En una conferencia que ofrecí en una conocida universidad peruana, abordé un tema que generalmente los actores decisorios en la gestión del agua y el medio ambiente no lo consideran en su debida dimensión e importancia: el papel de la comunicación en el siglo XXI.
Sin comunicación no habrá gobernanza ni seguridad hídrica; y, mucho menos, construiremos una sociedad del bienestar. La información democrática, integral, transparente, veraz y horizontal hacia y desde la población (citizen society[1]) es clave para el desarrollo. Y aquí entra –lo que yo denomino— la comunicación inteligente, como una vital herramienta para la gestión integrada de los recursos hídricos y el medio ambiente, en pro del desarrollo humano sostenido y amigable con la naturaleza.
Hoy, la comunicación requiere de comunicadores polivalentes, que utilicen plataformas digitales y convencionales que ofrezcan productos y servicios multimedia con información objetiva y fiable, con mensajes inclusivos, multiculturales, intergeneracionales y multilingüistas, que promueva la interacción y transformación social, generando buenas prácticas ambientales y ciudadanas.
Sin comunicación no habrá gobernanza ni seguridad hídrica; y, mucho menos, construiremos una sociedad del bienestar
Ante un sistema neoliberal depredador de la naturaleza, de acumulación voraz y egoísta de riqueza, de sociedades consumistas, desconcertadas por la variabilidad climática, el ensanchamiento de las brechas sociales y la pérdida de biodiversidad, es importante la comunicación inteligente, verde y humana, estratégica, que gestione eficientemente la big data, el conocimiento y los contenidos para el logro de los objetivos institucionales, nacionales y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La comunicación inteligente es necesaria para enfrentar con éxito complejos y cambiantes retos y desafíos como: la globalización, la amenaza de guerras, el cambio climático, injusto mercado internacional, el deterioro del medio ambiente, el crecimiento demográfico, el agotamientos de energías convencionales, la escasez alimentaria, la desinformación (fake news), los conflictos socioambientales, corrupción, pobreza y débil gobernanza mundial. Esta realidad demanda de los comunicadores una visión holística, integral, multidisciplinaria y de alta especialización, con compromiso con el cambio hacia sociedades más justas y democráticas, que respeten el planeta.
El comunicador del siglo XXI, tiene en las TICs (la digitalización, el internet de las cosas, la realidad virtual, etc.), poderosos aliados para diseñar y aplicar con eficiencia normas, políticas, planes y estrategias comunicacionales, que contemplen: información, orientación, opinión, sensibilización, educación, concienciación, interacción, socialización y gestión de crisis, involucrando el compromiso empresarial (corporate citizenship[2]), respetando los derechos humanos y ambientales para una convivencia pacífica y democrática. No es tan simple.