(EP) "Los terrenos, suelos, rocas, acuíferos y embalses de la Comunidad Foral de Navarra se encuentran prácticamente saturados e incluso rebosantes desde hace meses". Así lo manifiesta Antonio Aretxabala, geólogo y delegado del Colegio de Geólogos en Navarra con motivo de las últimas inundaciones.
Este factor geológico "con el que no se ha contado", según el experto ha sido trascendental para comprender por qué unas lluvias tan fuertes, pero "no extraordinarias han sido capaces de desencadenar tanto daño". "Cualquier aporte nuevo ya no puede ser absorbido por el suelo porque no hay infiltración, cada gota de agua pasa a la escorrentería por lo que los cauces de drenaje se saturan con aportes que tampoco son históricos", apunta.
Cualquier aporte nuevo ya no puede ser absorbido por el suelo porque no hay infiltración.
La explicación a este fenómeno hay que buscarla en las actividades humanas. "Algunas zonas tradicionales de huertas de Pamplona como Rochapea, Villava o Burlada se han urbanizado como residenciales a finales del siglo XX y principios del XXI", asegura Aretxabala. "Esto explica el daño en algunos barrios de la ciudad, cuyas cotas topográficas, estratigráfica y geomorfológica están ligadas a valles fluviales o llanuras de inundación", añade.
Escasez de medidas preventivas
En ese sentido, Aretxabala ha denunciado que las instituciones que deben velar por la seguridad de los ciudadanos carecen de un "saber geológico" para prevenir los riesgos nacionales. "Ante un acontecimiento como las inundaciones de Navarra se toman siempre medidas correctoras, casi nunca medidas preventivas", lamenta.
Para el geólogo los políticos perciben estás políticas preventivas como "algo difuso y que limita el desarrollo económico". Por ello, "las actuaciones post catástrofe se orientan a restablecer la situación inmediatamente anterior que a impulsar nuevas políticas preventivas", concluye el delegado del Colegio de Geólogos en Navarra.
