El periodismo ambiental enfrenta grandes retos en el siglo XXI. No solo debemos ir al ritmo del acelerado progreso de la ciencia, la tecnología, la información y la globalización, sino también al continuo desenvolvimiento de las sociedades y su relación e interacción con el medio ambiente.
El mundo cada vez se hace más complejo, y nuestra mirada y comprensión de los fenómenos socioecológicos debe ser sistémica, multidimensional, transdisciplinar y fundamentalmente crítica, para lograr la mayor objetividad posible en nuestra labor profesional de comunicar y ser agentes de desarrollo, y brindar así a la ciudadanía información y comunicación de suma calidad y eficiencia, con alto grado de objetividad y credibilidad.
La ciudadanía merece información transparente y objetiva para un mayor conocimiento de la realidad, mejor toma de decisiones y concienciación de las relaciones sociales; pero también para una actitud de cambio y de buenas prácticas ambientales y ciudadanas.
El periodismo ambiental enfrenta grandes retos en el siglo XXI
En las actuales circunstancias de muchas y constantes acciones antrópicas negativas contra los ecosistemas y la biodiversidad, amén de los efectos del cambio climático, que vulneran cada vez más las sociedades, poniendo en duda y riesgo el cumplimiento al 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el periodista ambiental ―y por supuesto de otras especialidades― tiene que actualizar constante y permanentemente su conocimiento comunicacional y socioecológico, reforzando su responsabilidad social, coadyuvando a que los actores políticos decisorios adquieran conciencia que la vida en el planeta demanda soluciones globales y locales efectivas y urgentes.
Y en este punto de gran complejidad social, económica, política, cultural y ecológica, donde el agotamiento de los servicios ecosistémicos es una constante, existe la imperiosa obligación de desentrañar, develar y desenmascarar aquellos hilos ocultos desde el poder que tanto daño le hacen al equilibrio sociedad-naturaleza, desde que se inició hace tres siglos la Era del Antropoceno, con el industrialismo, el consumismo y el desmesurado afán de acumulación de riqueza, desencadenando progresivamente desigualdades y brechas sociales, y destrucción de la naturaleza nunca antes vista.
No hace mucho, las Naciones Unidas, luego de un riguroso estudio[1] sobre la realidad hídrica mundial, ha afirmado que la «escasez en el centro de la crisis hídrica mundial está enraizada en el poder, la pobreza y la desigualdad, no en la disponibilidad física» y que «la escasez es fabricada a través de procesos políticos e institucionales que dejan en desventaja a los pobres».
La actual crisis ambiental planetaria (escasez hídrica, deforestación, desertificación, contaminación, disminución de los recursos naturales, incluso la pandemia de la Covid – 19, entre otros) es un tema de gobernanza, de desgobierno, de intereses económicos y egoístas, de corrupción y de incapacidad, que afecta a la inmensa mayoría de la población.
Un claro ejemplo de esto es América del Sur que posee la tercera parte de agua dulce del planeta, pero alrededor de una treintena de grandes ciudades en Brasil, Argentina, Chile y Perú están sufriendo estrés hídrico, y la tendencia es a empeorar por la débil gobernanza hídrica a causa de diferentes factores socioeconómicos.
Si el hombre y la mujer gestionaran sostenidamente con responsabilidad social el capital social y natural, de la mano de la ciencia y la tecnología, con vocación de servicio, solidaridad y sentido humano, respetando el equilibrio entre los intereses de la humanidad y del medio ambiente, no estaríamos tan preocupados como hoy; e incluso el impacto del cambio climático sería menor ante una resiliencia inteligente.
El periodismo ambiental es un actor de suma importancia en la gestión de los recursos naturales y los servicios ecosistémicos; y generalmente es obviado o ignorado por las instituciones y las políticas públicas, pese a su gran papel en la información, comunicación, integración, educación, concienciación y transformación social.
Estas reflexiones son a propósito de tres razones: la primera, la conmemoración el 1ro. de octubre del Día del Periodista; recordando la aparición del primer diario del Perú y América: el Diario de Lima, fundado por Jaime Bausate y Meza, nombre que lleva la Escuela de Periodismo fundada en 1958 y que mediante la Ley Nº 29278 adquirió el estatus de Universidad, de la cual me honro ser unos de sus egresados.
La segunda razón: la conmemoración este 3 de octubre del Día Interamericano del Agua, instituido en 1992, por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria (AIDIS) y la Asociación Caribeña de Agua y Aguas Residuales (CWWA), cuyo objetivo es reflexionar y actuar sobre el valor del agua y su importancia en el transcurrir de la humanidad.
Y, tercero, por el éxito de la organización del seminario taller ‘Periodismo ambiental y conciencia ecológica en torno al agua’, que desde este 5 de octubre al 15 de noviembre capacitará a 80 profesionales peruanos. Agradezco la invitación como expositor a los organizadores del evento: la Asociación de Comunicadores Sociales ‘Calandria’, institución comprometida con la defensa y promoción del medio ambiente desde hace 37 año; y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación – COSUDE, organismo de cooperación internacional sobre el cuidado del medio ambiente y la gestión sostenible del agua y el desarrollo humano.
