Greta Thunberg, con solo un año y cuatro meses de actividad ambientalista, está sentando un gran precedente ambientalista con movimientos estudiantiles en diferentes partes del mundo: los niños y adolescentes no quieren seguir siendo invisibles ante los efectos del cambio climático en el planeta, donde los adultos aparentemente han fracasado.
Bajo el lema ‘Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia’, la joven inició su movimiento -sin querer queriendo- hace dos años, dejando de ir a las clases, para sentarse sola todos los días frente a la casa de gobierno de Suecia, exigiendo a través de un letrero: ‘huelga escolar por el clima’.
Hoy Greta habla en las Naciones Unidas criticando especialmente a las grandes potencias y cuestionando las políticas ambientalistas mundiales que no están dando los resultados esperados para detener las emisiones de carbono y los gases de efecto invernadero, producto de la alta industrialización en el mundo.
En sus discursos por el mundo, ha propuesto que si no funciona el sistema, debería cambiarse; y que el poder es del pueblo, les guste o no a los grandes líderes. El efecto Greta Thunberg se ha globalizado. Pero, en realidad ¿qué está pasando?.
Lo objetivo y real es que los niños y los jóvenes de hoy son totalmente distintos a los de antes: cuentan con mayor información y conocimiento, y acceso amplio a la tecnología, lo que ha fortalecido sus capacidades intelectuales y de concienciación, y ampliado su prospectiva de plan de vida personal y comunitaria, cuestionando incluso el sistema político mundial.
Es un sector social —marginado— que ha nacido en la sociedad de la información, digital, del internet, del caos climático, social y económico, que nos ha llevado el sistema neoliberal. La acelerada y desproporcionada acumulación de riqueza, tecnología, ciencia e información, por unos pocos, no solo ensancha las brechas sociales entre los países desarrollados y los pobres, sino que afecta el planeta, contaminando y destruyendo progresivamente recursos naturales, fauna y biodiversidad, alterando el servicio ecosistémico y desequilibrando la relación sociedad y medio ambiente.
Greta tiene el mérito de sacar a relucir la ineficacia de la gobernanza mundial –hecha por los adultos— producto de la disputa del poder y dominio mundial por parte de unas cuantas naciones, utilizando incluso la violencia en sus diferentes formas, olvidándose egoístamente del futuro de las nuevas generaciones.
Hoy, los niños y los jóvenes piden la palabra y nos dicen: ¡cCmbiemos el sistema, no el clima!… ¡no hay un planeta B!... y ¡cambiad la política, no el clima!.