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¿Debería el Canal de Isabel II impulsar la gestión forestal en la Sierra de Guadarrama?

Sobre el blog

Jacobo Maldonado González
Consultor Ambiental y pequeño empresario. Desde 1988, especializado en Uso y Gestión del Medio Natural, y Biodiversidad Urbana. Educador Ambiental. Ingeniero de Montes Asociado a ASEMFO. Asociación Nacional de Empresas Forestales.
  • ¿Debería Canal Isabel II impulsar gestión forestal Sierra Guadarrama?

Para situarnos recordaremos que Canal de Isabel II Gestión es la sociedad anónima responsable del ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid (Extraído de su web). Es decir el agua que utilizamos los madrileños es recogida, embalsada, distribuida, tratada consumida, depurada y devuelta a la red hidrográfica bajo la gestión de esta histórica empresa. Es una empresa pública que en palabras de La Presidenta, Cristina Cifuentes, “Es una empresa pública muy rentable, que presta un servicio esencial, de máxima calidad y a un precio asequible para el ciudadano, no cuesta dinero público y no, no se va a privatizar” (Publicado en Bolsamanía 20 de agosto de 2015)

La Sierra de Guadarrama en sentido amplio, llamada a veces por el Canal de Isabel II, Sierra del Agua es un territorio de unas 200.000 has o 2.000 km2 que conforman las cuencas de recepción de los embalses gestionados por “El Canal”. Estas montañas alimentan y nutren su capacidad de embalsamiento cifrada en 946 hm3. Si asignamos una precipitación media para el territorio de 700 mm anuales, 7.000 m3 por ha, la precipitación total en la Sierra será de 1.400 hm3 anuales. De este volumen pasan a la red hidrográfica del orden del 30 al 40% de dicha cantidad, valor que es aproximadamente la mitad de su capacidad de embalsamiento.

Las masas forestales de la Sierra del Guadarrama, están directamente relacionadas con las fases de recogida y embalsado del ciclo integral de la gestión del agua en la Comunidad de Madrid. El agua procedente de las precipitaciones tiene que atravesar la cubierta forestal, que tapiza sus cuencas receptoras con una cobertura superior al 80%. Es decir el 80% de las precipitaciones recogidas en la Sierra se caracterizan por un ciclo hidrológico y un balance hídrico propio de un espacio forestal, sea o no, arbolado.


La calidad del agua que llega a la red hidrográfica depende de forma directa del porcentaje de superficie forestal y vegetal que tapiza la cuenca de recepción y que va a condicionar los caudales que van a llegar a la red por infiltración o bien por escorrentía. A mayor densidad y biomasa más infiltración y más calidad de agua. A mayor porcentaje de suelos desnudos (los agrarios fundamentalmente) mayor escorrentía y menor calidad: Más erosión, más aterramiento, mayores costes de depuración en cuanto a decantación, etc.

Los caudales que llegan a arroyos, ríos y embalses varían de forma significativa en función de la vegetación que cubre la cuenca. Como norma general a mayores densidades y estructuras más complejas, en definitiva más biomasa viva, menos agua llega a la red y en consecuencia aumentarían las necesidades de almacenamiento para cubrir la demanda estival. A partir de la ordenación y la gestión forestal, se puede llegar a manejar un 10% del caudal anual del ciclo hidrológico forestal que pasa a la red hidrográfica, lo que supone un volumen de recursos hídricos equivalente a unos 40.000.000 m3 anuales. Un valor superior a la capacidad del embalse de El Villar y algo menor que la del embalse de Puentes Viejas. Su valor de venta por el concepto de aducción para el usuario medio es de unos 16.000.000 de euros anuales.

Las masas forestales de la Sierra del Guadarrama, están directamente relacionadas con las fases de recogida y embalsado del ciclo integral de la gestión del agua en la Comunidad de Madrid 

Al mismo tiempo y con efecto contrario, la distribución de los caudales que llegan a la red, se distribuye más uniforme y prolongadamente el tiempo, bajo la protección de los bosques arbolados y con mayor biomasa viva. La duración del periodo seco de la red hidrográfica y la intensidad de la sequía se atemperan y las necesidades de embalsamiento de agua son menores.

Sobre cuanto pesan estas dos tendencias contrarias para diversos valores de precipitación anual en clima mediterráneo no tenemos suficientes datos. Tan solo podemos afirmar la evidencia de que las claras y los aclareos aumentan los caudales hidrográficos de forma tangible en valores absolutos. Su cuantía depende del volumen de precipitación anual de cada año y, sobre todo de la importancia de las lluvias acumuladas hasta finales de invierno e inicios de primavera. De estas van a depender de forma directa los superávits hídricos y su traslado a la red hidrográfica en forma de infiltración o escorrentía. La selvicultura hidrológica o del agua trata de averiguar qué efectos tienen los distintos tipos de masa forestal y los métodos de ordenación en un sentido o en otro y optimizar la estructura vegetal, su distribución espacial y su composición por especies, en búsqueda de los objetivos fijados en torno a caudales y calidad de agua. Actualmente existen modelizaciones hidrológicas que señalan una tendencia tan evidente como la descrita para las claras diciendo que un monte ordenado y gestionado, frente a una masa sin tratar genera un mayor caudal para la red hidrográfica, almenos en el caso de las masas de repoblación con coníferas.

Otra variable cuya gestión puede tener consecuencias de sentidos opuestos y que forma parte de la ordenación de nuestros montes es la carga ganadera. De ella depende la cantidad de nutrientes que va a llegar a los embalses aumentando los costes de depuración. En esta misma línea de incremento de costes, a mayor carga ganadera menos biomasa y estructuras más simples. En consecuencia más posibilidades de erosión y más carga de partículas. Por el contrario los caudales aumentarían pero con un riesgo asociado al hecho de que el exceso de carga ganadera es la principal causa de erosión en nuestras zonas montañosas y forestales.

En menor cuantía, pero también relevante, están los efectos del uso público en las masas forestales, de efectos muy similares a los de las carga ganadera. Puede tener una especial incidencia cuando se hace un uso masivo de las aguas para el baño o cuando se produce una alta concentración de visitantes en ciertas zonas tradicionalmente usadas para el ocio y el recreo. Este tipo de aprovechamiento, también es objeto de la ordenación de un monte o una masa forestal.

Este rápido repaso realizado a los temas que relacionan masas forestales con el Canal de Isabel II no querríamos terminarlo sin hacer mención a los efectos sobre el ciclo hídrico forestal y sus caudales de las precipitaciones horizontales en nuestras cumbres. Son desconocidos actualmente. Sin embargo las aguas de niebla es un sector con potencial de desarrollo para la economía y su aplicación en el ámbito forestal.

Cada localidad y territorio, tiene un balance hídrico específico que responde a la ordenación forestal de una manera u otra de acuerdo con los sistemas de ordenación utilizados. Es necesario estudiar y conocer sus variables más importantes y hacer un trabajo profesional y con el detalle adecuado para evitar generalizaciones y estereotipos.

El paisaje forestal de la Sierra del Guadarrama en sentido extenso ha cambiado radicalmente en las últimas décadas, algo evidente si tomamos como referencia la fecha de creación de los embalses. Las condiciones hídricas también han cambiado. Las relaciones causa-efecto sobre los caudales son insuficientemente conocidos. Al mismo tiempo la selvicultura hidrológica o del agua está dando sus primeros pasos en España en búsqueda de respuestas.

Impulsar la gestión forestal de las masas forestales de la Sierra de Guadarrama es un objetivo recomendable (¿obligado?) para la empresa gestora del agua de la Comunidad de Madrid, el CANAL DE ISABEL II GESTIÓN. Debería liderar la investigación y el avance en Selvicultura hidrológica en nuestra Comunidad. Este compromiso, misión, u objetivo encaja y complementa a la perfección las palabras que figuran en su propia web relativas al ciclo del agua: “Canal de Isabel II Gestión acomete la gestión del ciclo integral del agua en toda la región, esto es, se ocupa de todos los procesos orientados a una adecuada administración de los recursos hídricos necesarios para el desarrollo y mantenimiento de la calidad de vida de los madrileños”.