Todos hemos escuchado o leído que la principal defensa contra la Covid-19 es lavarse las manos constantemente con agua y con jabón, lo cual ha sido ampliamente explicado y sustentado por científicos del área. Esta premisa ha llevado a que esa raza nueva de expertos en todo (conocidos en el Perú como “opinólogos”) lleguen a la conclusión que en un país como el nuestro, donde si bien es cierto el 90,7% de la población consume agua proveniente de la red pública, pero sólo el 36,3% la recibe con el nivel de cloro adecuado1 (lo cual obviamente no dicen ni diferencian), no nos queda más que resignarnos a morir “porque si no tenemos agua para tomar, mucho menos vamos a tenerla para lavarnos las manos”. Todo esto no sería especialmente preocupante si no fuera porque están dejando de lado todas las demás evidencias científicas que indican que el contagio se da principalmente por contacto directo con una persona infectada (2), verdad que no se dice y trae consigo una serie de distorsiones en el comportamiento de las personas con los terribles resultados que se tienen a la vista y que derivan en un elevado índice de contagios.
Tengamos también en cuenta que con información actualizada al 21 de Mayo (3) para los países de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Uruguay y Perú, la ciudad de Lima es la que tiene más infectados de Covid-19 (77 840 personas) pese a no ser la que tiene la mayor cantidad de gente sin agua (791.637 personas versus 1.700.435 que tiene Buenos Aires y sólo 7.511 infectados), y que además la ciudad de Santiago de Chile tiene la menor cantidad de gente sin acceso al agua (sólo 25 personas) pero es la segunda en cantidad de infecciones (44.641 personas). En conclusión: no hay una relación directa entre la cantidad de gente que no cuenta con agua potable y aquella que se infecta con la Covid-19.
Nadie está diciendo que el agua no es vital, ni estamos poniendo en duda la declaración de la ONU sobre su acceso como un Derecho Humano (4), tampoco se está minimizando la terrible situación que representa que en pleno siglo XXI una de cada tres personas en el mundo no tenga acceso al agua potable5, lo malo viene cuando se pretende extraer conclusiones indubitables que no se corresponden con la evidencia.
En este virus todo es nuevo y como tal susceptible de modificarse o actualizarse, pero en lo que se refiere a nuestro sector del agua y saneamiento, la evidencia estadística ya va dejando claro que no hay una relación directa entre infectados y falta de agua, tampoco entre la continuidad del servicio y la cantidad de infectados (5), mas bien parece ser que aspectos sociales como el cumplimiento de la cuarentena o de responsabilidad estatal como el sistema de salud (abandonado por tantas décadas), son mucho más relevantes en este momento para ayudar a controlar y tomar conciencia de la pandemia. Tal vez sea el momento oportuno para revalorar el agua y darle el sitial que se merece como fuente básica de vida, no es posible que siga siendo el servicio público más importante pero a la vez sea el menos estimado… Hasta que nos falte.
Fuentes:
- Gobierno de Perú.
- www.who.int
- Asociación de Entes Reguladores de Agua y Saneamiento de las Américas (Aderasa), Situación frente al covid-19 en regiones abastecidas por operadores de agua y saneamiento de Latinoamérica, 21 de mayo de 2020
- un.org
- unicef.org