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¿Acción o Reacción? La gestión de fugas

  • ¿Acción o Reacción? gestión fugas

Las fugas de agua son una preocupación global para gestores en todo el mundo al tener un impacto directo en el rendimiento y balance hídrico del suministro de agua domiciliario, lo que es determinante para que se tenga una mayor atención en los próximos años.

En alguna ocasión me he referido a que un tercio de las empresas de gestión de todo el mundo se enfrentan a niveles de pérdidas de agua de más de un 40 % del agua total tratada y bombeada a las redes de distribución.

Muchas empresas gestionan hoy en día el control de fugas de una forma reactiva cuando son apreciadas, procediendo a reparar según cuando la necesidad aparezca. Este enfoque no conlleva únicamente un impacto de costes, sino también de tiempo al tener que actuar de manera inmediata en el momento que se detecta así como el factor riesgo que ante potenciales daños colaterales (impacto en vías públicas, daños a terceros, etc..). Otro aspecto que no se debe olvidar es el control de presiones que sometan a redes a un estrés innecesario por falta de un control eficiente de la misma, en especial conducciones cuyo ciclo de vida esté superado.

La mayoría de las empresas de gestión se centran en el control de fugas a nivel de la red de distribución para medir y localizar fugas, pero menos son las que desarrollan e implementan una política de reducción de fugas efectiva, además dicho control debe llegar hasta el usuario final. No debemos olvidar el control de fugas tanto aparentes como no aparentes, las que se pueden producir en las instalaciones interiores, manipulaciones indebidas o por defecto del dispositivo de medida por pérdida de precisión.

Según nos indican los gestores a nivel mundial, son unos 9.600 millones de dólares de pérdidas en concepto de fugas al año, de los cuales 8.000 millones son imputables al agua que se desperdicia, 1.000 millones corresponden a la energía necesaria para la producción y bombeo de agua que amortice las fugas y otros 600 millones se destinan a productos químicos en el tratamiento del agua perdida. Sin embargo, al factor coste que conllevan las fugas, al factor riesgo y al factor tiempo debemos unir el factor imagen que se debe dar como gestor de un servicio público de abastecimiento en la gestión de pérdida de agua por fugas y roturas.

Muchas empresas gestionan hoy en día el control de fugas de una forma reactiva cuando son apreciadas, procediendo a reparar según cuando la necesidad aparezca

Ante esta situación podemos encontrar soluciones que permitan obtener en tiempo real información de fugas y roturas por impacto de presiones, lo que conllevaría un ahorro importante en agua, energía y tratamiento.

La instalación de medidores o sensores de flujo, como el iPERL de Sensus, con un nivel de precisión inigualable al controlar caudales muy bajos, frente a las tecnologías tradicionales de medición, posibilitan la activación de alarmas de potenciales fugas o roturas de conducción, así como el control de potenciales manipulaciones del punto de medida siendo determinante su impacto en el control de fugas no aparentes. Asimismo la instalación de sensores de presión en toda la red y ramificaciones de la misma, son soluciones que nos permiten disponer de una recolección de datos que puede ser transformada en información para la toma de decisiones.

La integración de dichos dispositivos en una Smart Water Network ofrecerá a su vez un importante ahorro adicional a través de la reducción en el coste en la labores de localización de fugas (2.500 millones de dólares anuales estiman las empresas de abastecimiento a nivel mundial), así como disminución de los costes de reparación de roturas en conducciones mediante la prevención de roturas.

De esta forma pasamos de una actuación reactiva a una política proactiva de gestión de fugas sin tener que estar a la espera de avisos de clientes y usuarios, con el impacto positivo a nivel de imagen que conlleva a efectos de conservación del recurso tan vital que nos une.

Según indican las empresas de gestión a nivel mundial, una disminución de tan solo un 5 % en fugas y de un 10 % en roturas de conducciones podría suponer un ahorro de hasta 4.600 millones de dólares anuales

La solución está en nuestras manos.