Hay un elefante en la habitación que sigue creciendo mientras los partidos políticos insisten en intentar distraernos con sus "guerritas" en las redes sociales. Es un elefante que tiene nombre (Déficit) y apellidos (Deuda), y para sacarlo de nuestras estancias va a hacer falta algo más que buenas intenciones.
Esta semana conocíamos que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima un déficit del 10,9% del PIB en 2020, pero no descarta que llegue al 13,8% en un escenario más adverso. Además, la AIReF prevé que cuando España recupere el nivel de PIB previo a la crisis del coronavirus, en torno a 2022 si se cumple la famosa V invertida, el nivel de déficit será mucho más elevado que en el punto de partida de esta "nueva normalidad". El coste cada vez más elevado de la deuda que vamos a tener que pedir para financiarnos será un lastre que deberemos acarrear durante varios años y tendrá serias consecuencias en la política económica y fiscal.
Las inversiones en bienes de capital (CAPEX), de capa caída desde 2008, van a seguir en stand-by durante esta travesía del desierto
Todas estas no son, evidentemente, buenas noticias para el sector del agua. Las inversiones en bienes de capital (CAPEX), de capa caída desde 2008, van a seguir en stand-by durante esta travesía del desierto, ante la necesidad de dedicar el gasto público a las prestaciones por desempleo, las pensiones y el gasto sanitario para afrontar la pandemia. Lo peor es que, a diferencia de otros países europeos, esta crisis nos coge con los deberes sin hacer. Según el estudio de AEAS y AGA “Necesidades de inversión en renovación de las infraestructuras del ciclo urbano del agua en España”, en 2019 se invertían en España "unos 585 millones de euros al año en renovación de infraestructuras del ciclo urbano del agua, cuando las necesidades evaluadas ascienden a 2.221 millones de euros". El mismo informe alertaba del "progresivo y preocupante envejecimiento de las infraestructuras, junto a una fuerte obsolescencia técnica".
España cuenta con empresas líderes mundiales, técnicos de referencia y gestores brillantes capaces de obtener financiación para abordar proyectos que permitan mantener el nivel de excelencia de los servicios del agua
En una coyuntura como la actual, en la que no parece prudente recurrir a la subida de tarifas como solución al déficit inversor crónico al que nos vamos a enfrentar, la colaboración público-privada emerge con más fuerza que nunca. Por eso, son tan importantes iniciativas como SARS GOAnalytics, la herramienta para detectar la Covid-19 en las aguas residuales que ha desarrollado el grupo Global Omnium en colaboración con el IATA-CSIC. El apoyo del Ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, y el Presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, a la firma de un protocolo de actuación para conocer la evolución de la pandemia en la Comunidad Valenciana a través de esta metodología, es también una buena noticia para nuestro sector, siempre tan huérfano de este tipo de gestos políticos.
España cuenta con empresas líderes mundiales, técnicos de referencia y gestores brillantes capaces de obtener financiación para abordar proyectos que permitan mantener el nivel de excelencia de los servicios del agua. Son las administraciones las que deben actuar con audacia y explorar mecanismos de participación público-privada que faciliten estas operaciones. De lo contrario, el deterioro será irreversible para las generaciones venideras.
