de alimentación debe abordar todos estos aspectos, para no desaprovechar el enorme potencial de transformación de los sistemas alimentarios sostenibles”, concluye Celsa Peiteado.