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Señor alcalde, no nos deje atrás

Sobre el blog

Alberto Vizcaíno
Productor de sostenibilidad. En ocasiones doy charlas, escribo en blogs o hago fotos.
  • Señor alcalde, no nos deje atrás

El tema del Día Mundial del Agua, “No dejar a nadie atrás”, nos invita a reflexionar sobre la lucha contra la crisis del agua y las razones por las cuales tantas personas se quedan atrás. En un contexto global, donde el acceso al agua potable sigue siendo uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es fácil acordarnos de los grupos más vulnerables del planeta: mujeres, niños, refugiados, pueblos indígenas, personas discapacitadas y muchos otros, a menudo ignorados o discriminados en el acceso al agua potable que necesitan.

Días como hoy nos recuerdan que la escasez de agua afecta a más del 40 por ciento de la población mundial y 663 millones todavía no tienen acceso a algo tan básico como lo que Naciones Unidas llama “fuentes mejoradas de agua potable”. Mientras, lo más probable es que estés leyendo esto en un retrete que utilizará agua potable para arrastrar lo que haces mientras consultas compulsivamente el móvil.

Con los ODS como marco podemos volver a la definición de desarrollo sostenible y recordar que implica la capacidad de las generaciones presentes para satisfacer sus necesidades sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias. Una condición que debería marcar cualquier proceso de toma de decisiones en un planeta capaz de alimentar a todos sus habitantes pero incapaz de saciar la codicia de cada uno de ellos.

Cada vez que perdemos de vista estos Objetivos de Desarrollo Sostenible pasan cosas que nos alejan de ellos. No hace falta irse muy lejos para ver cómo nuestro modelo de desarrollo se olvida rápidamente de quienes no pueden alzar la voz. Cada vez son más los pueblos en España, un país que teóricamente tiene garantizado el acceso al agua potable, donde no se puede beber agua de grifo.

La proliferación de macrogranjas porcinas está generando un drama en todos los territorios que ven cómo sus acuíferos, de los que históricamente han extraído el agua que llega a sus casas, están siendo afectados por la filtración de purines. Los municipios españoles tienen obligación de prestar, en todo caso, servicios de abastecimiento domiciliario de agua potable. Pero cada vez son más los vecinos que ven cómo el agua que sale por su grifo está contaminada. ¿Cómo es posible?

Es el progreso y el desarrollo económico: necesitamos toneladas de bacon frito para acompañar las comidas. Donde antes había almendros y nogales con cuyos frutos se podría adornar cualquier ensalada, ahora tenemos una nave con miles de cerdos engordando rápidamente. El matadero los trocea, los mete en cómodos paquetes de plástico y envía porciones de panceta a cualquier lugar del planeta. Como resultado, un volumen incontrolable de purines riega campos de secano en zonas que, hasta ahora, habían estado alejadas de las medidas de lucha contra la contaminación de las aguas producida por nitratos.

Una locura insostenible que, justificada en la creación de un par de puestos de trabajo, desplaza a la cada vez más marginada población rural. Decisiones que enriquecen a unos pocos a costa de obligar a otros muchos a beber agua embotellada.

Vecinos que se quejan de que lo que sale por su grifo no se puede beber ¿De quién es la culpa señor alcalde? ¿Por qué autorizó la macrogranja que ahora le impide cumplir con uno de los servicios básicos que debe garantizar a sus vecinos? Quizá por que tenemos normalizado como un mal menor beber agua plastificada, generando residuos que intoxican nuestros ecosistemas y olvidándonos de los beneficios del agua de grifo.

¿Qué vendrá después? Cuando no quede agua para mantener la producción de esas macrogranjas o cuando las corporaciones trasladen su producción a lugares más rentables ¿Quién le votará cuando la pestilencia espante a los pocos habitantes que quedan en el municipio o haga imposible la incipiente actividad de turismo rural? ¿Qué comeremos cuando la tierra esté quemada de tanto purín y no admita la escasa producción de alimentos que permitía hasta ahora? ¿Quién se llevará los cerdos cuando el aumento del precio del petróleo encarezca el transporte de mercancías? ¿Cómo sobreviviremos cuando los efectos del cambio climático se noten con más intensidad y no tengamos estrategias de adaptación y resiliencia?

Las macrogranjas, señor alcalde, nos alejan del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No aportan soluciones al problema del hambre en el mundo, ya que destinan gran cantidad de recursos alimenticios a engordar cerdos. Esos cerdos no sirven para contribuir a la seguridad alimentaria: son materia prima de una industria de procesado que generará algunos de los productos que amenazan la salud de quienes se alimentan de ellos.

Tampoco vienen a generar empleo digno y de calidad. En el mejor de los casos un puñado de puestos de trabajo precarios para vigilar los procesos. Ni reparten la riqueza. Más bien al contrario: concentran en manos de unos pocos los recursos que podrían mantener un sistema plurifuncional, basado en pequeñas explotaciones familiares respetuosas con los ciclos ecológicos del entorno en el que se ubican.

El impacto sobre los ecosistemas y la pérdida de variedades locales incide en la gran extinción de especies que la nuestra tiene en marcha en todo el planeta. En vez de criar gorrinos en dehesas biodiversas, sacrificamos paisajes, usos y variedades locales para favorecer una globalización basada en las emisiones de efecto invernadero que llevan piensos, plásticos y procesados cárnicos de una punta a otra del planeta.

Son varios los municipios que, gracias al desconocimiento o la codicia de sus alcaldes están fracasando en desarrollo sostenible y suspendiendo en la prestación del servicio de agua potable. La inevitable contaminación que dejan las macrogranjas es la ruina de nuestros, ya de por sí, vulnerables pueblos. No deja de ser paradójico que la misma persona que firma las autorizaciones para la puesta en marcha y funcionamiento de estas instalaciones es la que debería asegurar un agua del grifo potable, sin condenar a sus vecinos a beber agua embotellada.

Y es que el acceso al agua potable no es una broma. No lo es en países que no han tenido la oportunidad de desarrollarse en el pasado, ni lo es en países en los que el modelo de desarrollo no es capaz de tener en cuenta las prioridades de desarrollo sostenible.

No nos deje atrás señor alcalde. No meta a sus vecinos en la lista de personas sin acceso a fuentes de agua potable.

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