En países como España, con una gran longitud de costa, uno de los problemas frecuentes que se presentan en las Estaciones de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) es la variación en la conductividad (salinidad) de las aguas recogidas en la red de saneamiento.
La causa más común es el mal estado de la red de saneamiento, que se traduce en infiltraciones de aguas del nivel freático, con fuertes variaciones de la salinidad dependiendo de las mareas. En menor medida, aunque también importante, sobre todo en las islas, es el vertido de salmueras, procedentes de plantas de desalación de particulares, directamente a la red de saneamiento.
La experiencia demuestra que los tratamientos biológicos, especialmente los lodos activos, son muy sensibles a los cambios de salinidad. Aunque son capaces de trabajar con altas salinidades (< 10.000 µs/cm) de forma constante, su capacidad de depuración es muy baja si se producen cambios frecuentes en la conductividad del agua residual.
La solución es obvia, aunque cara a corto plazo. Arreglar la red de saneamiento para reducir las infiltraciones y establecer un sistema de control para los vertidos a la red de saneamiento.
Aunque es la mejor solución es la única que no se llevará a cabo por su alto coste y la poca visibilidad de la misma. Ay, si afectara a las fiestas del pueblo, se haría inmediatamente.
Entonces, ¿qué otras alternativas nos quedan?
La única viable, que a mí se me ocurre (aunque espero aportaciones al respecto), es el disponer en las EDAR de dos depósitos de regulación de conductividad, ubicados antes del tratamiento biológico.
Uno de ellos servirá para almacenar las aguas con alta conductividad y el otro para aguas con bajas conductividad. De tal forma que permitan trabajar a los biológicos de aguas abajo con conductividades constantes.
Cuando lleguen aguas con conductividad alta, parte se almacenan y parte se envían a los biológicos junto con las aguas de baja salinidad, acumuladas en el otro depósito. Y viceversa, cuando lleguen aguas de baja salinidad, una parte se almacena y la otra se envía a los biológicos, junto con agua almacenada en el depósito de alta salinidad.
Si además, los biológicos están diseñados para que funcionen de forma independiente, podríamos tener varios biológicos funcionando con conductividades diferentes incrementando la flexibilidad de la EDAR para el tratamiento de las variaciones de la salinidad.
Es obvio que, si los biológicos no pueden funcionar de forma independiente, el volumen de los depósitos de regulación de la conductividad serán mayores que en el caso contrario. Además de encarecer su correcta operación.
Así pues, olvidémonos de buscar procesos biológicos milagrosos capaces de asumir las fuertes variaciones de salinidad. No existen.
Construyamos estos depósitos o, si la red de saneamiento dispone de tanques de tormentas, utilicémoslos como depósitos reguladores de conductividad. Aunque, personalmente, preferiría disponer tanto de tanques de tormentas como de depósitos reguladores de la conductividad, cada uno dedicado a lo suyo.
Si, por milagros de la naturaleza, algún día, las redes de saneamiento ya no recogen las infiltraciones, los depósitos de regulación de la conductividad se podrían reconvertir en depósitos de regulación de la carga contaminante. Un buen operador haría maravillas con esta posibilidad.
Es más, me he venido arriba: creo que todas las EDAR deberían de disponer, antes de los tratamientos biológicos, de depósitos de regulación de la carga contaminante.
Aunque antes, preferiría que todas las EDAR tuviesen sus procesos biológicos funcionando de forma independiente sin que, en el caso de los lodos activos, se mezclasen los licores mezcla a las salida de las balsas ni las recirculaciones externas en el bombeo de recirculación.
Por soñar que no quede.
