El agua no es solo un elemento necesario... Es mucho más que eso.
Es un elemento primordial, fundamental, imprescindible. Y no únicamente porque nuestro planeta esté ocupado en más de un 70% de su superficie por el líquido elemento. Y no únicamente porque sin agua no existiría la vida. E incluso, no únicamente porque nuestro cuerpo esté formado alrededor de un 70% por agua (por cierto, curiosa coincidencia con el dato anterior).
Si dejamos de lado todo eso, que no es poca cosa, el agua ha marcado definitivamente la existencia de la civilización humana… Ya desde sus inicios…
No en vano, los antiguos asentamientos se produjeron a la vera de cauces de agua, y aprender a dominar este recurso permitió que la agricultura y la ganadería se consolidara y creciera, poniendo fin a decenas de miles de años de nomadismo…
A lo largo de los siglos, el agua ha ido marcando la pauta del desarrollo de las sociedades: era lo que permitía mover molinos, confeccionar tejidos, encurtir pieles… Y desde entonces hasta llegar a nuestros días.
El 50% de los trabajadores del mundo tienen una actividad relacionada con el agua
Según varías bibliografías, alrededor de 1.500 millones de personas trabajan en sectores en los que directa o indirectamente el agua está relacionada… eso representa el 50% de los trabajadores del mundo…
Si tomamos una media de 9 horas diarias por trabajador, resultan unas 13.500 millones de horas de trabajo al día… en un solo día decenas de miles de millones de euros en salarios y centenares de miles de millones de euros en producción.
La mitad de los trabajos… pero el 100% de nuestras vidas
Pero si nos fijamos en nuestro día a día, en nuestras vidas, el agua está presente en el 100% de lo que nos rodea y en todo lo que hacemos…
En todo lo que nos rodea, en todo lo que hacemos, el agua está presente
Nos despertamos entre sábanas de algodón, nos vestimos con ropa de algodón, el cual nunca podría haber llegado a nosotros sin que el agua hubiera regado sus campos, y sin ella ningún recolector lo hubiera podido recolectar, ni ninguna industria la podría haber tratado ni tejido, ni ninguna empresa las hubiera podido confeccionar… horas y horas de trabajo y recursos para que nos podamos vestir con una simple camiseta.
Nos duchamos, y el simple acto de abrir un grifo conlleva una ingente cantidad de horas de trabajo: desde los ingenieros que diseñaron las infraestructuras hidráulicas necesarias, pasando por los delineantes que las dibujaron, los operarios que las construyeron y las mantienen, los técnicos que las gestionan, los industriales que suministran los materiales y productos, los transportistas que los transportan, los gestores que venden y que compran el agua,… Y lo mismo con toda el agua sucia que generamos y que debemos devolver al medio en las mejores condiciones posibles.
Y usamos máquinas y herramientas y utensilios y artilugios que funcionan con energía, gracias a la cual ahora mismo estás pudiendo leer este post. Y para fabricar esas máquinas, herramientas, utensilios y artilugios, necesitamos de otras máquinas, herramientas, utensilios y artilugios… y todos ellos no funcionan sin energía… Una energía que en parte se ha generado gracias a un salto de agua, que hemos tenido que provocar y/o aprovechar mediante el uso de máquinas, herramientas, utensilios y artilugios… y cuántas horas de trabajo conlleva todo ello.
Y desayunamos, comemos y cenamos… y no somos conscientes de la inmensa cantidad de agua que se precisa para poder disponer de esos alimentos, y las enormes cantidades de horas de trabajo de agricultores, de ganaderos y profesionales de infinidad de sectores que hay detrás de este simple hecho… Y de nuevo en las infraestructuras de riegos que permiten que podamos tomarnos una simple tostada de pan con tomate y jamón y una cervecita, por ejemplo…
Y enfermamos, y para curarnos tomamos medicamentos que han necesitado de muchas horas de investigación y de insanas cantidades de agua para que podamos ingerir una simple píldora (acompañada por un poco de agua para no atragantarnos, por supuesto).
Hay algo que no debemos perder de vista: somos unos privilegiados
Todo esto es posible única y exclusivamente porque tenemos mucha suerte… la suerte de disponer de un recurso en cantidades y calidades suficientes. Millones y millones de personas no tienen acceso a fuentes de agua ni en cantidad ni en calidad… y sus vidas son muy diferentes a las nuestras:
La moneda siempre tiene dos lados... unos estamos en la cara, otros están en la cruz
Son las que recolectan el algodón que precisamos, los que confeccionan las prendas que vestimos… y las que ven bajar sus ríos contaminados por sus actividades.
Son las que no disponen de un grifo para poder acceder al agua, o las que no disponen de un saneamiento en condiciones y tienen que defecar en la calle.
Son las que obtienen los materiales para que podamos disponer de máquinas, herramientas, utensilios y artilugios… y son quienes para obtenerlos ven como se comprometen sus propias fuentes y recursos de agua.
Son las que trabajan de sol a sol para producir unos alimentos básicos, remunerados con cantidades irrisorias, decenas o cientos de veces menores de las que pagamos por ellas.
Son las que deben recorrer cada día kilómetros y kilómetros para conseguir agua para sus familias, y en la mayoría de casos niñas, con lo que no pueden ir a la escuela a aprender y pierden una oportunidad de mejorar sus vidas.
Son las que enferman por no disponer de agua, o porque la que disponen no es de calidad, o porque sus recursos se han visto contaminados por su propia actividad, la cual está destinada a satisfacer nuestras “necesidades”… y son las que no tienen acceso a medicamentos para curarse… y son las que mueren por ello.
Que no se pare la noria
Sí, el agua está en todo lo que hacemos… Y no sólo ha permitido la vida en este planeta, si no que ha hecho posible la manera cómo vivimos… pero si esta manera de vivir no es sostenible las consecuencias pueden ser irremediables.
Un 40% de la población activa mundial se dedica a la agricultura y a la ganadería, las cuales dependen directa y absolutamente del agua, pero el sector industrial depende del agua en casi su totalidad de manera directa o indirecta, e incluso el 40% del sector servicios depende con mayor o menor intensidad del líquido elemento.
Seamos todos conscientes de que sin agua, esa noria dejará de girar...
Así, el agua es el nexo invisible que nos conecta a todos. Pero cada vez somos más, y cada vez requeriremos más… más alimentos y más energía, y por lo tanto más agua. Pero este recurso natural nos suele recordar de vez en cuando que, tanto como nos ofrece, también nos puede quitar.
Cada vez son más las zonas en las que el estrés hídrico se acentúa, cada vez son más extensas las áreas donde la sequía es extrema, cada vez son más las fuentes de agua contaminadas… y todo esto tiene un coste para nuestros trabajos, para nuestra manera de vivir, y en consecuencia para nuestras vidas.
De nosotros dependerá que el agua, ese elemento primordial, fundamental, imprescindible, siga haciendo girar esta noria de manera eficiente y sostenible para las generaciones futuras.