La vigilancia de las aguas subterráneas es crucial para evaluar la disponibilidad de recursos y las condiciones del subsuelo y para rastrear los impactos generados por la actividad del ser humano. Así ha quedado patente en un seminario web organizado recientemente por el National Centre for Groundwater Research and Training (NCGRT), en el que expertos del sector abordaban esta cuestión a la vez que presentaban avances y áreas de mejora.
En cuanto a las intervenciones, destacó la del Dr. Peter Cook —director del NCGRT y profesor de la Universidad de Flinders—, que abordó la evolución del control de aguas subterráneas en las últimas décadas y la aparición de nuevos desafíos. A pesar de que se ha empleado para monitorizar miles de pozos durante años, surge la duda de si el sistema actual de observancia, principalmente basado en mediciones de niveles y salinidad de agua, es adecuado para las nuevas necesidades.
El Dr. John Rayner, por su parte, explicó la relación existente entre la calidad y la cantidad del agua y la frecuencia de los muestreos. Además de la necesidad de mejorar esta frecuencia, propuso la adopción de nuevos enfoques que mejoren la comprensión de los parámetros hidráulicos y la influencia del cambio climático en la calidad del agua subterránea.
Entre los avances más prometedores, se destacó el uso de tecnologías emergentes, como sensores capaces de detectar sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por su sigla en inglés) en zonas vadosas, donde su eliminación resulta muy complicada. También se están explorando técnicas autónomas de control y la incorporación de sensores en pozos, lo que mejoraría la precisión y reduciría la variabilidad en la recolección de muestras.
Otro avance significativo es la aplicación de datos satelitales para supervisar cambios en el almacenamiento de agua subterránea. El Dr. Pascal Castellazzi (científico del CSIRO) explicó que la misión GRACE, que utiliza satélites para mediar cambios en el campo gravitacional de la Tierra, permitiría detectar deformaciones del suelo relacionadas con cambios en la presión de las aguas subterráneas, complementando así los datos obtenidos mediante técnicas tradicionales.
Las regiones de Australia Occidental, el centro de Queensland o Australia Meridional son especialmente dependientes del agua subterránea. Por ello, en Perth (Australia Occidental) se ha desatado la indignación tras revelarse que una empresa estaba extrayendo miles de litros gratuitamente de un pozo en las colinas de la ciudad después de haber experimentado el verano más seco desde que se cuenta con registros. No obstante, los niveles de agua subterránea varían y no siempre se recargan de manera lineal con la lluvia.
Una de las soluciones propuestas es utilizar aguas residuales para recargar los acuíferos y cambiar el modelo de asignación de licencias para asegurar la sostenibilidad. La combinación de tecnologías avanzadas y enfoques integrados es esencial para mejorar la gestión de un recurso crucial para el porvenir de la población australiana. Por tanto, es posible que las técnicas utilizadas en la actualidad deban adaptarse a estas nuevas realidades.
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