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WASH. Hablemos de fallos

Sobre el blog

Sara Sanchez Lopez
Coordinadora de proyectos. Ingeniera de Montes trabajando en proyectos internacionales de medio ambiente, agua, saneamiento e higiene.
  • WASH. Hablemos fallos

Desde el principio me gustó el lema del día del agua 2019: ‘No dejar a nadie atrás’. Es un objetivo muy noble, muy necesario… y difícil de alcanzar mucho más allá de la parte técnica. ¿Por qué? Porque nuestro sector, especialmente en saneamiento, cooperación y desarrollo, cargado de buenísimas intenciones, a menudo choca de frente con la maravillosa naturaleza humana y ahí es cuando empieza la magia.

WASH es un acrónimo utilizado internacionalmente para hablar de 'Agua, saneamiento e higiene' (Water, Sanitation and Hygiene). También es la parte central de este artículo, y como no hay nada como unos ejemplos para entrar en materia, aquí van tres. El primero de mi propia cosecha, los otros dos, gentileza de WASH Failure.


Fuente: WSP 2012.

  • En Guatemala conocí varias escuelas construidas por cierta organización. De construcción moderna e impecable, es difícil describir lo que sorprendía encontrar esas construcciones allí, separadas apenas unos metros de unas letrinas en ángulo imposible entregadas a una lucha continua con la gravedad. Y sin embargo ahí estaba esa escuela, imponente, de baldosas y brillantes azulejos. La parte de saneamiento contaba con un lavamanos espectacular y unos flamantes inodoros con cisterna incorporada. Unas instalaciones envidiables. Cuando la escuela estuvo lista, la organización se fue y dio por acabado el proyecto. Inevitablemente, con el tiempo llegaron las primeros averías y problemas con las cisternas, pero no había dinero para repuestos, ni proveedores, y nadie en la región sabía arreglarlas. Al poco tiempo estos baños se usaban como simples letrinas con cierto aire de grandeza. Entre otras cosas, no se tuvo en cuenta el mantenimiento ni a nivel económico ni logístico.
  • En un campo de refugiados con la intención de facilitar el acceso de las mujeres a los baños durante la noche y aumentar su seguridad, se iluminó el bloque de sus baños. Esa luz atrajo grupos de hombres que se reunían alrededor para jugar a las cartas. por lo que las mujeres se sentían incluso menos seguras al ir a hacer sus necesidades que antes de instalar las luces.
  • Otro caso bastante conocido es el de una comunidad en la que se instaló un sistema de distribución de agua para que llegara a las viviendas ahorrando así el esfuerzo y el tiempo dedicado a llevar el agua. Se completó el proyecto y el agua llegó hasta las casas… hasta que un grupo de mujeres lo boicoteó con rocas para tener que ir a buscar el agua como hacían hasta entonces. Como sabéis, el abastecimiento de agua suele recaer sobre mujeres y niñas que son quienes se encargan de ir a buscar el agua a la fuente, pozo o manantial más cercano. Lo que a nadie se le ocurrió considerar, es que el único momento que las mujeres tenían para socializar y reunirse era cuando iban a por el agua. A pesar del tiempo y trabajo que les ahorraba el proyecto, también les privaba de la excusa para salir de casa y tener su momento de esparcimiento por lo que decidieron intervenir.

Ya ilustrado el tema a discutir, prosigo.

Subestimar la parte social de un proyecto es un error recurrente. Y sin embargo, esa parte, la parte más humana y menos técnica, tiene un impacto incuestionable en el desarrollo de los proyectos. Muchos profesionales han hablado y escrito sobre este tema. Takudzwa Noel Mushamba señala varias razones por las que algunos proyectos de saneamiento no han tenido el éxito deseado en África Subsahariana:

  • Asumir que las comunidades iban a aceptar cualquier solución.
  • Creer que las comunidades no poseen conocimientos sobre saneamiento.
  • Subestimar la complejidad de la cultura africana.
  • Pensar que porque una solución haya funcionado en una comunidad, área o país, va a funcionar de nuevo en un lugar diferente.

En total enumera 10 razones y curiosamente, ninguna de ellas es técnica, logística o económica.

Fuente: WSP 2010.

Al poco tiempo de empezar a trabajar con Lynn Roberts, mi jefe de por aquel entonces, me dijo: ‘Puedes llevar un caballo al río, pero no puedes obligarle a beber’. El 70% de lo que decía Lynn eran frases tan rotundas que podría servir de cita para decorar los sobres de azúcar.

Con el tiempo le di muchas vueltas. Si el caballo no bebe ¿por qué es? ¿no tiene sed? ¿está muy fría el agua? ¿está sucia? ¿le dan miedo las ranas que hay en la orilla? ¿le asusta el ruido del molino que hay al otro lado? ¿A lo mejor lo que tiene es hambre y yo me he empeñado en traerle al río?

Creo que podemos asumir que el caballo necesitará agua antes o después. Pero también debemos aceptar que, en gran medida, desconocemos lo que le está pasando por la cabeza al equino en ese momento, y por lo tanto, la causa de que no beba.

Es fácil extrapolar esto al caso que nos ocupa comparando el caballo con los beneficiarios de nuestros proyectos. Tampoco me resulta difícil comparar mi ignorancia sobre la mente del caballo con mi desconocimiento sobre muchos aspectos sociales de las comunidades en las que trabajamos. Más aún cuando se trata de una cultura diferente. 

Todas esas incógnitas se traducen en resultados inesperados. Que los proyectos no tengan éxito, que hayan fallos o que no obtengamos el resultado deseado es mucho más común de lo que reconocemos. Y así lo muestran los datos estadísticos:

  • El mayor proyecto de instalaciones eco-sanitarias fracasa. Los baños secos en Daxing, China, han sido silenciosamente reemplazados tras tres años de malos olores, problemas de salubridad y gusanos (The Guardian, 2012).
  • Un estudio en las áreas rurales de Ghana muestra que únicamente el 60% de las nuevas letrinas (0-2 años ) son usadas (Rodgers, 2007).
  • En India. Se estima que un 50% de las letrinas no son usadas o no están siendo usados para propósitos diferentes a su utilidad sanitaria (WSP, 2007).

En nuestro sector, como en cualquier otro, va a haber imprevistos, vamos a cometer errores y habrá cosas que salgan mal. Pero siempre podemos aprender de cada proyecto. El Acuerdo Nakuru (@FSM_Fail) nace de esta premisa, y propone una transparencia contundente y una nueva dinámica en la que compartamos nuestros errores para evitar la repetición de fallos. Las profesionales que lideran esta iniciativa son grandes comunicadoras y acumulan la experiencia de muchos proyectos en sus mochilas, no las perdáis la pista: Dani Barrington, Rebecca Sindall, Esther Shaylor y Susan Davis.

El acuerdo se puede firmar aquí.

Obviamente, el objetivo sigue siendo errar lo menos posible y una buena forma de minimizar los fallos es anticiparse a ellos. ´Imaginar que un evento ya ha ocurrido aumenta la capacidad de identificar correctamente las causas de los resultados futuros en un 30 por ciento.’

Desde este principio se desarrolla la estrategia Pre-mortem usada en el mundo de los negocios. Consiste en asumir que un proyecto ya se ha llevado a cabo y ha fallado. A partir de ahí se le practica una ‘autopsia’ al proyecto para averiguar cuáles han podido ser las causas del fracaso. Primero se consideran diferentes escenarios en los que el proyecto no tiene éxito. Después se analizan esos posibles escenarios determinando qué problemas que han surgido que hayan provocado ese desenlace. Y finalmente se identifican las posibles causas de dichos problemas así como las medidas para prevenir que lleguen a ocurrir. (Más información en este artículo) A diferencia de la autopsia, en este caso las conclusiones sirven para aumentar las posibilidades de éxito del proyecto y de darle una vida larga y feliz.

En su artículo ’Want to improve development outcomes? Anticipate the failures’, Susan Davis describe paso a paso cómo utilizar esta estrategia de forma efectiva y propone su incorporación a la realización de proyectos de agua y saneamiento. Entre otras cosas, hace hincapié en no dejar nada fuera de la discusión por miedo a no ser ‘políticamente correcto’; ser creativos al imaginar los desenlaces; y priorizar los problemas descartando aquellos sobre los que no tengamos control. La autora propone 7 pasos para usar esta estrategia que recomiendo encarecidamente leer.

No olvidemos considerar e involucrar a la comunidad para la que se lleva a cabo el proyecto. Utilicemos todos los instrumentos a nuestro alcance, como la estrategia pre-mortem, para fallar lo menos posible. Y aprendamos. Compartamos nuestras derrotas y ahorrémosles nuestros errores a los siguientes proyectos. Démosles la oportunidad de fallar en otra cosa diferente, de fallar mejor, para que nuestro sector siga mejorando y obtengamos mejores resultados. Sobre todo, por aquellos a los que van destinados nuestros proyectos.

DISCLAIMER: Considero innecesario decir que continuamente se llevan a cabo proyectos con resultados muy positivos que tienen un impacto inestimable en la vida diaria de comunidades enteras. Confío en que no haya duda al respecto, pero por si acaso, me gustaría aclara que NO es mi intención poner en tela de juicio ni el sector, ni los profesionales que en él trabajan, ni nada similar. Lejos de eso, este artículo está escrito como autocrítica y con un propósito de mejora continua.