El río Tajuña agoniza porque su caudal se deriva para regadíos que despilfarran agua al utilizar métodos arcaicos como la inundación; porque las explotaciones agrícolas, de su entorno, no respetan el bosque de ribera y los cultivos llegan hasta el mismo cauce; por la acaparación del dominio público por fincas privadas, como la de Rodrigo Rato, el exdiputado del Partido Popular José Cabrera o el grupo hotelero Foxá; por la contaminación de sus aguas y la invasión de especies exóticas que conducen a la pérdida de biodiversidad.
Las organizaciones ARBA, Ecologistas en Acción, Asociación Ecologista del Jarama “El Soto”, GRAMA y Jarama Vivo, desde hace tres años, están desarrollando el Proyecto ríos de la Comunidad de Madrid. Se trata de una iniciativa colaborativa en la que personas voluntarias recorren los diferentes ríos de la Comunidad de Madrid detectando sus problemas. Los datos y las imágenes se introducen en una aplicación informática que consiste en un mapa de presiones río a río. Estas presiones se dividen en diferentes categorías (constricciones, cultivos, explotaciones mineras, vertidos de aguas residuales o escombreras, captaciones de agua, etc).
Con estos datos, las organizaciones elaboran informes, denuncias, propuestas a las administraciones competentes para revertir los problemas. En el informe del río Tajuña se recoge su estado de conservación y se hacen propuestas dirigidas a las administraciones competentes, la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) y la Consejería de Medio Ambiente.
La supervivencia de este río hace tiempo que está comprometida por múltiples agresiones
El río Tajuña nace en el extremo nororiental de Guadalajara y desemboca en el río Jarama (en Titulcia), después de recorrer 226 kilómetros, 58 de ellos en la Comunidad de Madrid. Es un río peculiar, salpicado de históricos molinos, hoy irreconocibles y formando parte ornamental de complejos privados. En la Comunidad de Madrid el río Tajuña está incluido en el espacio protegido Red Natura, denominado Vegas, Cuestas y Páramos del Sureste de Madrid, cuya conservación y gestión corresponde a la Consejería de Medio Ambiente.
La supervivencia de este río hace tiempo que está comprometida por múltiples agresiones. Según datos del Plan Hidrológico del Tajo el 42,88 % del caudal del río se destina a regadío o a abastecimiento urbano. Un aprovechamiento excesivo que supone que en años secos, el río, llegue a desecarse antes de desembocar en el río Jarama. A este grave problema se le unen, la ocupación o la roturación de las riberas impide el desarrollo del bosque ripario.
Un problema muy relevante es el elevado número de azudes (pequeñas presas) presentes a lo largo del cauce, 37 azudes, uno cada 1.600 metros. Estas presas obsoletas y carentes de función, limitan la calidad ecológica y biológica del río.
El Tajuña es el río madrileño con mayor concentración de nitratos en sus aguas (la misma sustancia que ha causado el reciente desastre ecológico en el Mar Menor), procedentes de los fertilizantes utilizados en agricultura.
Como consecuencia de esta problemática, el estado de conservación del río Tajuña es preocupante y las administraciones llevan años mirando para otro lado sin tomar medidas. Es urgente intervenir por diferentes motivos, el río Tajuña recuperado es un valor añadido para las poblaciones rurales de su entorno. Este curso flñuvial es un corredor verde, una fuente de vida que merece la pena preservarse. Además, de no recuperar el “buen estado ecológico” de los ríos antes de 2027, la Comisión Europea podría aplicar sanciones al Estado español.
En el informe elaborado por ARBA, Ecologistas en Acción, Asociación Ecologista del Jarama “El Soto”, GRAMA y Jarama Vivo, se recogen diversas medidas para revertir la degradación del río Tajuña, entre ellas:
- Revisión de los caudales liberados desde la presa de La Tajera (Guadalajara).
- Control del regadío y cambio de modelo agrícola (caudalímetros, fertilizantes, etc.).
- Recuperación de todos los tramos de dominio público hidráulico y Zona de Servidumbre ocupados ilegalmente.
- Demolición de todas las barreras fluviales abandonadas o con concesión caducada, como establece la legislación de aguas.
- Control y prohibición de actividades urbanísticas en zonas inundables.
- Erradicación de especies invasoras de ictiofauna y recuperación de las poblaciones de las “especies red natura”.