El verano pasado Microsoft sacó del fondo marino frente a la costa de las islas Orcadas (Escocia) un centro de datos. Se trata del Proyecto Natick, con el que está estudiando los beneficios que pueden aportar los centros de datos bajo el mar para usuarios de servicios en la nube y que ha demostrado que el concepto es viable, a la vez que práctico desde un punto de vista logístico, medioambiental y económico.
Esta ha sido la segunda fase de un esfuerzo de varios años. El centro de datos, del tamaño de un contenedor, ha estado en funcionamiento bajo el mar desde 2018. En los dos años siguientes, se estudió el rendimiento y la fiabilidad de los servidores en su interior. La finalidad era determinar si desplegar centros de datos portátiles de manera flexible en las zonas costeras podría ser una forma modular de responder a las necesidades de centros de datos, a la vez que se reducen los costes operativos y el consumo energético.
Los resultados muestran que los servidores son hasta ocho veces más fiables que una instalación convencional en tierra. Esto puede deberse a variables que contribuyen al fallo de los equipos en tierra, como la corrosión o la humedad, las fluctuaciones térmicas y los posibles daños durante las tareas de mantenimiento. Entre las ventajas, se incluye la mayor eficiencia energética, en parte debido a la menor necesidad de refrigeración artificial. Las lecciones aprendidas se utilizarán en la estrategia de sostenibilidad de los Centros de Datos de Microsoft en torno a la energía, los residuos y el agua.