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Contra la sequía, renovemos el sistema de distribución urbano

Sobre el blog

Xavier Marcelino de Francisco
Xavier Marcelino de Francisco es hidrogeólogo y ha finalizado un MBA. Ha trabajado durante 7 años en obras civiles (en 4 de ellas como Project Manager) y 3 en proyectos de I+D+i.
  • sequía, renovemos sistema distribución urbano
    Imagen de wirestock en Freepik.

La sequía en Cataluña no afloja: ya llevamos 31 meses seguidos (ref. 1), con la mayor parte de Cataluña en estado de “excepcionalidad”, excepto l’Alt Empordà, que está en “alerta” (ref. 2). La semana pasada la Generalitat anunció que ya se estaban haciendo pruebas para disminuir la presión de la distribución de agua doméstica: se nos está preparando para las restricciones, que se prevén inminentes (ref. 3). Hoy, día 29 de noviembre, han decretado el estado de “pre-emergencia” para 6 millones de catalanes (ref. 3).

En realidad, aunque la sequía se ha agudizado tremendamente a lo largo del 2023, los datos meteorológicos demuestran que, la mayor parte de Cataluña, lleva años en situación de sequía (ref. 4). Y se ha superado ampliamente el tiempo de duración de la mayor sequía que se recordaba, la de 2008 (ref. 1).

La polémica ha resurgido esta semana cuando, conjuntamente al anuncio de las restricciones, también se anunciaron las excepciones: los campos de golf pueden continuar regando con aguas recuperadas de EDAR y balsas propias, el turismo no tendrá recortes, las pistas de esquí podrán hacer nieve artificial….(ref. 5) eso ha encendido los ánimos, pues muchos ciudadanos se plantean “¿para qué tengo yo que ducharme con menos agua si los extranjeros pueden gastar la que quieran o bien, los que vayan a esquiar continuaran disfrutando de una nieve hecha artificialmente con reservas de agua?”.

Igualmente, se ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de llevar agua en barcos, traída, probablemente, del Ebro, encendiendo aún más los ánimos en una región que lleva años padeciendo una sequía pertinaz mientras ve, con impotencia, como el Delta no deja de retroceder debido a la falta de aportes de agua y sedimentos, en un año en el que los productores de arroz han visto recortada de manera importante su cuota de agua disponible (ref. 6).

El desacuerdo y sentimiento de “maltrato” es lógico (el sentimiento de pertenecer al lado de los que hacen los sacrificios, mientras otros colectivos no se ven afectados) pero se olvida que el turismo y la industria representa una parte muy importante de los impuestos que llenan las arcas públicas, de las que luego nos beneficiamos todos (ref. 7); o bien que, muchos de los que no quieren cortes de agua, luego querrán subir a esquiar… (ref. 8).

El futuro se basará en dos grandes frentes: replantear los nuevos usos del agua para una era de cambio climático y maximizar la eficiencia del uso y transporte del agua

También olvidamos que los que llevan soportando la peor parte de la sequía son los agricultores y ganaderos: el año pasado se perdió más del 80% de la cosecha de cereales (ref. 9). Este año se ha perdido entre el 70 y el 100% de la cosecha de fruta y parece que han muerto un número muy amplio de frutales debido a las restricciones (ref. 10).

La parte positiva del asunto es que la opinión de los expertos (y no solo el ruido mediático) está llegando a la población, recordándonos que estamos en una nueva era, la del cambio climático y que vamos a tener que prepararnos para hacer una nueva gestión del agua: más estricta y cuidadosa por un lado, y que habrá que replantear el modelo económico, por otro: “a qué y cuánta agua destinamos a qué actividades”. Hablamos de cambios profundos y a largo plazo. Hay que diseñar la nueva realidad. Tal como afirma Annelies Broekman, investigadora del CREAF, vamos a un escenario a peor en el que habrá que hacer un cambio de chip. Hay que hacer una puesta en común de todos los sectores y ver cómo reducimos el consumo de agua a nivel global. Hablamos de una apuesta común de futuro (ref. 5).

Otra buena noticia ha sido ver que una parte de las políticas para aumentar el abanico de fuentes posibles de abastecimiento de agua, iniciadas por el ACA (Agencia Catalana del Agua) después de la sequía de 2008, han funcionado, postergando el temido cortes de agua. De manera que se puede considerar un camino acertado.

Resumiendo, el futuro se basará en dos grandes frentes: replantear los nuevos usos del agua para una era de cambio climático y maximizar la eficiencia del uso y transporte del agua.

Actualmente y hablando de un modo general, una parte muy importante de la red de abastecimiento urbano no se halla en buen estado. En algunos casos, está totalmente obsoleta y debido a ello hay pérdidas (ref. 11). Para combatir esto, los ayuntamientos, mediante las empresas gestoras de distribución de aguas, van realizando un mantenimiento. Además, existen ayudas públicas estatales para la mejora de las infraestructuras, como la que aparece en el BOE-A-2022-15943 (ref. 12). Pero la realidad es que no es suficiente: el coste de hacer grandes obras está fuera del alcance de la mayoría de las poblaciones, que no quieren repercutir los costes en el ciudadano.

En el presente artículo planteo algo más ambicioso, a nivel de país y de un modo continuo en un plazo de 30 años. Se apostaría por que el Estado diera ayudas directas para, específicamente y exclusivamente, la renovación completa de redes de distribución de agua que hayan quedado obsoletas. Y que lo haga de modo sostenido hasta haber hecho la renovación completa de todo el país. Pienso en una política a 30 años vista, con partida presupuestaria fija, independiente de quién gobierne.

Podrían tener una parte a fondo perdido y otra retornable a largo plazo, como un crédito blando. El resultado sería poder, en un plazo de 10-20-30 años, tener todas las poblaciones con una red de distribución de aguas nueva.

Se trataría que cada población dictaminase qué porcentaje de su red de distribución debe cambiarse entero (por hallarse obsoleto), qué porcentaje solo requiere de mejores puntuales (que es la parte que ya se está haciendo, a veces mediante las empresas gestoras, otras con ayudas directas del gobierno) y qué porcentaje está en buen estado y, por ello, no precisa de obras.

Obviamente sería una inversión enorme, pero al hacerse de forma sostenida y continua, podría tener un efecto beneficioso para reactivar la economía, generaría puestos de trabajo y nos prepararía mejor para enfrentarnos a las sequías recurrentes, que es el escenario al que vamos. ¿De qué sirve ampliar la franja de recursos disponibles, aplicar el ahorro obligatorio a la población y a los sectores productivos, si luego la perdemos en su distribución?

Referencias

Referencia 1

Referencia 2

Referencia 3

Referencia 4

Referencia 5

Referencia 6

Voy a menudo al Delta del Ebro y tengo una vinculación estrecha con la región, pues una parte de mi familia proviene de ahí: este año del tema de las restricciones de agua para el cultivo ha sido algo de lo que se ha hablado mucho.

Hay un libro muy interesante sobre el Delta del Ebro publicado recientemente, en el que se aborda la regresión del mismo visto desde el punto de vista de la gente que vive en él. Está disponible en castellano: “Delta”, de Gabi Martínez, editado por “AraLLibres” en 2023.

Referencia 7

La industria representa el 20% del PIB catalán y el turismo el 12%.

Referencia 8

La implantación del esquí en Cataluña es muy elevada y la mayor parte de los usuarios de las pistas de esquí provienen del turismo de interior, según el Libro Blanco de la Nieve.

  • Taula Estratègica de les Estacions de Muntanya (2022). El llibre blanc de les estacions de muntanya de Catalunya. Editado por Generalitat de Catalunya.

Referencia 9

Referencia 10

Referencia 11

Las pérdidas de agua en red representan, entre el 2-4% en el mejor de los casos y hasta el 20-30%. Una parte del sistema de distribución de agua está totalmente obsoleto. Mantenerlo en buen estado es muy caro y la mayoría de los ayuntamientos no lo pueden costear. A veces son fugas y otras son “agua no contabilizada”, un eufemismo que incluye un gran espectro de posibilidades.

Referencia 12

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