La industria sanitaria en Chile, cuando logra el año 2013 las coberturas del 100% en agua potable, alcantarillado y saneamiento de las aguas servidas en los sectores urbanos del país, no solo cumplen una meta largamente esperada para mejorar las condiciones de vida de la población, si no que se inicia el término de una etapa y el comienzo de otra, donde el rol de los actores de la industria, incluido empresas y organismo regulador. El inicio del nuevo ciclo que ha empezado viene con una serie de cambios que tarde o temprano llegarán a las empresas y al regulador.
El lograr que la población urbana tenga acceso al servicio sanitario, para la industria tiene una serie de efectos entre otros:
- El negocio ya no crece como antes. Todos los consumidores o clientes ya están incorporados a los servicios y su crecimiento será por aumento vegetativo de nuevas viviendas, que no aumenta el consumo, solo la cantidad de clientes. La otra forma de crecimiento es el consumo. El consumo percápita de agua potable viene disminuyendo en forma sostenida los últimos 10 años, no solo por efecto elasticidad precio, si no que por la conciencia del uso racional de agua y la escasez hídrica, que han contribuido a eficientar el consumo de la población, (El per cápita del 2002 al 2014 bajó de 21,5 m3/vivienda/mes a 18,6 m3/vivienda/mes). A lo anterior se suma la baja de la tasa de crecimiento de la población del país, entendiendo que el principal consumidor de estos servicios son las personas. En este sentido, la tasa demográfica en Chile ha tenido una tendencia sostenida a la baja. Esta tasa el año 2002 era de 1,09% y el 2014 fue de 0,84%. Esto no es muy distinto a lo proyectado para la próxima década, que se estima continuará a la baja. Una mitigación a este proceso con tendencia a la baja (en algunas regiones del país) ha sido la inmigración. En el mismo período en que la tasa demográfica baja, la tasa de inmigración sube de 1,2% al 2,3%. En resumen los clientes y el consumo se tienden a estabilizar o disminuir y la posibilidad de crecer disminuye considerablemente.
- Las tarifas tampoco crecerán. Estas terminaron su ciclo de crecimiento e inician una tendencia a la estabilización incluso a la baja, no solo por las economías de escala, si no que las coberturas están en un 100%. ya no es necesario seguir incorporando nuevas inversiones. Las rentabilidades de las empresas, dejan de tener como fundamento los incrementos tarifarios o de sus activos.
- Las Inversiones, y muy ligado al punto anterior, era otra forma de crecimiento de las empresas que también tiende a disminuir como consecuencia que las coberturas. Los desafíos en esta materia ya no son las grandes obras para incorporar nuevos servicios o áreas de servicios y que signifiquen aumentos tarifarios, sino que son inversiones en reposición y mantención de la infraestructura y estas no presionan tarifas porque ya se encuentran incorporadas.
- Cambio climático. La escasez hídrica en la zona norte, centro y
centro sur del país producto del cambio climático, ha expuesto a la industria a
una serie de desastres naturales (sequías, terremotos, aludes, tsunami,
inundaciones, lluvias e incendios) que han sido una dura prueba técnica y
política, no solo para las empresas, sino que para el modelo sanitario que no
contemplaba como enfrentar algunos de estos acontecimientos.La escasez hídrica puede permitir la modificación de la gobernanza del agua en el país. Como consecuencia de este fenómeno natural, algunos sectores quieren replantear la forma en que el Estado y los privados participan o se relacionan con la gestión del agua. Esto puede afectar a la industria.
Estos aspectos son una de las señales que nos dicen que estamos en el inicio de un proceso de cambios, donde la empresa que se requiere para enfrentar este nuevo mundo no es la misma empresa que se necesitaba cuando faltaba infraestructura y los servicios no estaban en pleno desarrollo.
Una de las características principales del ciclo anterior, era que el centro de las decisiones tenía un carácter técnico-económico y esta mirada era lo que demandaba la mayor cantidad de recursos y esfuerzos. El fuerte era la inversión, la ingeniería, la operación y las obras, acompañado de mejoramientos de servicios en la medida que las obras se incorporaban a la explotación.
Las empresas sanitarias de esta nueva etapa, su centro será la gestión estratégica, entendida como la generación de procesos de innovación que sobrepasen lo técnico-operativo y lleguen a los consumidores, es decir, ir más allá del medidor o arranque, o más allá de la norma. Esta etapa con un nuevo foco requiere de una empresa distinta a la anterior, con estrategias de largo plazo y de una organización con estructuras, profesionales y directorios más diversificado, que reflejen los nuevos tiempos. No se trata de abandonar la ingeniería y lo técnico, por el contrario, se requieren pero de otra manera más innovadora con tecnologías que nos acerque a la comunidad y las ciudades, con mirada de “Smart City” donde se está discutiendo de cómo deben ser las ciudades del futuro.
Por su parte, el cliente de las empresas sanitarias también es distinto, hoy tiene una mirada de comunidad más que de cliente. Este cliente que vio inversiones y obras para que nuevos sectores se incorporaran a los servicios sanitarios y que las aguas servidas eran tratadas, transformando un pasivo ambiental de su ciudad en un activo ambiental, ese cliente, estuvo dispuesto a asumir el incremento de las tarifas. Hoy es distinto, no aceptará incrementos de precio si no tiene claro de cuál es su beneficio o para su comunidad, como tampoco está dispuesto asumir explicaciones de las empresas por suspensiones de servicios por roturas de redes, emisión de olores o fallas operaciones. Al consumidor actual, no le interesa si la empresa cumple o no con la norma, exige calidad de servicio, seguridad, continuidad y eficiencia.