Aunque lograr el ambicioso Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para el tratamiento de las aguas residuales supondría mejoras sustanciales en la calidad del agua a nivel mundial, en algunas regiones del mundo seguirían existiendo graves problemas de calidad del agua. Esta es la conclusión de investigadores de la Universidad de Utrecht que han desarrollado un nuevo modelo de calidad del agua para esclarecer el estado de contaminación actual y futuro de ríos y arroyos de todo el mundo. El trabajo se ha publicado en Nature Communications Earth & Environment.
El Banco Mundial ha calificado los problemas de calidad del agua como una "crisis invisible", ya que existe poco seguimiento, son difíciles de detectar y a menudo son imperceptibles a simple vista. Sin embargo, la calidad de los recursos hídricos a nivel global está cada vez sometida a mayores presiones, debido al crecimiento demográfico, el desarrollo económico y el cambio climático. Sin embargo, el agua limpia es vital para nuestra sociedad – para la salud pública, la generación de energía y la producción de cultivos – y para proteger la salud de los ecosistemas. A modo de ejemplo, se calcula que 829.000 muertes en todo el mundo se deben a enfermedades diarreicas causadas por el uso de agua contaminada.
En este estudio, los autores desarrollaron un nuevo modelo global de calidad del agua de alta resolución que puede "ayudar a llenar las lagunas en el conocimiento de la calidad del agua, en particular en las regiones del mundo donde carecemos de observaciones", según el autor principal Edward Jones.
Además de identificar los puntos conflictivos en relación con la calidad del agua, el modelo puede ayudar a atribuir el origen de la contaminación a determinados sectores. "Por ejemplo, los sistemas de riego a gran escala para la agricultura provocan problemas de salinidad en el norte de la India, mientras que los procesos industriales son más responsables en el este de China. Por otra parte, las aguas residuales domésticas y el sector ganadero resultan en contaminación orgánica y por patógenos en todo el mundo", afirma Jones.
Los autores ampliaron su enfoque más allá de la calidad del agua pasada y actual. Aplicaron su modelo para investigar cómo el logro de la meta de los ODS de reducir a la mitad la proporción de aguas residuales no tratadas que se vierten al medio ambiente en 2030 beneficiaría la calidad del agua de los ríos a nivel mundial.
"Nuestras simulaciones muestran que, durante gran parte del año, la calidad del agua en varias regiones seguiría superando los umbrales críticos para los usos humanos y la salud de los ecosistemas. Este es especialmente el caso de los países en desarrollo, sobre todo en África subsahariana y el sur de Asia", explica Jones. Así que, aunque la meta de los ODS mejore la calidad del agua, puede no ser suficiente.
Sin embargo, encontrar una forma óptima de gestionar estos problemas es un difícil rompecabezas. "Lograr la actual meta de los ODS es un reto desde el punto de vista económico, ya que ampliar la cobertura del tratamiento de las aguas residuales puede ser costoso", señala Jones.
"Sin embargo, también hay que tener en cuenta los costes de una calidad inadecuada del agua para usos sectoriales. En última instancia, sin embargo, también es necesario reducir nuestros vertidos contaminantes y desarrollar nuevos enfoques para la gestión de las aguas residuales", afirma Jones. "Por ello, con este documento esperamos subrayar los problemas de calidad del agua a los que nos enfrentamos y posicionar estas cuestiones en la agenda política".
Puedes leer la noticia original en Smart Water Magazine.